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La oscuridad de las mazmorras jamás le había parecido tan atemorizante. Su cuerpo se sentía agitado y entre más avanzaba entre los pasillos el sofoco incrementaba. Al paso que iba era seguro que en cualquier momento se desmayaría. Pero no, no lo podía permitir, tenía que llegar a la sala común, tenía que ponerse a salvo, allí estaban sus amigos, allí estaba él.
Una voz tenebrosa y muy conocida resonó a su espalda. Era el final, pero no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente.
Movió las piernas lo mejor que pudo, no podía creer que justo en ese preciso momento sus extremidades decidieran jugarle una mala pasada, adormilándose.

Aun así, se esforzó para llegar a su destino, estaba a unos cuantos pasos, solo tenía que estirarse un poco más, solo tenía que decir la contraseña y estaría a salvo. “Di las palabras”, gritó en su mente, pero su boca no estaba de acuerdo, pues cuando quiso hablar, las palabras quedaron atoradas en su garganta.

“¡Ayúdame… Ayúdame!”, decía su mente sin obtener respuestas. Y de pronto, allí estaba ella, esa maldita serpiente, ¿No se supone que Longbottom se había hecho cargo de ella?

“¡Harry, Harry ayúdame!”, intentó gritar de nuevo.

Nagini cada vez estaba más cerca, en sus diabólicos ojos se vislumbraba la intención, iba a acabar con él.

“¡Harry, por favor!”

“¡Malfoy, Malfoy!”

Era la voz de Potter.

¡Potter había llegado! No todo estaba perdido.

―¡DRACO, DESPIERTA!

Sus ojos grises se abrieron de golpe, permitiéndole comenzar a distinguir las cosas a su alrededor.

Su escritorio, los libros y pergamino, sábanas verdes y Potter. Potter en pijama, sin anteojos y mirándolo con preocupación.

―¿Te encuentras bien? ¿Quieres un poco de agua? ―Harry se movió por la habitación en busca de sus anteojos y posteriormente consiguió el vaso de agua para acercarlo a los labios resecos del rubio.

Draco bebe sintiendo que el liquido relaja todos sus músculos y tranquiliza su mente.

―Has tenido una pesadilla ―sigue recitando Potter―, yo suelo tenerlas muy seguido, así que entiendo perfectamente cómo debes sentirte, pero tranquilo todo está bien, Hermione siempre dice que…

―¿Puedes cerras la boca? ―exclama en tono severo, Harry lo mira un momento sorprendido y al siguiente ya está frunciendo el ceño.

―¡Imbécil!  ―responde antes de apagar las luces y volver a su cama.

Draco permanece sentado sobre su propia cama, sintiendo el sudor picar en todo su cuerpo, es apenas consciente de que su pijama se encontraba completamente empapada.

Se levanta a cambiarse procurando hacer el menor ruido posible, y cuando ya se encuentra fresco y seco, vuelve a adentrarse en las sábanas. Es cuando se permite pensar en la manera tan brusca en que le respondió a Potter. No había querido hacerlo, pero se sentía tan avergonzado. El solo hecho de pensar en él gritando el nombre de Potter, mientras el otro lo miraba dormido. Sin duda algo muy bochornoso.

―¡Maldición! ―masculló en un ligero susurro, definitivamente tendría que hablar con Potter o de lo contrario, todo lo que habían construido en ese tiempo de convivencia se perdería.

A la mañana siguiente se dio cuenta que hablar con Potter no sería tan fácil.

En el momento en que había sonado su alarma, se desperezó lo más rápido que pudo para acorralarlo y obligarlo a que le escuchara. Sin embargo, al mirar hacia la cama contraria, solo vio unas sábanas perfectamente tendidas.

»Hagamos de Harry un Slytherin«حيث تعيش القصص. اكتشف الآن