Capitulo 43

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Mi madre se estaba portando increíblemente bien, las dos mujeres compartían pequeños gustos como leer, el arte antiguo, vestidos, zapatos, colecciones, artistas, trabajo, entre otros. Tanto así que habían quedado en salir de compras el lunes antes que la ojiverde se fuera. Por tonto que sonora me resultaba completamente absurdo que se estuvieran llevando bien tan rápido.

Juliana se notaba terriblemente aburrida, había tomado el papel de mecerá en esta cena, le pregunté a Isabel si esa era la idea de la promesa de la que me había hablado pero en medio de risas dijo que no entendía porque la castaña había tomado ese rol.

La cena había sido exquisita, Isabel había optado por cocinar salmón asado al limón con espárragos, una receta totalmente deliciosa que le encantó a mi madre.

-No estaba muy segura si era de su agrado el salmón así que me arriesgué.

-¡Claro que me gusta! ¡Pero por supuesto que sí! Es uno de mis platos preferidos, el salmón es siempre bienvenido-todos reímos.

Durante todo lo que iba de la noche había tomado la mano de Isabel, trataba de estar cerca de ella lo más que me permitía, algo dentro de mí me decía que pronto se iría. Me llenaba de nostalgia pensar en eso pero era una realidad que tenía que aceptar y no colocar trabas, al fin y al cabo hiciera lo que hiciera o dijera lo que dijera, ella tenía que irse y así lo haría.

-Iré al baño. Ahora vuelvo-al casi llegar al lugar alguien me haló por el cuello de mi camisa y me estampó contra la pared.

-¿No le has dicho nada a mi primita sobre lo que te dije de su padre?-habló la castaña.

-¿Sobre qué está grave?

-¡Cállate, estúpido! Si, sobre eso.

-No ¿Por qué?

-Solo preguntaba-dijo mientras me soltaba.

-No pueden ocultarle esa información tan importante, ni a ella ni a Valentina.

-Lo sé pero así lo quiere mi tío y así se va a hacer ¿Me entiendes?

-Me parece absurdo.

-Como sea-dijo haciendo un movimiento con la mano fastidiada-Te veo abajo.

Entre al baño e hice lo correspondiente. No duré mucho, para cuando regresé mi madre se estaba despidiendo de las mujeres. Me quedé de pie a un lado de la sala observando confundido.

-¡Oh, hijo! Tenemos que irnos, lamentablemente-dijo mi madre acercándose a mí para tomar mi brazo.

-¿Por qué?

-Es tarde, recuerda que no puedo desvelarme mucho-¿Qué? Eso no era cierto.

-Pero...-Isabel me interrumpió.

-Fue un gusto tener su compañía por esta noche.

-Gracias e igualmente, querida.

-Los acompaño a la puerta-avisó Juliana cerca de la misma. Me zafé del agarre de mi madre y caminé hacia la ojiverde.

-Lo lamento, aún es temprano y...-

-Descuida, no te preocupes. Debes cuidarla.

-Lo sé-tomé su mano-¿Puedo venir mañana?

-Por supuesto-sonreí y le di un beso fugaz que no vio venir. Totalmente anonadada me sonrió mientras acunaba mi cara y juntaba nuestros labios con delicadeza

-Debes contarme que hiciste para domar a la bestia.

-Mañana-sonrió

-Hasta mañana.

Tu mi amor, tu mi profesoraWhere stories live. Discover now