17.

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Noya no sabía en qué momento había pasado el tiempo tan rápido, pero era sábado.

Sábado. Asahi.

—¡No, esa no! ¡Te queda horrible, tira eso! —dijo Yaku al otro lado de la pantalla.

Noya se sacó la camisa amarilla que se había puesto y se puso a buscar más camisas en su armario. La pila de descartadas se amontonaba en el suelo, mientras que su cajón estaba cada vez más vacío.

Sonrió en cuanto encontró su camiseta favorita. Era negra, y tenía un relámpago amarillo en todo el medio. Con los vaqueros blancos que llevaba puesto, le quedaría de miedo.

—¡Esa! —aplaudió Yaku en cuanto se la puso—. ¡Por fin, Noya! ¡Ya podrías haberla sacado antes!

—¡Estaba muy metida! —se excusó, acercándose a la cámara—. Además, tú tardaste quince minutos decidiendo entre dos camisas para acabar descartando las dos. Así que no te quejes.

Yaku rio, y entonces su hermana entró sin molestarse en tocar siquiera.

—¡Akane! ¿Cuántas veces te he dicho que toques?

—¿Cuántas veces te he dicho que no me importa? —se cruzó de brazos—. Yo venía a avisarte que tu novio está abajo.

Noya echó a reír mientras Morisuke se ponía como un tomate.

—¡Lev no es mi novio!

—Ah, pero ya sabías que me refería a él —sonrió pícara su hermana—. Venga, que no tengo todo el día para aguantar vuestras melosidades.

Y cerró la puerta de un golpe.

—Algún día cometo fraticidio.

—Algún día le agradecerás a tu hermana —rio Noya—. Se nota que te tiene calado.

—Se nota que no tienes hermanos.

Yaku suspiró mientras se levantaba de la silla y se miraba por enésima vez en el espejo.

—¿Qué película vais a ver? —preguntó Noya.

—Según lo que me ha dicho, la nueva de Jumanji —dijo, alisando su camisa roja—. ¿Y vosotros?

—Ni idea. Asahi quiere ver una de una diseñadora de moda. A mí me da igual.

—Claro, con tal de estar con él —Yaku sonrió encima del hombro con aire pícaro, y Noya se sonrojó.

—¡Solo no hay ninguna película que me interese demasiado!

—Miéntete si eso te puede ayudar —canturreó.

—¡Noya! —la madre de Yuu se escuchó de fondo—. ¡Tu amigo está aquí!

—¡Ahora bajo!

—Ve, no dejes a tu príncipe esperando —rio Yaku.

—Tú deberías también bajar.

—Ese puede esperar —se encogió de hombros—. ¡Venga, que llegas tarde!

Y colgó la llamada. Noya rio mientras cogía la cartera y el móvil. Bajó deprisa las escaleras, y se despidió de su madre.

Nada, ni siquiera Yaku, le hubiera preparado para ver a Asahi vestido con un polo azul, unos pantalones negros y con su pelo recogido en una coleta baja. ¿Era su impresión o estaba haciendo demasiado calor de repente?

Ignorando el calor de sus mejillas, sonrió y saludó a su amigo.

—¡Siento el retraso! —se disculpó—. Es que estaba hablando con un amigo.

Problemas de líberosWhere stories live. Discover now