DÍAS DE LLUVIA

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El día se presentaba como otro monótono día de estudio de una alumna de segundo de bachillerato, bueno, exceptuando el hecho de que hoy tenía la puesta de largo de una de sus mejores amigas.

Después de sacar tan buena nota en su último examen de matemáticas, Camila pensaba que todo, por fin, se había encauzado. ¿Quién sabe? Quizás no estaba tan lejos de cumplir su promesa como ella pensaba.

Camila nunca había sido una chica que hubiera destacado por su belleza, ella siempre se había considerado bastante normalita, morena, ojos marrones oscuros, más bien, tirando a negro, y nariz algo aguileña, rasgo que siempre había odiado.

Su fuerte definitivamente, no era ser las más guapa de su curso, sin embargo, todo ello lo suplía con personalidad e inteligencia, siempre había luchado por lo que quería, poniendo el máximo esfuerzo, y eso, siempre le había dado su fruto. Y este año, no iba ser diferente, no pensaba dejar atrás su objetivo de entrar en Medicina por cualquier chiquillada.

Aunque, ella no sabía que el destino no estaba muy de acuerdo con su promesa y haría todo lo posible hasta conseguir romperla.

Camila

- ¿Entonces te gusta tía? Sinceramente no estoy convencida la verdad.

- Pero si ya te he dicho mil veces que te queda genial tía. Además, llevas como 3 semanas diciéndome que te ibas a poner el mono negro.

- Ya, es que no sé por qué me pienso tanto las cosas, realmente, me da igual, yo no quiero nada con nadie, ni que fuera a impresionar a alguien.

- Uy ¿Ya estás otra vez con lo de la promesa? Al final eso es malo para ti, pero bueno, yo no voy a discutir más contigo.

- Alicia lo hemos hablado tantas veces, es que yo no quiero nada, estoy genial, de verdad, después de lo de Lucas, que ha sido más platónico que nada, pues, creo que por fin estoy bien y feliz. Además, sabes cuál es mi objetivo este año, nada de novios, nada de rayadas, me lo prometí ¿no te acuerdas?

- Bueno tu sabrás, te dejo, que me voy a empezar a vestir, hoy vamos a tener una noche interesante, ya sabes, Carlos y Miguel, en fin, da igual.

- Es verdad, el gran triángulo amoroso, estaré pendiente amiga, nos vemos luego guapa – dije cortando la videollamada.

Después de un buen maquillaje que me hizo destacar mis ojos, termine vistiéndome y colocándome los zapatos a la vez que llamaba a mi mejor amigo, efectivamente, Lucas.

Lucas siempre había sido muy importante para mí, y no sé cuando fue que yo acabé difuminando los límites de nuestra amistad, la típica chica a la que le acababa gustando su mejor amigo, un clásico. Pero, en los últimos meses, después de mucho tiempo, había conseguido que mi corazón lo dejara atrás y comenzara a verlo de otra manera. Realmente era feliz por ello, yo sabía que lo nuestro nunca hubiera funcionado, y Lucas era más que nada como un hermano.

- Luquitas, espero que ya estés por mi calle, porque ya estoy preparada.

- Cómo se nota que no miras WhatsApp, pero si te he mandado un mensaje hace como 15 minutos diciéndote que ya estaba listo, la tardona eres tú, asúmelo.

- Lucas, no empecemos, luego te llevas la torta y te quejas ¿Te acuerdas del telefonillo?

- Uy mira como me vacila, ya estoy acostumbrado Cami, ah y ábreme que estoy abajo.

- Uf, te juro que no te aguanto eh.

Tras media hora en coche hasta la finca donde nuestra amiga Eva celebraba la puesta, y más de treinta advertencias de mis padres acerca de que no me flipara bebiendo y no tratara mal a Lucas (definitivamente mis padres lo querían más a él que a mí) llegamos al sitio.

Siempre nos quedará FebreroWhere stories live. Discover now