Merry Christmas Chaldea!!!

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Muy buenos días, tardes, noches, trasnoches, siestas!

Esta vez les presento una historia unitaria que supuestamente debió salir a la luz el día de Navidad...pero bueno, como pueden ver eso no pasó. Mi excusa? Tenía la cabeza en cualquier otro lado y terminé olvidando este fic en una carpeta distinta, la cual hallé el día de hoy.

En fin, espero que no haya sido o sea mucha molestia el que lo publique dos semanas después de esa fecha festiva, pues solo quiero que disfruten una lectura.

Sin más detractores, me queda decir que no soy dueño de ningún personaje, todo pertenece a su respectivo creador.

MERRY CHRISTMAS CHALDEA!!!

Dos figuras se hallaban frente a frente en una solitaria recámara, mirándose fijamente a los ojos y en silencio desde sus respectivos lugares en las puntas opuestas de una mesa bajo una lúgubre iluminación para darle más poder al ambiente tenso que habían creado a altas horas de la noche antes de cierta fecha en especial.

-Gudako...- el pelinegro de ojos azules habló por primera vez en muchos minutos.

-Ritsuka...- la muchacha de cabellos rojizos con orbes áureas replicó.

-Tenemos que hacer algo- declaró él sin dejar su postura meditativa.

-No podemos continuar con esto. Es insoportable- ella interpeló, emulando a la perfección los manierismos de su hermano.

Una pantalla holográfica se generó a partir de un proyector en medio de la mesa, enseñando a cinco Servants especiales por la época en la que estaban. Un quinteto que tan solo les traía un masivo dolor de cabeza luego de unos minutos con ellos pero debían fingir normalidad para no arruinar el día esperado.

-Cinco fallas- el Fujimaru parló por lo bajo, observando detenidamente los rostros.

-Tantos Saint Quartz malgastados...- negando con la cabeza en un comienzo, la fémina murmuró con melancolía.

-Demasiados momentos tensos...- comunicó el joven adulto, masajeándose el rostro de manera fatigada.

-Todos los Gachas desafortunados solo para obtenerlas! – reclamó con dolor entrelazado a sus palabras, Gudako.

Cayendo en silencio nuevamente, los hermanos escudriñaron minuciosamente las proyecciones que cambiaban sistemáticamente en un intervalo de tres segundos cada una, permitiéndoles llegar a una indefectible resolución a la cual ponían todas sus esperanzas con el propósito de no sufrir más.

Emitiendo un sonoro suspiro cansino, Ritsuka se puso bruscamente en pie, ocasionando que la pantalla holográfica se apague mientras la habitación prístina se ilumine al mismo tiempo. La chica, por su lado, palmeó suavemente sus mejillas un par de veces para darse ánimos antes de pararse y estirar sus ropas, quitándole así las arrugas por haber estado sentada.

-Hay que hacerlo. Es ahora o nunca! – con renovadas fuerzas internas, la pelirroja declaró abiertamente.

-Tienes lo necesario? – deteniéndose a meros metros de la puerta, el pelinegro observó por encima del hombro siniestro a la miembro restante de su familia.

-Aquí- enseñándole lo que mantenía oculto en una bolsa, Gudako refutó tras acercársele.

-Solo tres Saint Quartz? Eso nos alcanza para un solo intento...- notando la cantidad que tenían de las gemas canalizadoras, Ritsuka fue incapaz de contener sus pensamientos.

-Son nuestras últimas esperanzas a menos que queramos seguir sufriendo- entendiendo lo que su hermano decía, ella ultimó.

-...Ya no hay vuelta atrás. Andando! – pensándolo por un segundo en silencio, el ojiazul abrió la puerta lo más despacio posible para luego exclamar en voz baja y tomar la mano libre de su hermana.

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