CAPÍTULO 2

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Al día siguiente cuando desperté, después de salir de la ducha pedí a Gonzalo algo de ropa.

De verdad no tenía nada azul.

Sabía que ya no estaba en Álligi y debía vestir con colores diferentes, pero era difícil verme a mí mismo usando una camisa verde y un pantalón café.

— Increíble, Shaggy —dijo Daniela cunado bajé a desayunar— Creo que ya estás listo para descubrir algunos misterios. ¿Dónde está el resto de los niños entrometidos y su tonto perro?

Gonzalo se rió muy fuerte con el comentario de ella. Yo no lo entendí.

— Por algo no uso ese pantalón jamás —dijo él.

— No sé de qué están hablando —respondí— pero fingiré que no me siento ofendido para no darles victoria.

El resto de la familia llegó y me sentí muy incómodo. Me habían aceptado en su casa, sí, pero seguían siendo un montón de personas que no conocía. Además me estaban alimentando, y no me estaban haciendo pelear contra monstruos por eso. No les estaba dando nada a cambio. La búsqueda tendría que ser más rápida para no aprovecharme demasiado de su hospitalidad.

— Aquí tienes tu plato, Cetta —me dijo Jorge— Son chilaquiles. Están algo picosos así que cómetelos con cuidado, ¿está bien?

Probé la comida y pensé que tal vez podía aprovecharme un poco de su hospitalidad si tenían más de estos. Eran la cosa más exquisita de la galaxia, estaban calientes, crujientes, y, como dijo Jorge, algo picantes, pero deliciosos.

— Oh por el sol —dije— Esto es riquísimo.

— Muchas gracias respondió Jorge —El secreto es...

— ¿Amor? —interrumpió Andrea con tono de burla.

— Especias —respondió la broma— ¿Qué es esa cursilería del amor?

Todos reímos juntos.

— ¿Siempre ya sabes qué vas a hacer, Cetta? —preguntó Andrea.

Miré a Gonzalo y Daniela.

— Pues ellos dijeron que probablemente conocían a Girio —Andrea me miró extrañada—. Ayer —expliqué— llamé a mis amigos y me enviaron la foto del gerlo, y sus hijos la vieron, entonces dijeron que creen que lo vieron en... olvidé el nombre.

— El centro —salvó Gonzalo—. Le digo a Daniela que según yo es el que trabaja en la cafetería cerca de la catedral.

— ¿Entonces irán hoy?

— Sí —respondió Daniela—. Si no te molesta —agregó cuando la miré.

— ¿Desde cuándo pides permiso?

— Quiero ser mejor hermana y mejor hija.

— Eso es de la letra de una canción —intervino Jorge.

— ¡Nadie se había dado cuenta, pa!

— ¡Bueno! —Andrea retomó el tema— Van a ir hoy, perfecto, sí te doy permiso. ¿Qué sigue después?

— Pues nos vamos —contesté—. Mis amigos mandarán naves para las otras estrellas después de que les dé el mensaje de que podemos regresar.

— Pues espero que todo salga bien.

— Qué raro que no le desees que lo acompañe Dios, la Virgen, y tres santos más —se burló Daniela— ¿Qué clase de mamá tapatía eres?

***

Cuando llegó la hora de irnos por fin al tan mencionado centro, Jorge dijo que podíamos tomar el coche. Nunca en mi vida había visto un coche, fue como estar en otro planeta. Tristemente, los coches son muy lentos en la tierra, y no sólo eso, hay como dos millones en cada calle. Calle que casi siempre es pequeña y hace más difícil moverse. Peor aún, todas las cosas están juntas como en sección de nidos, nada está separado como lo está en Astéri.

Los Habitantes de la Tierra [La Trilogía de las Estrellas 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora