CAPÍTULO II: QUERIDO LOGAN

7 0 0
                                    

Y así fue, todo comenzó con una carta de amor, que irónico, ¿no? Un día normal como cualquiera, estuve estudiando hasta tarde para un examen que teníamos al día siguiente, así es Harper Steel, un desastre que deja todo para el último momento, ¡qué novedad! Me paso el día vagueando y tocándome las narices mientras los empollones de mi clase viven agobiados en un mar de lágrimas porque han sacado un nueve y medio y no un diez. Yo saco un cinco en matemáticas y me monto una fiesta bestial, pero eso es muy difícil. Nunca he sido de esa clase de chicas responsables, estudiosas y adoradas por todos y cada uno de los profesores, he sido más bien lo contrario. Desperdicio las clases haciendo dibujitos de Spiderman y de animales mutantes que lanzan rayos láser por los ojos en mi cuaderno de apuntes, y la gran mayoría de veces no me entero ni un carajo de lo que el resto del mundo está hablando. Además, seré una vaga, pero soy incapaz de quedarme quieta en una posición durante mucho tiempo, puede que por eso me distraiga en las clases, no solo porque el sistema educativo inhibe mi motivación hacia el aprendizaje, sino también porque es demasiado tiempo hablando de lo mismo, la misma materia, el mismo tema, y eso pues me aburre un montón y prefiero pasármela haciendo el inútil y pensando en lo que estará haciendo Logan en ese momento a pasármela haciendo el inútil atendiendo a clase, igual no me iba a enterar. Yo soy feliz en mi mundo de sueños, o más bien tengo un problema de hiperactividad y déficit de atención flipante, pero dejémoslo en que yo vivía plácidamente en mi nube y pensaba seguir haciéndolo, pero eso duró poco en cierto modo.

Como iba diciendo, era ya muy tarde,  entre números y más números, mi mente dio un salto que me inspiró totalmente, "Querido Logan Harrison..." y punto por punto, coma por coma, acabé escribiendo otra carta a nuestro querido "guaperas Harrison" ¡Que rabia! Casi me rehusé a hacerla, pero algo me decía: "hazlo". Y así lo hice. Pero era una carta totalmente distinta a lo que todos se esperarían:

Querido Logan Harrison,

O debería decir estúpido guaperas de pacotilla que roba mil y un suspiros a la autora de esta carta. Quiero que sepas que eres tan tonto como una piedra, y en ocasiones, más corto que febrero, pero tan mono como un cachorrito jugando con una pequeña pelotita, eres demasiado para mí, exasperante. Te aman, todas te aman, bueno y todos también, joder, te odio. Eres tan guapo que nunca tienes problemas para salir de los aprietos más gordos, eructas y no te disculpas, piensas que todos lo encontrarán encantador, ¿por qué? ¡Porque todos te aman! ¿No? Qué patético eres. Siempre vas de chulo por los pasillos con esa sudadera verde con una pequeña rosa en el lado superior izquierdo que tanto me gusta, a cada paso más miradas, y yo como una estúpida rendida a tus pies babeando por todo el pasillo, lo que explica que la señora de la limpieza ya esté harta de limpiar mis "muestritas de amor", aunque seguro que debajo de toda esa ropa bonita y esos ojos y pelo perfectos también hay inseguridad. Te importa mucho lo que la gente piense de ti, por lo que nunca llegarás a gustarte a ti mismo ni a los demás siendo como realmente eres. Además, me niego a llamarte por tu apellido, en verdad suena patético cada vez que respondes cuando llaman a tu hermano Víctor en el pasillo de bachillerato, ¡¿es que soy yo la única que se da cuenta?! Seguramente no, pero nadie va a bajar al increíble Logan de su pedestal ¿me equivoco?

Me revelo ante ti con esta carta, me enorgullezco de decir que no te quiero, no te amo. Fui otra de las estúpidas que se enamoró de Harrison, pero ya no, de ninguna manera. Cuando estabas saliendo con Amber, fue duro para mí, me dolió,  pero como ya he dicho anteriormente, sé cómo quieras ser, vete de fiesta, conoce a treinta tías y líate con todas ellas. Apuesto a que si me besaras, algo que nunca pasará, no me pegarías tal impacto de amor en el pecho, sino más bien ¡una maldita mononucleosis!

                                                                                        Con cariño (pero no con mucho),

                                                                                                                         Harper Steel

Estaba doblando la carta cuando... ¡Beep! ¡Beep! ¡Beep! ¡Me había quedado dormida! La carta, por suerte, había sido un sueño.  Me vestí, desayuné y me preparé antes de que fuera demasiado tarde para coger el autobús. Cuando ya por fin tomo asiento, me doy cuenta de algo, si me había quedado dormida, eso significa... ¡no había estudiado nada! El examen era ese mismo día, estaba demasiado perdida "¡no sé qué hacer!" Gritaba mi cabeza. Pensé que eso sería lo peor que podría llegar a pasarme ese día, pero me equivocaba, me equivocaba rotundamente.

Si esto ya es horrible, es casi inimaginable lo malo que puede llegar a ser lo que está a la vuelta de la esquina.

MITADES: UN AMOR HECHO DE ODIOWhere stories live. Discover now