Tanabata

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Todo comenzó hace millares de años.

Un joven campesino rubio trabajaba sus tierras.

El joven tenía un cabello rubio sin igual, unos bellos ojos azules y un cuerpo fornido por trabajar las tierras y ayudar a los demás del pueblo con sus mandados.

Mirio Togata era muy querido por todos en su pueblo.

— Oh, parece que necesito más hierbas de manzanilla— dijo Mirio cuando revisaba en su cabaña la alacena.

Aún había un poco de luz del atardecer así que decidió ir por ellas a la orilla de una Laguna donde usualmente las conseguía.

Tarareaba una canción mientras arrancaba las hierbas que estaban en su punto.

Una brisa hizo llegar un pedazo de tela muy fino de color azul.

— Oh, es precioso — dijo Mirio y se llevó la tela junto con las hierbas que recolectó.

[•••]

Al día siguiente cuando salió a hacer sus deberes en la tierra que cultivaba, notó a lo lejos un joven azabache de ojos negros que parecía perdido.

— ¡Hola!— dijo Mirio y esto hizo que el azabache se ocultara detrás del árbol — ¿Estás perdido?— se acercó a él notando que estaba empapado de pies a cabeza y no llevaba calzado.

El azabache cerró los ojos como si Mirio lo hubiera deslumbrado.

— Ah... Yo... Eh...—

— Espera aquí — le dijo el rubio un poco preocupado por el otro.

El azabache se dejó caer de rodillas, no pensó que ese humano fuera tan deslumbrante... Ya había conocido humanos antes pero este parecía diferente a los demás.

Su sola presencia se podía igualar a la del sol.

Mirio regresó con un poco de leche tibia, fruta y una manta para cubrir al azabache.

— ¿Cómo te llamas?— pregunto Mirio ofreciéndole un vaso de leche — Está recién ordeñada y le puse miel— el azabache bajo la cabeza pero acepto la leche.

— Tamaki — susurro el azabache.

— ¿Disculpa?—

— Mi nombre es Tamaki Amajiki — dijo un poco más fuerte mirándolo a los ojos.

— Soy Mirio Togata — dijo el rubio un poco sonrojado rascando su cuello. Ese joven azabache era muy bello, tanto que parecía irreal.

— G-Gracias por tu amabilidad — Mirio hizo un gesto para restarle importancia.

— ¿Tienes algo que hacer?— preguntó Mirio.

— No...— mintió Tamaki — Ve al pueblo a hacer los recados, yo te espero aquí —

— ¿Eh? No, no, no me esperes aquí, mejor dentro de la cabaña, ahí estarás calientito y podrás comer — dijo Mirio e invito a Tamaki a entrar a la casa sin preguntarse cómo era que azabache conocía su rutina de hacer recados en el pueblo.

El azabache no supo decir que no así que se quedó en la cabaña del rubio.

Lo estuvo esperando por varias horas y como no estaba muy seguro de qué hacer uso la cocina y le preparo algo al rubio que es tan amable con el.

Al llegar a casa Mirio fue recibido por un agradable olor.

— Huele de maravilla — dijo Mirio al ver la mesa servida y una rica cena en ella.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2019 ⏰

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