༉───Capítulo Tres

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Adiós New York, eso pretendía en aquel aeropuerto mirando a su madre que por primera vez había empezado a cogerle cariño a su hija y ya se tenía que despedir de ella. De seguro era por la fama que había cogido, aquella niña se había convertido en una mujer excepcional como diría su madre, emitía un brillo propio que tal vez era opacado con sus críticas. Ese don de las palabras lo había heredado de ella, su padre no podría ser, mientras la mujer de cabellos cortos observaba a sus hijos en aquel aeropuerto suspiraba por el hecho de como el vuelo de su hija se iba a retrasar.

—¡Inaudito! —dijo con obvia frustración la mujer de cabellos rubios—. ¿Cómo es que pueden irse en estos vuelos? Sé que pagaron la clase VIP pero igual, podían usar nuestro helicóptero. —Ella estaba algo frustrada, tal vez demasiado, esa era la manera de expresar lo triste que estaba de que su hija abandonara aquel país.

—No mamá, quiero volver como la digna ciudadana que soy. —Le dijo a su madre quien solo rodó los ojos hacia arriba, recordaba a su hija un poco más orgullosa de todo el dinero que poseían.

—Igual de seguro tendremos muchos periodistas esperando nuestra llegada. —Se rió su hermano mirando a la rubia.

—Zoé, no recuerdes cosas lamentables. —Le dijo en suspiro pero luego lo miró.

—Bueno de todo esto me alegro que al fin decidas encargarte de las empresas de la familia. —Le dijo su madre nada más pensando en el dinero y la reputación—. Tu hermana está ocupada siendo famosa, eres el mayor y el varón, ya era hora que dejarás ese sueñecito de ser actor. —Zoé miró a su madre algo serio, no soportaba que ella se burlará de su sueño y siempre que hablaban así terminaban sin dirigirse la palabra en un año.

—Vuelo para París desde New York. —La chica escuchó con alegría la llamada de su vuelo y sonrió contenta de que no sería ese el año que su madre y su hermano dejarían de hablar.

—Ya nos tenemos que ir madre ¡Cuídate! —Le dijo tomando la mano de su hermano, para que él se olvidará de toda la ira.

—Chloé, no pares de escribir ese talento es excepcional. —La chica sonrió ampliamente, era la primera vez que su madre, aunque fuera un poco mostrará las emociones que tenía en el fondo.

—Adiós madre. —Le dijo Zoé dispidiéndose de la persona que le dio la vida.

Montada en aquel avión, lista para todo con su hermano a su lado sentía que podía con cualquier cosa, volver a la tierra que la vio crecer era una de las cosas que ella estaba segura que podía hacer. ¡Oh París! La hermosa ciudad del romance, la ciudad de la moda, la ciudad de las luces ¿Podría haber otra ciudad perfecta para que surgiera su nueva novela? Zoé miró a la chica con aquellos ojos azul acero y sonriéndole quería darle a su hermana la fuerza que le dio al irse y que ahora le iba a aportar para que regresara.

—Francia se pierde de tu talento hermanita. —Le dijo él sentado a su lado—. ¿Tu editora no se traslada a Francia? Creo que también es francesa. —Chloé pensó en la pelirroja que tanto le acompañó en los últimos años, Alix le había servido a Chloé como una gran amiga y le dolía despedirse de tan magnífica persona.

—No. Ella me dijo que cuando el contrato con la editorial que tiene acabe, cree que irá por el mundo buscando nuevos talentos, ella quiere formar su propia editorial. —Le dijo la rubia con una sonrisa, no negaba que aquella chica de cabellos rojos hiciera realidad su sueño pero ahora solo le quedaba apoyarla en la distancia esperando que el mundo no se perdiera el talento que poseía aquella mujer para hacer brillar un libro.

—Señores pasajeros el vuelo número cincuenta y cuatro con destino a París abrochen sus cinturones que vamos a despegar. —El piloto avisó por el intercomunicador, dispuesto a salir del aeropuerto internacional Jonh F. Kennedy rumbo al Aeropuerto de París-Charles de Gaulle.

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