XXV

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La noche había llegado a Hogwarts, haciendo que todos los alumnos regresaran a sus Salas Comunes para descansar de aquel día tan agitado.

Los adultos que estuvieron en la enfermería con Hermione, ahora se encontraban con Dumbledore y McGonagall en la dirección, con un encapuchado que según tenían entendido, era futuro hijo de la castaña. El chico que había gritado en el Gran Comedor. Estaba allí porque estaban seguros que él sabía más cosas que ellos respecto a la chica y a la profecía que la seguía a donde quiera que vaya.

No fue complicado convencerlo para que se les uniera, en realidad fue él quien les pidió de antemano si podía estar presente en la reunión. Así que allí se encontraba, todavía con la capa encima y con su identidad sin revelar.

—Bien, joven, ¿sabría decirnos en cuánto tiempo va a despertar la señorita Granger?

—En nuestro tiempo, mamá me contó que la primera vez que hizo el viaje tardó unos cuatro días en despertar... Pero la diferencia es que ella tenía diecisiete años cuando sucedió y no había ocurrido nada que desatara su poder hasta hacerla desmayar, así que no estoy seguro esta vez.

—¿Cómo que tenía diecisiete?— preguntó Jhon confundido.

—En nuestra línea temporal, mamá tiene su primer Viaje Espectral dentro de dos años, cuando ella  ya es lo suficientemente fuerte para controlar el gran poder que le fue otorgado. Pero aquí, en esta línea temporal y en este presente, el señor Weasley— gruñó su nombre— hizo que sus sentidos se pusieran alerta haciendo que ella tuviera una pequeña explosión de poder.

—¿Pequeña?

—Sí, no querrán saber como son las grandes.

—¿Cómo es eso del Viaje Espectral, joven?— preguntó Dumbledore luego de que todos callaran.

—Es complicado, en realidad.— suspiró, intentado que su voz no se quebrara.— No se mucho, solo lo que ella me contó y lo que pude investigar sobre eso... Pero los Viajes Espectrales, son cuando su alma logra dejar su cuerpo por un pequeño lazo de tiempo, y ella se puede reunir con gente que ya no está aquí... En el limbo o el más allá.— hizo una pausa para que todos digirieran aquello.— Estoy seguro que como dijo el tío Adam, ella se está reuniendo con los fundadores en este momento.

—Pero eso no es malo, ¿o sí?— Narcissa fue la única que se atrevió a preguntarlo.

—No es malo, si logra hallar el camino para volver. Pero si no, ella podría quedarse allí, y morir.— secó una lágrima que resbalaba por su mejilla, sin que nadie le viera.

Jean y Jhon se rompieron. Había una posibilidad de que su hija no regresara nunca.

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Cuatro chicos se escabullían de Filch y la señora Norris por los pasillos del castillo, todos estaban en pijama. Eran aproximadamente las dos de la mañana y estaban seguros que si los atrapaban, se llevarían un gran castigo, y por eso iban intentando hacer el mínimo ruido posible.

—¡AY!— gritó uno.

—¡Blaise, cállate!— le regañó Pansy en un susurro.

—Me pegué en el dedo chiquito.— dijo él.— Eso les pasa por no dejar que me calce antes de venir.

—Demoras veinte minutos en elegir que par de pantuflas ponerte.— Theo bufó.— No creo que sea muy difícil elegir entre las verdes de conejitos, o las verdes de cerditos.

—¡Theo! ¡Acordamos que jamás hablaríamos sobre eso de nuevo!— Blaise estaba indignado.

—Ya.— se disculpó el castaño.

—Llegamos.— dijo en voz baja Draco, mientras abría la puerta de la enfermería.

Pansy fue la primera en divisar a Hermione en una de las camas del lado derecho, y corrió hacia ella con los ojos llorosos.

Estaba bien que no la conociera del todo, pero había sido la única persona que la hizo sonreír desde hace tiempo. Con la única que podía ser ella misma. Y jamás pensó que llegara a importarle tanto Hermione Granger, pero le importaba, y eso era lo único que sabían.

