Capítulo VI

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Empaque solo lo necesario, para nuestra suerte hoy era noche de autocinema, así que era una de las mejores noches, solo tenía que tomar las llaves de la camioneta de la abuela, e iría por Elizabeth. Me dirigí hacia la habitación de la abuela, sabía perfectamente en donde dejaba las llaves, y justo cuando ya las tenía en mis manos y estaba listo para marcharme, la luz de la lampara que esta sobre la cómoda se encendió. 

-¿A donde vas, jovencito? - preguntó la abuela

-Pensé que estabas dormida, y no quise despertarte, abuela - le dije cariñosamente

-¿Para que necesitas la camioneta? - indago más

-Bueno, quería ir a dar un paseo - ella me miro penetrandome con su mirada, sabía que mentía

-Esta bien, solo que con mucho cuidado, ¿Llevarás a la jovencita con la que estás saliendo? - justo en el clavo, y ella lo sabía -. Cariño, puedes confiar en mí ¿Que sucedió?

-Es una larga historia, abuela, prometo contarte mañana, pero ahorita de verdad necesito irme, la llevare al autocinema - los ojos de la abuela brillaron -. Descansa, abue, regreso más tarde, y lo más probable es que la traiga a casa para que la conozcas

-Anda, Will, diviértete - me acerque a ella y le di un beso en su coronilla -. Y trae a esa muchacha a desayunar - salí de su habitación, tomé la mochila donde metí las cosas y baje corriendo las escaleras, subí a la camioneta, la encendí y emprendí mi viaje. Al llegar a casa de Elizabeth tuve que frenar unas casas atrás, para así no hacer demasiado ruido, me escondí entre los arbustos y me dirigí hacia su patio trasero, ya que su ventana estaba detrás. Tome unas cuantas piedras que se encontraban ahí y las lance hacia su ventana.

-¡Elizabeth! - grite en un susurro, esperaba que ella no estuviera dormida -. ¡Elizabeth! - no había respuesta así que lace una piedra más, pero justo al lanzarla la ventana se abrió, dejando a la vista el bello rostro de Elizabeth, el cual fue la barrera de la piedra para que no se adentrara a su habitación.

-¡Por el amor de dios, William! - ella soltó un quejido, su mano se posaba en su sien y daba leves círculos sobre el golpe que la roca le había provocado -. Esto me dejara una marca -. dijo divertida -. ¿Qué haces aquí? si mi padre te ve va a matarte, bueno no literalmente

-Baja, tenemos que irnos - me miró confundida -. No hagas preguntas, solo baja, escapemonos solo esta noche, conozco un lugar que te encantará - sus labios se ensancharon mostrando una enorme sonrisa, se adentro a su habitación, minutos después se asomó de nuevo -. ¿Estas lista? - asintió levemente. A un costado de su ventana se encontraba una pequeña escalera donde una enorme enredadera se encontraba en ella, no era nada difícil bajar por ahí, lo único complicado era la enredadera, solo tenías que pisar en los escalones correctos, ya que algunos no estaban en buenas condiciones. Y así Elizabeth bajo escalon por escalon con mucho cuidado, hasta quedar a una altura considerable para poder tomarla de la cintura y ayudarla a bajar, cuando al fin sus pies tocaron el suelo, ella se giro hacia mi y me dio un pequeño pero dulce beso, y cuando por fin pensamos que lo habíamos logrado, la luz de la cocina se encendió, haciendo que nos agacharamos para no ser vistos

-Es mi papá, tenemos que irnos ya - susurro y yo asentí. Caminamos hacia los arbustos totalmente agachados, esa era una escena digna de ver, escabullendonos entre los arbustos, mientras su padre miraba por la ventana tratando de averiguar que es lo que estaba sucediendo, Elizabeth era muy risueña, y no pudo contenerse, soltó una carcajadas en un susurro, tal vez su padre fue lo que oyó esa noche, ya que salió por la puerta trasera.

-¡VÁYANSE DE AQUÍ, LADRONZUELOS! - gritó el padre Ben, él cada vez se acercaba más

-¡CORRE, WILLIAM! - grito Eli en un susurro, los dos corrimos lo más rápido que pudimos, no podíamos parar de reír; la mejor noche de ese verano. Llegamos a la camioneta exhaustos, encendí la camioneta y arranque, no podíamos creer que lo habíamos logrado -. ¡ESO FUE DIVERTIDO! - grito emocionada -. Gracias por venir por mí 

EL AMOR DE VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora