3. ¿Quiere aprender?

36.9K 1.9K 64
                                    

El viaje había terminado, por desgracia. Bajé del auto y esperé a que ella hiciera lo mismo. Sólo dijo que estaría esperando allí, aunque le dije que podía darse una vuelta hasta que saliera ella insistió en quedarse.

Entré al edificio, no sin antes observar nuevamente a la bella mujer que me custodiaba. Cuando llegué a mi oficina Allison estaba recogiendo algunos papeles de mi escritorio.

—Buenos días Tony —me saludó—, ¿dormiste bien?

No con esos ronquidos

—Algo así.

—West dijo que ya había conseguido a tu guardaespaldas. ¿Cómo te fue con él?

—Más bien con ella —me senté en mi sillón—, resultó ser una mujer.

—¿Una mujer? —se echó a reír—. Pero eso no es trabajo para mujeres.

—Lo sé, pero son decisiones de West —se sentó en uno de los sillones.

—Ya me la imagino, nada atractiva y con un cuerpo inmenso —sonreí al escuchar su muy errónea descripción.

Te equivocas mi querida Allison, ella es todo lo contrario.

—Te la presentaré luego y después me dices lo que piensas de ella.

Sin más que decir, nos pusimos a trabajar revisando algunos papeles y afinando detalles para la próxima reunión con unos empresarios españoles. Ya que "Steele Industries" tenía fama mundial, siempre tratabamos de expandirnos a otros continentes, países y ciudades. Entre más lejos, mejor. Es por eso que habíamos citado a unos empresarios españoles, ellos nos ayudarían supervisando todo allá, claro que nosotros lo manejaríamos desde aquí.

Nos quedamos trabajando un poco más tarde de lo usual. En cuanto salímos nos encontramos a Elizabeth, estaba de espaldas, por lo cuál sólo pude ver su cabello negro que caía sobre su camisa blanca. Allison estaba junto a mí.

—Buenas noches Señor Steele —se dio la vuelta y me saludó con su perfecta sonrisa.

—Señorita Collins —le respondí—, quiero presentarle a Allison Carter, mi asistente. Allison ella es Elizabeth Collins, mi escolta personal.

—Mucho gusto Señorita Carter —dijo ella mientras Allison la escaneaba.

—Igualmente Señorita Collins —miró su reloj un momento—. Disculpen que los deje pero se me hace tarde —se dirigió a Elizabeth—. Fue un gusto conocerla —hizo un gesto con la cabeza—. Nos vemos mañana Tony.

Observé a Allison hasta que subió a su auto, quizás no lo demostró pero estaba seguro que estaba igual de impresionada que yo la primera vez que vi a la bella mujer que tenía a mi lado.

—Señor Steele —me llamó Elizabeth, sacándome de mis pensamientos—, ¿nos vamos?

Ambos subimos al auto, yo atrás y ella adelante. Extrañaba conducir, pero ese era un precio a pagar por seguir viendo a mi sensual guardaespaldas.

—¿A dónde lo llevo Señor Steele? —me observó por el retrovisor.

—A una biblioteca. ¿Conoce alguna? —regreso la mirada al frente.

—Sí —me respondió y enseguida salimos del estacionamiento del edificio.

Unos minutos después, estábamos en frente de la biblioteca. Como siempre, ella esperó afuera y yo entré por los libros que necesitaba. Dentro habían algunos pasillos llenos de estantes con libros, bueno es obvio que encuentre eso en una biblioteca, pero yo nunca había entrado a una, ni siquiera cuando estudiaba. Pasé por varios de ellos hasta que encontré lo que necesitaba. Agarré varios diccionarios de inglés-español, algunos libros de lenguaje y uno en especial que decía "Aprenda Español Facilmente". No los presté, pues tenía el suficiente dinero como para comprarlos. Tenía el suficiente dinero como para comprar la biblioteca.

Entré al auto y Elizabeth encendió el motor.

—¿A su casa Señor Steele? —me preguntó.

—Sí —empezó a conducir por las calles de Seattle, era tarde así que no había mucho tráfico.

—No sabía que le gustaran los libros Señor Steele —me dijo observándome un momento por el retrovisor.

—No es que me gusten exactamente —le respondí—. Unos empresarios españoles vendrán y necesito saber algo de Español.

—¿No sabe Español? —me miró por el retrovisor, enarcando una ceja, con voz divertida.

—El hecho de que sea un empresario de fama mundial no quiere decir que tenga que ser bilingüe. ¿Usted sabe?

Claro que sí —me respondió en, lo que pude entender, era Español—.¿Quiere aprender? —me preguntó ahora en Inglés.

—¿Estaría dispuesta a enseñarme?

—Sólo si en realidad le interesa, usted dígame cuando.

—¿Qué le parece mañana después del trabajo?

—De acuerdo Señor Steele, pero va a necesitar esos libros.

En el resto del camino, no pude evitar ver esos ojos verdes que se reflejaban en el espejo retrovisor. En varios semáforos ella notaba que la estaba observando pero sólo sonreía. Qué raro, alguna otra mujer estuviera sonrojada y se hubiera arrojado a mis brazos.

Unos minutos más tarde llegamos a mi casa, dejó el auto en el garaje y ambos bajamos. Cuando pude verla bien, me fijé que había subido las mangas de su camisa, puede que no sea interesante pero para mí ahora se veía mejor.

—Bueno Señor Steele, nos vemos mañana.

—¿Quién la va a llevar de regreso?

—No se preocupe, me están esperando.

Sin decir más salió por la pequeña puerta del garaje. La curiosidad me picaba, así que decidí seguirla hasta la salida sin que se diera cuenta. Caminó hasta llegar a la carretera y de repente llegó un muchacho conduciendo un auto negro casi imperceptible en la oscuridad de la noche, ella subió, lo saludó y se alejaron. Cuando ya no los pude ver, entré a la casa.

Subí a mi habitación, me quité el saco, la corbata y me tiré a la cama. ¿Quién era el muchacho? ¿Su novio? Nunca dijo que tenía y si fuera así no se hubiera ofrecido a enseñarme Español. ¿Quizás era un amigo? ¿Los amigos se saludan así? Algo andaba mal, yo no debería preocuparme por eso, apenas la conozco, no tengo nada con ella, lo único que me interesa es llevármela a la cama, nada más.

Estos no eran celos ¿O sí?

Corazón Antibalas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora