Parte 1

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El dolor que siento es indescriptible, acabo de perder a mi mitad, a mi único y verdadero amor, a mi compañerita, a mi todo, a la persona más importante en mi vida, que sin pedírmelo le di mi corazón desde el primer día que la vi, por la única mujer que he hecho grandes y pequeños sacrificios.

¡Te amo! ¡no me dejes, le ruego, pero ya no me escucha, ya no me toca, ya no me dice ¡Mi amor!, Esta inmóvil, sus ojos ya no brillan y sus labios están ásperos y resecos, las maquinas a las que estaba conectada ya no emiten sonido alguno, las mismas maquinas que preveían su inminente final, así nos lo había dicho unos días antes el Médico, que sin ninguna esperanza nos dio la noticia de que la perderíamos.

Siento un hueco horrible en el estómago, dolor físico y miedo, siento que me caigo, que me desvanezco, las lágrimas salen solas, los gritos también, pero en medio de todo eso veo su rostro y noto una gran paz, desde que está en esa cama de hospital, solo parece dormir muy tranquila sin temores ni preocupaciones, sin saber que ese fue el último sueño de su vida.

¡Sonríe! ¡por favor! le ruego mientras siento su cuerpo frío cuando intento abrazarla tiernamente, ya no escucho su corazón, siento sus manos heladas, sus manos ya no aprietan las mías cuando las tomo.

¡No te escucha! me gritan todos mientras intentan separarme de ella, ¡No me dejes! grito desde lo más profundo de mi corazón, el miedo me invade y el grito es tan desgarrador que ya no me escucho a mí mismo. No siento mi cuerpo, no siento los latidos de mi corazón, no siento nada mientras la veo ahí acostada ya sin vida. Las enfermeras quitan los cables que adornaban su corazón, y los tubos que hacían lo mismo con sus brazos y su rostro desde hace días, una de ellas intenta cubrir su rostro, Pero no lo permito y me vuelvo hacia ella con desesperación. No quiero que nadie la arrebate de mi vista, no quiero que nadie la vea, ni la toque, saco a todos de la habitación con gritos y empujones, quiero estar solo con ella.

No lo acepto, ¿tú no me estas dejando?, ¿verdad? Se lo pregunto mientras peino su rubio cabello y beso con ternura su frente, pero no encuentro respuesta, nadie me la da, ni tú, ni nadie, me arrodillo a lado de tu cama, las piernas no me responden, y tus manos no impiden mi caída, el piso esta helado, y tú ya no me hablas, ¿me dejaste caer?, en realidad ¿me dejaste caer?, nunca antes lo habías hecho, el miedo de no volver a verte me invade, pero no puedo levantarme, me dejaste caer.


EL DOLOR DE LA MUERTEWhere stories live. Discover now