TIEMPO MUERTO (Ragoney)

Capítulo 4 - Capitán

-No voy a ir

Acto seguido, Agoney agita levemente el spray de pintura negra antes de destaparlo para perfilar bien el contorno de la letra G que acaba de esbozar Alfred y que va a pintar Mimi en una de las paredes de su refugio personal, o lo que es lo mismo, una casa en ruinas que encontraron por casualidad a las afueras de la ciudad a finales del curso pasado durante la realización de una de sus fechorías y que se han agenciado por la cara.

La idea de tunearla con su propio arte salió de la granaína, pues nada más encontrarla y ver que estaba en el suficiente buen estado como para no poner un pie dentro y que se derrumbara, observaron que a una de las paredes le faltaba prácticamente toda la chapa. Y vale que ese sería su refugio durante años y que ellos también estaban algo rotos, pero por eso mismo, sentían que debían arreglarlo. Ya que en años no habían conseguido reconstruirse ellos, había que intentar hacerlo con la pared. Se lo debían. Por ello, tras alguna discusión superflua sobre qué demonios pintar en la dichosa pared, se decidieron por algo que les definiera a todos y parece ser que, hace unas semanas, al fin lo habían encontrado por lo que ponerse manos a la obra era cuestión de unos pocos días de compra de material y, en definitiva, ser el primero en atreverse a expresar su arte.

Alfred que ya está acabando de esbozar la M, se voltea sorprendido hacia su amigo. ¿Agoney rechazando una fiesta? Algo no cuadra.

-Venga ya, Ago, no seas idiota -frunce el ceño el catalán volviendo a centrarse en el mural- ¿cuál es el problema?

-Pues que no pinto nada ahí, Al -se justifica el canario empezando con la A

-Pero por favor -alza una ceja Mimi coloreando de morado la G que acaba de contornear su amigo- esa excusa no vale contigo, cielo, si te colaste en una despedida de soltera el día que salimos a celebrar el cumple del gatito -afirma señalando a Alfred con la cabeza antes de que éste se acerque y le dé un beso que la chica no tarda en corresponder

Agoney observa como sus amigos se hacen arrumacos entre risas y sonrojos y no puede evitar que un pinchazo atraviese su pecho al recordar las palabras que le dedicó cierta persona hace unos días.

"¿Tan necesitado estás de cariño que solo buscas llamar la atención?"

Sabe que Raoul escupió esa frase en un momento esporádico preso de la ira y del dolor, incluso el propio chico se le disculpó en el siguiente entrenamiento, obligándole a disculparse a él también porque sería de quedar como un niñato, y él no es más niñato que Raoul. Pero aunque fuera involuntariamente, aunque fuera un acto reflejo, aunque el rubio le aseguró que no pensaba lo que dijo, aunque le duela, Agoney sabe que es la realidad. Sino ¿por qué su padre siempre está enfadado con él? ¿Por qué su hermana hizo lo que hizo sin siquiera avisarle? ¿Por qué nunca ha conseguido estar con alguien como están ahora mismo Alfred y Mimi?

Agoney ya tiene más que asumido que él es una persona que no está hecha para el amor. Aún que Mimi y Alfred le aguantan... con eso le vale... o al menos eso quiere creer.

-Chicos... ¿ustedes... ustedes dirían que me quieren? -pregunta Agoney arrepintiendose inmediatamente después de ver el gesto de extrañeza que le devuelven ambos- déjenlo, es una tontería

El canario se esfuerza en fingir una carcajada tan real que, si no fuera porque le conocen demasiado, la pareja se la hubiese creído sin dudarlo.

-Claro que te queremos, coso -responde Mimi sin dudar acercándose al mayor para presionarle las mejillas con los índices- cuando te dejas conocer eres un bollito, ¿alguien te ha hecho creer lo contrario? Porque le pego

-Mimi, tranqui, era una chorrada -ríe, ahora de verdad, Agoney cogiendo las manos de su amiga para apartarlas de su cara

-Eh, ya hablamos de esto, gatito -Alfred posa una mano sobre su hombro presionando levemente la zona para mostrarle su apoyo- si te incomodamos o algo, dilo, en serio, si lo entendemos, pero no dudes ni un segundo que te queremos tanto como nos queremos entre nosotros, ¿vale?