Te escucho, Escucho cada pequeño canto Que desprendes de ti, A modo de expresión.
Lo siento, claro que si, Como acomodas mi paisaje Con cada párrafo de tu alegre entonación.
Recuerdo claramente, lo hago... Como exhalabas humo por la boca Como si fueses un dragón, Intentado incendiar mi pequeño corazón.
Viví, pero como un idiota, Nadando en aquel lago Que gracias a tus actos Tuve que salir bebiendomelo a tragos.
Y ahí estaba yo, mareado... Intentando cazar el dragón, Sin escudo, con flechas y arco, Cual cupido al amor de tu perdición.
Desesperado recordé, Aquel verso que en ese entonces no enfoque, De un viejo ermitaño incandescente Sobre otro viejo llamado sísifo, al cual me aferre.
"Oh, alma mía,no te afanes por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible"
Y por fin lo entendí, Puse mis piernas cual telescopio, Acomode mi cerebro tras ser lipendi Y simplemente observe.
Contemple y admire, Como las estrellas para brillar Debían en conjunto dirigirse, A tejer un grandioso hilar.
No te extrañe, ni una sola vez cuando mi cuerpo se hizo uno con la tierra, Y que a su vez, Me envolvió con raíces para que nada me hiriera.
Ahí sentado ocurrió mi muerte, Lenta e indolora, Observando tales magnitudes Que superan mi valor como persona.
Y allí quedaron mis restos... Donde la naturaleza creció, Rosas combinadas con huesos, Cabeza mirando al cielo, como en realidad pereció.
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