7.

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querida eleven: te lo puedes quedar.



will byers.
me gustaría no poder recordar nada. pero las imágenes no dejaron de pasar por mi cabeza en todo el día. el momento se repetía. una y otra vez. sin detenerse ni siquiera por un par de segundos.

y me podía ver a mí mismo reaparecer detrás del mostrador de scoops ahoy. como si hubiese viajado en el tiempo.

el día había sido atareado. clientes entrando y saliendo de la tienda, algunos demorándose demasiado en elegir qué sabor de helado deberían comprar y otros intentando abusar de la cantidad permitida de muestras gratis.

de vez en cuando, robin, steve, y yo cruzábamos miradas. y era como si pudiésemos leer la mente del otro, porque estoy seguro de que los tres suplicábamos porque el día terminara lo más pronto posible.

cuando quedaban unos treinta minutos para cerrar, las cosas por fin parecieron comenzar a calmarse.

— que día de mierda. — escuché la voz de robin mientras se sentaba en el suelo detrás de la barra. y fue cuando me di cuenta. mike no se había pasado por la tienda en todo el día.

cientos de ideas revolotearon por mi mente, pero descarté cada una de ellas y simplemente supuse que la tienda había estado llena de clientes todo el día.

tal vez había intentado entrar, y no lo logró. o simplemente observó la fila, que llegaba del mostrador hasta la tienda de al lado, y decidió ni siquiera intentarlo.

solté un suspiro, recuperando finalmente la respiración y pasándome una mano por el cabello para poder despegarlo de mi frente.

el reloj en la pared marcaba ahora las siete. faltaban quince minutos para cerrar, pero fuera de la tienda, el centro comercial parecía vacío.

por lo que steve y yo nos dimos la vuelta, dispuestos a guardarlo todo mientras esperábamos a que los pocos clientes que aún estaban dentro de la tienda se marchasen.

hasta que escuché la campanilla sonar detrás de mí, y me vi obligado a regresar al mostrador para atender al maldito desconsiderado que había tenido la gran idea de ordenar cuando la tienda ya estaba a nada de cerrar.

— bienvenido a scoops ahoy, ¿en qué puedo servirle? — suspiré, levantando la mirada. maldito el momento en el que tuve que mirar. porque fue ahí cuando los vi.

eleven tenía el cabello suelto, mirándome con una sonrisa que estoy seguro había mantenido todo el día. a su derecha, mike wheeler la tomaba de la mano, sin levantar la mirada suelo.

— ¡will! ¿cómo has estado? — habló ella, sin dejar de sonreír.

intenté hablar, pero las palabras parecían no querer salir de mi boca. sentía el nudo en mi garganta crecer cada vez más, y por un segundo incluso creí que me ahogaría.

— y-yo estoy bien. — tragué saliva, logrando responder finalmente. — ¿q-qué los trae por aquí?

— quería probar los nuevos sabores. —habló. — vi la enorme fila que había para entrar aquí, y recordé que traerían nuevos sabores. supuse que por eso era. mike no quería venir. tuve que insistirle por horas para que viniéramos. — rio, mirando hacia él. — pero el nunca mencionó que trabajaras aquí. ¿eres nuevo?

— algo así. — dije, haciendo lo posible para que mi voz no se rompiera. — pero, como sea. ¿qué te sirvo?

— mmm, podría ser uno de menta. o tal vez uno de malvaviscos. — sonrió, volviéndose hacia mike. — ¿cuál debería elegir?

— elige el que sea. ¿podemos irnos ya?

— acabamos de llegar. — rodó los ojos. — pero si tienes prisa, está bien. will, ¿puedo elegir ambos sabores?

— mmjm.

— perfecto. entonces quiero uno doble, de menta y de malvaviscos.

— está bien. — respondí, sintiendo mis manos temblar al servir el helado. — aquí tienes.

— ¿cuánto sería? — preguntó, mirando nuevamente a mike. — dijiste que ibas a pagar por mí, ¿verdad?

— no te preocupes. — hablé, fingiendo una sonrisa. — la casa invita.


•••


esa noche, el camino de regreso a casa me pareció eterno.

el nudo en mi garganta no había desaparecido, y estaba seguro de que no iba a desaparecer.

intenté caminar hasta mi habitación sin hacer ningún ruido, pero todo el esfuerzo que había reunido para mantener mi tranquilidad pareció desaparecer, porque cuando finalmente cerré la puerta detrás de mí, sentí mi corazón caerse al suelo, y no pude evitarlo más. rompí en llanto.

y por más que intenté detenerlo, en toda la noche no pude dejar de llorar.
        
        
          
        
      
       
         
          
     
       
      
        
            
           
              
            
no cancelen a mike todavía jajajjaj
gracias por leer :),
maría
  
 
  
  
 
     

querida eleven ; bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora