Capítulo 5

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Las voces siguieron cantando, hipnotizando a Arthur, que gustoso disfrutaba de aquellas bellas voces angelicales.

Fue así que el joven se levantó de su hueco en la arena, despacio, sonambuleó en las orillas del océano, y siguió caminando, cada vez más cerca de llegar a un punto donde no pudiera pisar más la arena.

- Vamos...ven con nosotras.

Escuchó en una especie de susurro, sintiendo como algo lo jalaba al fondo sin delicadeza alguna, Arthur no pensaba en nada, presa del canto hermoso que escuchaba.

Luego, sintió como dos brazos lo jaloneaban de la cintura, en dirección opuesta, empezando una batalla para quedarse con el joven. Finalmente, salió a la superficie, con algo de frío, a pesar de la temperatura cálida.

Tosió un poco, y Alfred lo dejo a unos cuantos metros de la orilla, aliviado y a su vez molesto con la criatura que ahora se alzaba de entre las grandes aguas. Era una mujer bella, de largos cabellos albinos y ojos fuego, poseía una cola de escamas moradas, como de pescado, con algunas branquias adheridas a ciertas partes de su piel. Sin duda, era una sirena la que ahora se carcajeaba desvergonzada frente a Alfred, quien se abalanzó furioso hacia su objetivo, que huyó rápidamente hacia los fondos del mar.

- Alfred, ¿eso fue una sirena? - Preguntó Patrick, fascinado.

- Realmente no fue nada.

-¿No fue nada? ¡Casi me matan!

- Julchen solo estaba jugando conmigo. Parece ser bonita a simple vista, pero además de tener el ego demasiado alto, es también nuestra fuente de información, creo que ya lo había mencionado.

- Si, lo hizo señor - Contestó Patrick, con respeto.

Mientras, Arthur aún estaba aterrado por aquella experiencia tan cercana a la muerte. Tal vez Alfred tuviera razón y Julchen solo había estado jugando con ellos, pero temía por que las demás sirenas no fueran tan amables...

- A Julchen le gusta mucho molestarme, seguro le pareció divertido darme un susto - Explicó, acomodandose a un lado de el mayor Kirkland para cruzar un brazo por encima de sus hombros- No te preocupes, siempre que algo así pase, yo te protegeré.

- Puedo cuidarme solo...- Dijo, y Alice también se acomodó a su lado, llorando incluso más que el mismo Arthur.

-¿Es así? Por que yo te ví muy asustado.

- Bloody wanker, no lo estaba. Al contrario, aquella voz era demasiado hermosa como para ser temida.

- En fin, parece ser que ha sido mucho mar por hoy. Mejor volvamos a la isla, ¿de acuerdo?

La familia asintió, Arthur y Alice aliviados, Patrick con fastidio, después se acercó al oído de Alfred, para susurrarle algo - Al estúpido de mi hermano le da miedo el agua. Por eso, me sorprendió verlo acercarse tanto.

-Entonces algún día debo enseñarle a nadar...

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- Patrick , ya les he avisado al resto de generales, pero necesito hablar con ustedes. Será en la caballa de Eli.

- Claro, ahí estaré.

- ¡Arthur! ¿Y yo puedo ir a jugar con Kiku! Prometimos vernos más tarde...

- Supongo que está bien, mientras el chico no tenga segundas intenciones.

-¿A qué te refieres, hermano?

-No te preocupes, ¡ve a jugar! Seguro debe estar en "La mesa"- Apresuró a decir Alfred, molestando de cierta manera a Arthur por no dejarle terminar.
Patrick también se dirigió a la cabaña de Eli, quedándose finalmente solos los más grandes en la isla.

APH: EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora