Overdue

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Samuel y sus amigos conversaban mientras esperaban la llegada de su pedido. Al de ojos miel le encantaba esa cafetería por su agradable ambiente, siempre iba allí por eso y bueno también porque uno de sus mejores amigos trabaja allí.

—¿Y tú vegetta? ¿Lo has experimentado? —El nombrado estaba por responder cuando su celular comenzó a sonar

Antes de contestar, miro quien le llamaba, era frank. Extrañado por la llamada de este ya que se encontraban en el mismo lugar, contestó.

—¿Frank? ¿Sucede algo? —Buscó con la mirada a su mejor amigo, lo halló cerca de los sanitarios

—Tienes que hacerme un favor, es urgente —Se escuchaba nervioso— ven donde estoy yo

El mayor sin más finalizó la llamada y disculpándose con sus demás compañeros, se dirigió donde el pelinegro.

—Dime, ¿que necesitas? ¿Qué es tan urgente? —Pregunto apenas se sitúo al frente suyo

—Hoy tenía que recoger a mi hermanito y ya voy con 20 minutos de retraso además mi tiempo de receso ya finalizado —dijo alarmado— Mis padres me matarán si se enteran de esto

—Es que eres tonto —No le sorprendía lo distraído que era su amigo— ¿Quieres que lo recoja?

—Sería grandioso, ¿podrías? —le suplicó apenado

—Buah chaval, si no fuera tu amigo... —Le sonrió

—Por eso te amo —Este se abalanzó encima del castaño, riendo

—De verdad eres tonto tio —rió— Venga, mejor me voy ya

Samuel sin más se retiró de la cafetería, dirigiéndose a la escuela donde se encontraba el menor de los Garnes.

Bajó del auto y se encaminó al interior de la institución, no tardó mucho en llegar al salón indicado. Solo habían dos niños, claramente uno de ellos era el hermano de Frank, Thiago.

El niño de unos 7 años estaba jugando junta a una niña, los dos estaban tan entretenidos que no notaron la presencia del chico.

El joven se acercó, en silencio, donde los niños. La pequeña vio al mayor detrás de su amigo, este no se enteraba de nada.

El oji-miel le sonrió para luego hacer la característica acción de no hacer ruido. La menor sonrió cómplice.

Samuel tomó por detrás al niño, elevando lo. Thiago solo rió y abrazó al muchacho

—¡Samu! —Habló alegre el pequeño

—Hola Thiago —Le regaló una sonrisa

—¿Y mi hermano vege?

—No pudo venir por su trabajo —Dijo recordando la verdadera razón de el porqué estaba él allí en vez de Frank

—Oh... esta bien —El menor irradiaba felicidad— ¿Ya nos vamos?

—Si peque, debes comer algo —lo tomó de la mano y comenzaron a caminar hacia la salida

—Nos vemos Liv —Se despidió el niño de su amiga

Cuando ya estaban por cruzar la puerta, el mayor se tropezó con alguien o mejor dicho ese alguien tropezó con él.

—Lo siento —Se disculpó de inmediato el contrario— No me fijé

El pelinegro simplemente se congeló al escuchar esa voz, era Rubén.

—No me sorprende viniendo de ti —miró los sorprendidos orbes avellanas.

—¿Tú? —El de pelo claro sonrió, estaba sorprendido, su instinto no habia fallado

Se miraron fijamente. No lo expresaban pero estaban felices.

—¡Rubius! —la menor corrió a abrazar al recien llegado, este correspondió gustoso— Tardaste mucho hermano

—Livy, lo siento cariño— El mayor solo veía la escena, enternecido— prometo que no volverá pasar —Según el oji-miel, aquel muchacho era probablemente el chico más dulce que había conocido

—Vegetta —Llamo el niño, sacándolo de su ensoñación— muero de hambre tito

—Oh, lo siento Theo —dijo cálidamente— Bueno... nosotros ya debemos irnos —mencionó el castaño al de orbes brillantes antes de retomar su camino hacia el exterior junto al pequeño

—¿Vendrás hoy lob- digo vegetta? —Preguntó torpemente gracias a los nervios

—Ya que tanto quieres... —Le guiño el ojo— A la misma hora chiqui

Fue lo último que dijo antes de retirarse del centro escolar. El de nacionalidad noruega sonrió con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

El también abandonó dicho establecimiento.

Lo que quedó del día fue irrelevante para ambos. Solo sabían que estaban ansiosos porque la noche cayese, esperaban con entusiasmo su próximo encuentro. El segundo del día.

No habían parado de pensar en el otro desde que se vieron y es que aún era temprano para sospecharlo pero entre ellos estaban naciendo sentimientos que no hacían nada más que crecer.






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