31. El peor recuerdo de Snape

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Snape había abandonado el despacho, diciendo que la clase de Oclumancia continuaría el próximo día, pues habían encontrado a uno de sus alumnos de Slytherin en los baños del cuarto piso, muy aturdido.

Harry recogió sus cosas y se dispuso a marcharse, cuando se quedó mirando el pensadero de Snape. ¿Qué cosas podría ocultar el profesor?

Las luces plateadas temblaban en la pared. Avanzó un par de pasos hacia la mesa dándole vueltas al asunto. ¿Y si lo que Snape estaba decidido a ocultarle era información acerca del Departamento de Misterios?

Harry miró hacia la puerta; el corazón le latía más fuerte y más deprisa que nunca. ¿Cuánto podía tardar Snape en volver?

Harry siguió andando hacia el pensadero, se plantó delante de él y observó su contenido.

De pronto, alguien llamó a la puerta, sobresaltándolo. No dijo nada, de modo que la persona al otro lado se asomó con sigilo, y el chico respiró aliviado al ver de quién se trataba.

—Lucy —dijo—. ¿Qué haces aquí?

—Venía a buscarte —replicó ella—. He visto a Snape y a Malfoy subir corriendo las escaleras. ¿Qué estabas mirando?

—El pensadero de Snape —dijo Harry en voz baja.

Lucy se apresuró a cerrar la puerta con cuidado; caminó hasta el pensadero, lo miró con curiosidad, y luego sonrió.

—¿Qué cosas oscuras esconderá el gran Severus Snape? —se volvió hacia Harry, quien vaciló un momento, y luego volvió a sacar la varita mágica.

No se oía nada ni en el despacho ni en el pasillo, así que dio un ligero golpe en el pensadero con la punta de su varita. La sustancia plateada empezó a arremolinarse muy deprisa. Harry se inclinó sobre ella; Lucy lo imitó, y vio que se había vuelto transparente. Estaba mirando desde arriba el interior de una sala, a través de una ventana circular que había en el techo...

«¡El Gran Comedor!»

Inspiró hondo y hundió la cara en la superficie de los pensamientos de Snape en cuanto vio a Harry hacerlo. Inmediatamente, el suelo del despacho dio una sacudida y cayeron de cabeza dentro del pensadero. Se precipitaban en una fría oscuridad, girando con furia sobre sí mismos, y entonces...

Estaban de pie en medio del Gran Comedor, pero las cuatro mesas de las casas habían desaparecido, y en su lugar había más de un centenar de mesitas, orientadas hacia el mismo sitio, y en cada una de ellas, sentado con la cabeza gacha, había un estudiante que escribía en un rollo de pergamino. Sólo se oía el rasgueo de las plumas y, de vez en cuando, un susurro cuando alguien colocaba bien el trozo de pergamino. Era evidente que se trataba de un examen.

El sol entraba a raudales por las altas ventanas y caía sobre las cabezas de los alumnos. Lucy miró atentamente a su alrededor. Snape tenía que estar por allí; se recuerdo era suyo.

Y, en efecto, allí estaba, sentado a una mesa colocada detrás de ellos. El adolescente Snape tenía un aire pálido y greñudo, como una planta que no ha visto mucho la luz. Su cabello, lacio y grasiento, caía sobre la mesa; y mientras escribía, tenía la ganchuda nariz pegada al trozo de pergamino. Harry se colocó detrás de Snape.

—«DEFENSA CONTRA LAS ARTES OSCURAS. TIMO.» —leyó.

Snape debía de tener quince o dieciséis años. Su mano iba rápidamente de un borde al otro del pergamino.

—¡Cinco minutos más!

Lucy giró la cabeza y vio la parte superior de la cabeza del profesor Flitwick, que se movía entre las mesas, a escasa distancia. El profesor pasaba junto a un muchacho de cabello negro y despeinado... Muy negro y muy despeinado...

Lucy Weasley y la Orden del Fénix ✔️ [Lucy Weasley III]Where stories live. Discover now