first

16.9K 1.3K 4.1K
                                    

Navidad.

Sí, esa época del año caracterizada por los días de frío, las chimeneas encendidas, y los adornos colgados. Cuando las personas parecen ponerse una máscara de alegría, y salen a las calles con la ilusión latente en su organismo, a la espera de que las centelleantes luces de colores, y los repetitivos villancicos de cada año, estén saturando cada rincón, y zona, de la ciudad.

La mirada preocupada de los adultos cae en cada escaparate, en busca de cualquier detalle que puedan comprar para sus seres queridos; y los niños más pequeños corretean por los supermercados, con la mirada encendida al contemplar las largas, y altas, filas de juguetes que se yerguen en cada tienda a la que vayan.

Los dulces colman en las pastelerías, y mercados, y se venden con la misma rapidez y facilidad que cualquier juguetito o objeto navideño.
Las neveras son atiborradas por comida que va dirigida a aquellas dos noches del año, específicamente en diciembre, en la que la magia flota en el ambiente y la emoción, porque lleguen las doce, aumenta a la vez que las agujas del reloj giran.

Los pequeños de la casa abandonan la mesa familiar antes de medianoche, y los adultos no tardan en imitarlos alguna hora después, sumergiendo cada casa del lugar en un profundo silencio.

Y cuando el reloj marca aquella hora tan anhelada, el mundo parece detenerse, y empezar a correr con velocidad en cierto lugar helado al norte del mapa; lugar, en el que cierto hombre grandullón, y sus múltiples ayudantes, trabajan todo el año, sin descansar, preparando todo para la emocionante noche del veinticuatro de diciembre a las doce, es decir, el veinticinco.

Más conocido como Navidad.

–¡Queda apenas una semana para navidad, Jisung, muévete! –exclamó el pecoso, caminando acelerado por la extensión del lugar, mientras en sus brazos cargaba con una gran caja, posiblemente saturada de juguetes.

El mencionado solo pudo resoplar, agachándose con pereza para tomar con cierta dificultad una caja similar a la de su compañero, y comenzar a desplazarse sin mucho ánimo hasta la habitación del trineo, en la cual apilaban los regalos que iban terminando a lo largo del año, preparándolos para la gran noche que, por fin, iba a llegar.

Y ¿qué era Jisung, específicamente? El chico nunca tuvo mucha idea, pero los llamaban Ayudantes de Santa. Solían ser chicos, y chicas, con apariencia joven y personalidad noble; amantes del amor, la paz, y la felicidad ajena; dispuestos a pasar todo un año trabajando para que millones de niños alrededor del mundo recibieran sus tan merecidos regalos navideños.
Su trabajo era arduo, duro, y muy pocas veces descansaban; no obstante, no se quejaban, puesto que no solían cansarse. Era como un don; uno magnífico si se trataba de trabajos como el suyo.

A todos parecía encantarles la idea de la felicidad ajena, de la alegría infantil, y de la magia en estas épocas; pero a cierto chico de cabello naranja, y mejillas esponjosas, no conseguía convencerle del todo eso.

¡Y no significa que él deteste estas fiestas, o que le desagrade su trabajo! De hecho, no hay cosa que le guste más que la navidad, y participar exclusivamente en la creación de regalos, o repartir a los niños entre la lista de malos, y buenos. Era divertido, ajetreado, pero divertido.

No obstante, Jisung no está a favor de varios puntos, en concreto uno, que le lleva carcomiendo la mente durante todos sus años de trabajo. ¿Cuál es? La respuesta es sencilla: No recibir el reconocimiento que merece, tanto él, como sus compañeros de trabajo.

¡Oh, venga ya! Él, junto a los demás, son quienes hacen los regalos, vigilan las actitudes de los niños, y llenan los sacos que serán llevados en el trineo. Aseguran que el mecanismo de este mismo vaya correctamente, e incluso lo  prueban para que nada salga mal.
¿Y Santa Claus? Él solo lleva los regalos, y come galletitas.

Santa's helper || MinSungOn viuen les histories. Descobreix ara