Theo también se acercó, pero él no dejó que vieran sus ojos verdes llenos de lágrimas. Se las secó cuando nadie veía, y observó a la chica. Pansy tomaba una de sus manos, así que tomó la otra. Por alguna razón Hermione le causaba confusión. Tal vez porque estaba seguro que era todo lo que buscada en una chica, tal vez porque era un misterio para él, no lo sabía y no quería hacerlo. Simplemente se quedó allí, con ella.

A Blaise el ver a Hermione allí le ocasionó un nudo en la garganta que era incapaz de deshacer. ¿Por qué? ¿Por qué sentía que la conocía? ¿Por qué sentía que no era una desconocida como él creía recordar? Estaba seguro, o casi seguro, que algo ocurría con él. Y que la chica en la camilla sabía que era. Y también sabía que involucraba a una persona más... Una chica de cabello flamante y sonrisa hermosa.

Y Draco... Draco tenía una pequeña cosa en el pecho que no sabía que era. A diferencia de los otros, no se había acercado tanto. Solo se permitía observarla desde los pies de la cama. Llevaba las manos en los bolsillos del pantalón pijama y respiraba con dificultad. No podía creer que era la misma chica que hace apenas unos días charlaba alegremente con él en la Torre de Astronomía. Algo le decía que estaría bien, que solo dormía. Pero otra parte le decía que se despidiera, porque jamás la vería de nuevo. Evitó totalmente a esa otra parte, porque estaba decidido a volver a ver a aquellos ojos que miraban todo acompañados de un ceño fruncido, quería ver nuevamente aquellos rizos revoloteando por su cara y sonreír cuando ella se los colocara detrás de la oreja. Quería ver aquellos labios con el color rosa que tanto lo incitaban a besarla... Quería que despertara para hacerlo.

No se dio cuenta cuando Pansy tocó su hombro.

—Draco, vamos, ya es tarde.— retiró su mirada de Hermione y la volvió hacia Pansy, desconcertado.

—¿Qué?

—Que ya debemos irnos, ¿estas bien?— él asintió.

—Vayan ustedes, yo los alcanzo.— Pansy no discutió y fue tras Theo y Blaise, que ya estaban cruzando la puerta.

Cuando vio que estaba solo con Hermione, se acercó lentamente hasta la silla en que momentos antes Pansy estaba sentada. La acercó un poco más y se sentó. Aún podía percibir el olor al perfume de Hermione desde esa distancia. Sonrió. Con un poco de duda tomó su mano, que caía al lado de la camilla. Estaba fría, y eso lo alertó un poco. Mas seguía siendo suave.

—No creo que recuerdes nada de esto, Granger, así que allá voy.— suspiró mientras con el pulgar acariciaba su mano.— Quiero que despiertes, ¿bien? Te lo exijo. Y se que no soy nadie para hacerlo, pero me gusta pensar que soy alguien en tu vida. Me hace sentir bien.— sonrió.— No se que te traes con Theo, pero esas miraditas que se lanzaban en el comedor me hacían sentir celoso. Okey, lo he dicho. Felicitaciones, Hermione, eres la primera chica que me hace sentir eso... Pero no puedo prohibirte nada, ¿cierto? Apenas somos amigos.— se lamentó.— Pero no creo que los amigos tengan ganas de besar a los otros amigos, así que no estoy seguro de que eres para mi... ¡Y me confundes, maldita sea! A veces pienso que puedo llegar a sentir algo por ti, pero sé que te mereces mucho más. Además tú eres del tipo de chica que no se fijaría en alguien como yo. Eres inteligente, vaya que lo eres. Amable, hasta con la Comadreja mayor, que es un idiota. Eres gentil y hermosa. Eres lo que cualquiera busca en una mujer. Eres algo inalcanzable para mi, y eso está destrozándome a cada instante.— se levantó sin soltar su mano.— Espero que te mejores, Hermione. Y espero que no recuerdes esto.

Se acercó lentamente a su cara, y besó sus labios con demasiada delicadeza. Estaba seguro que sus labios eran la única parte de su cuerpo que estaban a temperatura. Cuando se separó la miró, luchando para no quedarse con ella en la enfermería.

—Adiós.

Y se fue. Con la esperanza de que cuando despertara, ella estaría despierta también.

Un viaje en el tiempo | HP | PausadaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt