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《Las cifras en el mundo entero siguen disminuyendo. En las capitales y ciudades urbanizadas, la población de alfas y omegas está casi extinta. Se desconocen las causas, pero se está investigando minuciosamente. Esto podría ser una emergencia mundial...》

     —¡Tae, baja ya! ¡Llegarás tarde y perderás el bus!

     —¡Ya voy, mamá!

     El azabache bajó corriendo y con las maletas desparramando calcetines y calzoncillos por el suelo. Sí, hacer las cosas de último minuto era parte de su estilo —como solía decir—, no importaba la magnitud del asunto, incluso si se trataba de alistarse para una vida lejos de su cálido hogar.

     —Por la Luna, TaeHyung. ¿Es que no hiciste las maletas hasta anoche? —le recriminó su madre mientras le ayudaba a recoger sus prendas del piso.

     —Pues no, mamá. Acabo de hacerlas.

     —Eres un descuidado. ¿Seguro que es buena idea ser abogado? Todavía estás a tiempo, cariño.

     —¡Mamá! —quejó el omega, haciendo reír a su madre con su muy masculino puchero—. Voy a ir a Busán, voy a estudiar, y cuando regrese, seré un gran abogado, ya verás —amenazó.

     EunHwa no podía dejar de reír, pero, fuera de toda broma, confiaba en su hijo; sabía que cumpliría con su cometido. TaeHyung decidió terminar de recoger su ropa y desayunar en paz. Se sentó a la mesa y comenzó a tomar su avena con trocitos de plátano y manzana: su favorita. Untó un pan árabe con jalea de fresas y prestó atención a lo que ponían en la televisión.

     —¿Qué es eso, mamá? —preguntó con el ceño fruncido y viendo que pasaban barras de estadística y esas cosas de las que solo conocía por las encuestas de Twitter.

     Sí, así había ingresado a la Universidad.

     —Ah, dicen que ya casi no quedan alfas y omegas. Pensé que solo era cosa de Seúl, pero parece que es algo de todo el mundo. Están pensando en considerarlo emergencia mundial. ¡Qué locura! No es como si fuera la guerra —dijo la mujer, poniéndole una cartera en los bolsillos a TaeHyung.

     —¿Qué es esto?

     —Tu billetera. Dime que al menos la estuviste buscando. ¡Ahí tienes todos tus documentos personales! —El omega solo calló—. Luna mía con este niño. —EunHwa agitó su cabeza de lado a lado, negando.

[╰⊰⊹✿ ○ ✿⊹⊱╮]

     —I'm happy for you, I'm smiling for you. I'd do anything for you, for you. It's always for you and never for me. I need it to stop so let me tell you, please...

     —JungKook, haz silencio.

     —I'm always sad and I'm always lonely. But I can't tell you that I'm breaking slowly! —JungKook cantó con más fuerza.

     —Jeon JungKook. —Su padre lo miró seriamente.

     El joven alfa entendió que las noticias —seguramente igual de aburridas que siempre— eran importantes para su padre esa mañana. Se lo perdía, pronto ya no tendría a su melodiosa voz cerca y su padre prefería escuchar la de la periodista, quien, por cierto, se veía tan emocionada por narrar las desgracias del día como si le hubiesen dicho que le reducirían el sueldo a la mitad.

     —Ya, bueno.

     Luego de unos minutos, su padre —todavía sumido en las noticias matutinas— se dirigió a su hijo. 

     —¿Por quién estás triste? —le preguntó con la mirada en la pantalla—. ¿Por el lindo TaeTae?

     —¿Qué? Agh. Por favor, papá. Ya había empezado bien mi día hasta que lo mencionaste. —JungKook hizo una mueca de desagrado.

     GunSoo rio ante la reacción del menor.

     —Si tanto te afecta estar solo, no te preocupes. Hay una pequeña posibilidad de que el gobierno comience a juntar alfas con omegas para incrementar la población.

     JungKook entonces prestó atención al noticiero. No se lo podía creer.

     —¿Más gente? ¿Qué demonios le pasa a ese presidente loco? Ya bastante tenemos con nosotros mismos. —El alfa se había exaltado ante la idea rotundamente ridícula a ojos de cualquier persona con una neurona funcional.

     Tal vez su presidente no tenía ni una sola bailando en su vacío cráneo.

     —Hay mucha gente, sí, pero betas.

     —¿Y?

     —Los alfas y omegas están desapareciendo.

     —Todo el mundo sabe eso. ¿Piensan que haciéndolos procrear entre ellos nacerán niños lobos? Eso es una negligencia. No se puede saber qué saldrán los niños. En muchos casos se ha visto que de una pareja de jerarquía alta o baja nacen niños betas, y de betas nacen bebés lobunos.

     Su padre se giró hacia él, prestándole debida atención esa vez. 

     No era una conversación que deberían estar manteniendo en los últimos minutos que su hijo viviría bajo su techo, pero el tema había fluido de forma espontánea y JungKook no parecía habérselo tomado del todo bien. No era para menos: de ser esa ley concretada, él y los de su especie estarían en el ojo de ese huracán político.

     —Se asume que el inicio de esta extinción fue que alfas y omegas se unieran con betas. Es una solución posible, pero no está decretado todavía.

     —Es una tontería —concluyó JungKook; su padre lo secundó.

     El joven miró el reloj de la sala y pegó un grito al cielo.

     —¡Si llego tarde, es culpa de ese maldito gobierno loco que me hace parlotear! —quejó.

     El alfa, bajo la mirada y sonrisa de su padre, cargó sus maletas y tomó el vaso de jugo que su madre le había puesto y que no había tomado porque estaba tibio. JungKook no era un fanático de las bebidas tibias o calientes, las prefería a una temperatura más baja.

     Su madre apareció en la sala poco después y se unió a su familia para despedirse de su único hijo. No estaba siendo fácil dejar ir a su pequeño a enfrentar la vida universitaria sin tenerla a ella y a su padre a su lado. Pero le era aún más difícil reprimir las ganas que tenía de amarrarlo a los barrotes de su cama y no dejar que se fuera nunca. Sin embargo, estaba siendo lo más sensata posible, por supuesto.

     —Kookie. Cuídate mucho, mi amor. —Su madre lo abrazó y él correspondió.

     —Los voy a extrañar mucho —dijo el menor, aferrándose a sus padres con fuerza para no olvidar el calor de sus confortantes abrazos.

     El contacto se rompió y JungKook salió de casa con algo de nostalgia. Iría a la Universidad Nacional de Pusan a cumplir su sueño de convertirse en médico. Para nada había sido una decisión fácil de tomar. Alejarse de su familia por ese lapso de tiempo era duro, más iba por la calidad de enseñanza que la Universidad tenía.

     Tomó un taxi —pues no podría con todas sus maletas— y, reprimiendo sus lágrimas, embarcó. Llegó a la parada de autobuses y se sentó a esperar mientras jugaba en su celular. Faltaban pocos minutos para que su bus saliera rumbo a Busán y, a decir verdad, estaba muy entusiasmado, fuera de la nostálgica sensación en su pecho. Tan sumido estaba en su teléfono, que, cuando escuchó un grito, el pobre aparato se estampó en el suelo.

     —¡Qué demonios te pasa! —gritó irritado, sin ver a quién se dirigía mientras recogía su móvil. Desde ya estaba enojado con la persona que lo había asustado de ese modo.

     No recibió respuesta alguna, así que la curiosidad lo venció. Al levantar la vista de la pantalla rota de su celular y ver al gritón que lo había espantado, se le volvió a caer.

     —¡No me jodas!

Roze Blume🌹

‹edited›

Extinción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora