𝓘𝓷𝓯𝓲𝓮𝓵𝓮𝓼 8

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Mientras tanto, Kaghome estaba terminando de limpiar la vajilla de fiesta, para luego colocarla en la mesa del comedor, sobre un mantel blanco con bordes rojo que tanto amaba. Era un recuerdo de su fallecida madre, y solo lo usaba en ocasiones muy especiales.

Saco unos candelabros de plata, coloco unas velas, corto unas rosas de su jardín para colocarlas en unos floreros de cristal y asi poder terminar con la decoración de la mesa. Para complementar termino con un rocio de lluvia, que le daba un aroma mas delicioso al ambiente.

Camino hacia la cocina para fijarse que los postres estuvieran bien, que las bebidas tuvieran la temperatura ideal y que el pan ya se hubiese enfriado, ya que lo había horneado en la tarde.

Luego fue hacia el living, para pasarle el plumero a la mesa ratona, y volver a rosear con el aroma a lluvia. Alli también coloco unas rosas, que le daban un toque de color a la sala de colores pasteles.

Cuando estaba terminando de arreglar los almohadones, escucho el ruido de la puerta al abrirse, y su corazón comenzó a latir con fuerzas. Sabia muy bien quien era, asi que camino hacia la entrada, encontrándose con ese hermoso peli plata que le sonreía.

-Inuyasha – Dijo con emoción, y corrió hacia él, saltando a sus brazos, para enredar sus piernas en su cadera y besarlo.

- Te extrañe, princesa – Le susurro, luego de alejarse de sus labios, pero sin soltar su cintura, manteniéndola pegada a su cuerpo.

- Igual yo, Inu – Sonrio con ternura, haciéndolo sonrojar levemente. A pesar de que el tiempo pasaba, esas sonrisas aun seguían causando estragos en su cuerpo – Ven amor – Se bajo de su cuerpo, tomando su mano y lo jalo hacia el comedor – Quiero que veas que tal quedo todo – Caminaron hacia donde Kaghome le pedia, dejando al peli plata anonadado por todo - ¿Te gusta?

- Si, muñeca. Quedo todo muy lindo – La abrazo por la espalda – Todo lo que haces queda bien.

- Gracias, cariño.

- Vayamos a preparar la cena.

- Claro.

Al llegar a la cocina, comenzaron a preparar las cosas para cocinar. De menú eligieron lomo al champignon, con ensalada de vegetales salteados y papas. Asi que, sin mas demoras, ambos pusieron manos a la obra.

Mientras cocinaban, no podían dejar de bromear y contar anécdotas de su vida, que quizás aun no sabían, pero quizás si, y lo volvían a repetir.

Inuyasha comento lo de Sara, diciéndole la pequeña conversación que tuvieron. La azabache rio, pero se sintió sumamente complacida al saber que su peli plata le contaria todo lo que viviera con otras mujeres. No podía desconfiar de él.

-Que yo recuerde Sara siempre se vistió asi – Le dijo con aire pensativo. Desde que Kouga había asumido la presidencia y había tomado a esa mujer como su nueva secretaria, ella siempre había vestido provocativamente. Escotes, faldas cortas y camisas casi transparentes. Nunca le gusto, pero al comentárselo a su, en ese entonces, esposo, él solo le había dicho que no se preocupara, que a pesar de ser asi, era muy eficiente en su trabajo.

- Desde ahora ya no. Le dije que mañana vaya vestida con mas decencia, y que llamara a una modista para hacerse un uniforme digno. Nada muy corto, ni muy llamativo. Queda muy poco profesional que un cliente venga a mi oficina y lo primero que vea sea a una mujer que, fácilmente, podría trabajar en un burdel – Kaghome volvió a reir al notar la indignación en su voz. Se acerco a él y beso su mejilla, logrando un leve sonrojo en su novio. Era tan adorable.

- Eres muy bueno y guapo, ¿Lo sabias? – Y ese leve sonrojo, se transformo en una rojo furioso que adornaba el rostro del oji dorado.

- Calla. No digas tontadas – Y se alejo de ella, continuando con su tarea de controlar la carne en el horno. La azabache solo rio. Eran tan adorable como un niño de 10 años.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora