¿Que traes entre manos?

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En InkwellHell Island un casino se podía ver a lo lejos, con puertas brillantes y música por doquier.
El lugar era extraño pero muy curioso para los pueblerinos, este casino era muy conocido por ser el dueño el mismo diablo, algunos se mofaban de este hecho, como es que el diablo se acomode en una vivienda presisamente en esa isla, era ridículo para algunos de ellos. Aunque no faltaron los pecadores que se cureosearon y entraron al casino del diablo y observar si era todo ese chisme sobre él cierto, las almas de aquellos que apostaron de más en los juegos de azar ya eran solamente del diablo, ten en cuenta que un trato con él, hace que todo lo que pediste en el contrato se vuelva en tu contra o simplemente que aquello que pediste no haya valido la pena por cambiar lo único que es irremplazable, tu alma.

El casino del diablo era un éxito en InkwellHell Island, gente de todas las islas visitaban el lugar desde los más ricos hasta los más humildes, no era raro ver reyes, principes, duques, soldados o generales de batallones de guerra en ese lugar, allí todos eran bienvenidos por igual, claro, si el diablo podía obtener almas de cualquier apostador o persona que perdiera un juego contra él, no desperdiciaría la oportunidad.

Un día común y corriente, la gente apostaba todo lo que traía en sus bolsillos nada raro hasta que el diablo obtuvo una visita inesperada de un rey del pueblo vecino a InkwellHell.

J-jefe, el rey Kingcard quiere hablar con usted — dijo Mr. Wheezy  nervioso por molestar a su jefe mientras esté contaba los fajos de dinero frente a él.

Bien, dile que pase y que más vale que valga la pena a lo que a venido — hablo sin mirar a su  lacayo dejando de lado los billetes y tomando de su mesa un puro.

Si, jefe — Mr. Wheezy salió de la oficina de su jefe e inmediatamente le dijo al rey Kingcard que podía pasar y advirtiendo sobre lo que le dijo el diablo.

Buenos días, Devil — saludo Kingcard al diablo setandose frente a él en una silla frente al escritorio.

¿Que es lo que quieres? — dijo sin interés mirando a Kingcard.

Bueno, yo solo venía a proponerte un trato en el cual a ambos nos beneficiará, claro, si aceptas — dijo con una sonrisa en su rostro. A Devil nunca le gustó esa sonrisa en Kingcard hacia que le diera desconfianza y desagrado, aunque no perdía nada en escuchar que es lo que tramaba Kingcard entre manos.

Habla entonces — dijo serio.

Bueno... He escuchado alrededor de mi reino un rumor que me a llamado la atención, entre mi gente se cuenta que el heredero del trono de Inkwell Island 1 a sido encerrado en una torre pero nadie sabe por que, a algunos de mis caballeros los e enviando a averiguar por qué está allí pero ninguno a regresado después de unos meses y eso no es nada normal. Otro rumor  sobre eso es que hay un dragón custodiandolo y bueno ninguno de mis caballeros puede rescatarlo aunque yo sé de alguien que si puede y el único que puede eres tú, Devil... — hablo con una sonrisa socarrona mirando a los ojos al demonio.

Y eso, ¿En qué me beneficia Kingcard?

Si usted acepta rescatar al principe por mí, cuando yo contraiga matrimonio con él y me convierta en el rey en Inkwell Island 1 usted obtendrá la mitad de mis riquezas y varias tierras, sólo piénselo, cuando el joven principe ya no me sirva el alma de él será exclusivamente suya, porsupuesto si es que acepta mi trato... Dime Devil, ¿Aceptarías este trato con un humilde rey como yo? — la sonrisa de Kingcard desapareció de un momento a otro, esperaba que la respuesta de Devil fue positiva y comenzará a planear como estafaria al principe en cuanto él cayera en sus manos.

Devil sin dudarlo más, hizo aparecer un contrato en su mano y una pluma para sellar que el contrato estaba hecho y que en este ambos se comprometían a cumplir con lo que se mencionaba en éste.
Kingcard leyó el contrato con fascinación al ver que el demonio de las tinieblas aceptaba y sin más rodeos él firmó.

Bueno, me dió gusto hacer un trato contigo Devil, espero y el príncipe llegue pronto a mis aposentos, no queremos que este sea rescatado por alguien más, ¿Cierto? — exclamó con un tono sarcástico y levantándose de su asiento para dirigirse a la salida de la oficina del ser demoníaco — Nos vemos pronto — se despidió con una sonrisa inquietante y saliendo del lugar.

Devil guardo el contrato y comenzó a reflexionar el por qué acepto el trato, tal vez le convenía hacerlo ya que solo era salvar a un estúpido niño mimado de una torre y quizás pelear con el dragón, pero de allí en fuera no parecía nada mal el trato, aparte de recibir tierras y mitad de riquezas de ese imbécil de Kingcard, obtendría un alma más para el infierno y su colección. Si Kingcard al obtener el trono en Inkwell Island 1 no le daba lo que le prometió, simplemente traicionaría a Kingcard.

Igual el saldría ganando de todos modos, así que comenzó poner en orden sus ideas y mañana cuando el sol salga partiría en busca del principe, sería un tanto largo el camino que deberia recorrer. Apagó su puro y se fue a descansar, mañana sacaría a un heredero al trono de su cárcel...

Las luces del casino se apagaron para dar paso al descanso de cada empleado que se dirigía a su casa en medio de la fría noche, ya no había nadie en el casino y todo estaba en completo silencio, el casino cerrado y los pequeños demonios del diablo descansando.

La tranquilidad si que reinaba esa noche.

Aunque el diablo no dejaba de pensar en una pequeña e insignificante pregunta, ¿Cómo se veía el príncipe? Era estúpido pensar en eso, pero tenía bastante curiosidad de ese hecho, si al principe lo habían encerrado, ¿Qué hizo para estar allí? y ¿Por qué el rey y la reina de Inkwell Island 1 no habían dicho nada al respecto?
Tal vez lo sabría cuando rescatará al joven de su dulce prisión pero por ahora se conformaba con imaginar el aspecto del chico y sus actos que lo llevaron a ese lugar.

Ahora sí ya podía por lo menos relajarse más...

Fin del capítulo 2...

Que importa lo que digan de nosotros [Devildice]Where stories live. Discover now