Mean Phiravich solo quiere vengarse del Plan adolescente que rompió su corazón en el pasado y siendo una de las personas más ricas de Tailandia usaría un poco de su poder y dinero para devolverle a aquel chico todo el sufrimiento que le causó.
Plan...
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Se despertó jadeando en su cama, luchando por llevar aire a sus pulmones resultandole casi imposible, su pecho ardía y sentía su boca reseca. La desesperación aún le consumía, aturdiendolo al punto de no darse cuenta de que Mean no estaba a su lado hasta segundos después.
Tanteó el lado opuesto de la cama en la oscuridad, efectivamente su vista no le fallaba y estaba sólo en la habitación.
Casi gritó el nombre de su esposo, cuando éste entró abriendo la puerta visiblemente preocupado.
---¿Qué te paso?, ¿Te sientes mal?---Mean se sentó a su lado hundiendo el colchón con su peso, no espero mas y llevó sus manos a las mejillas de Plan, no obtuvo respuestas y el menor solo negaba con la cabeza, sintiendo las lágrimas bajar por sus mejillas, pero estas eran limpiadas por los pulgares de su marido.---¿Fue una pesadilla? cuéntame.
---Tú no estabas---Lloriqueo Plan, recordando la angustia que había sentido, el temor que le había causado pensar en Mean perdido en aquella niebla.
---Perdón, salí para llamar a Saint---Explicó acomodando un mechón de cabello negro, para su sorpresa Plan negó efusivamente mirándolo a los ojos.
---tú no estabas, te busqué, grité tu nombre y no viniste---sollozo con la voz rota, un poco avergonzado de llorar como un niño pequeño frente al abogado.
---Siento tardar tanto, pero ya estoy aquí.---Acarició sus mejillas, viendo sus ojos sumidos en tristeza, su corazón se rompió al verlo en tal estado comprendiendo un poco de lo que había soñado, sintiéndose culpable de no haber estado a su lado cuando había despertado.
---Tenía mucho miedo de que no volvieras, quería estar contigo pero no podía encontrarte, caminé por mucho tiempo pero no estabas.
---Ven aquí.
Mean abrió sus brazos, y como si estuvieran hechos el uno para el otro, Plan se refugio en ellos, envolviendo sus brazos en el cuello ajeno aspirando el olor a menta y tabaco que lo tranquilizó un poco. Sin embargo continuó derramando lágrimas entre hipidos y temblores, que le hacían difícil respirar.
---Precioso deja de llorar no paso nada, yo estoy aquí contigo---Susurró el mayor con calma, como quien habla con un niño, dándo caricias en la espalda del pelinegro.
---No estabas, no quiero que te vayas.---Mean casi sonrió al escucharlo, teniendo ganas de decirle que lo último que quería era apartarse de él, aunque sentía como él menor ponía más fuerza de la necesaria en el abrazo, no le importo, él también necesitaba sentirlo más cerca.
---No me iré a ningún lado, me quedaré contigo por mucho tiempo.---Con delicadeza lo apartó un poco, llevando sus manos a las mejillas del contrario y volviendo a limpiar las gotas saladas que caían por su rostro, sus ojos se encontraron mirandose por varios minutos. Aquellos ojos marrones que tanto le habían gustado en el pasado y que lo seguían haciendo ahora, lo veían con algo que no supo identificar pero sí sabía con certeza que no quería verlo triste, quería hacerlo feliz.
