Introducción

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Muchos dicen conocer a la muerte, por muchos años he escuchado sobre personas que dicen ver cosas cuando su corazón deja de latir, algunos dicen ver una luz, lugares extraños o cualquier tontería por el estilo, pero lo cierto es que ninguna de esas personas estuvieron muertas realmente, aunque su corazón ya no respondía su cerebro seguía vivo.

Nuestra historia, al igual que otras, tiene un comienzo, esta inicia con un funeral y una pequeña niña a la que su madre acertadamente le dio el nombre de Ángel, cuando ella nació su madre se apresuró a decir que solo ella podría salvarla de todo el mal del mundo y que por fin comenzaba el camino de subida para las dos. De cierta manera, Ángel fue una bendición, pero siempre estuvo lejos de acabar con el mal que cargaba esa mujer.Cuando la madre de Ángel enfermó, por fin se dio cuenta del error de pensar que su hija la salvaría, porque ni siquiera los mejores médicos que ella podía pagar parecían estarlo haciendo, su hija apenas tenía cinco años, y aunque ella se dio cuenta de que su madre no estaba bien jamás supo el por qué, no tenía la capacidad de distinguirlo. Pero su madre sabía que la muerte tarde o temprano vendría por ella, y que su hija quedaría prácticamente sola en este frío mundo. Y no, no solamente eran ellas dos, ya que un hombre llamado Stuart, el cual había concebido a Ángel, también las acompañaba en esa lenta agonía.Finalmente, y después de siete años de desesperación, los médicos desahuciaron a aquella mujer dándole pocas esperanzas de sobrepasar otro año luchando inútilmente contra la muerte. Y así fue, aquella mujer sólo duró un par de semanas sin los fármacos que frenaban al destino. El cuatro de agosto de 1948 la madre de Ángel murió.

Ese es el inicio de nuestra historia.

La familia de Ángel no era de las más adineradas, contaba con una casa gracias a la burguesía de una familia lejana, el padre trabajaba y con dificultades alcanzaba para comer, no era de impresionar que el funeral de la mujer fuera organizado entre los pocos amigos y la casi inexistente familia que aún tenía, solo para evitar que el cuerpo no terminara en un tiradero común y por lo menos pudiera ser cremado. Lo que sí admiraba era la falta de disposición del hombre hacia los arreglos post-mortem de su esposa, este parecía satisfecho solo con dejar que los demás obraran por él mientras gastaba la poca paga de la semana en un bar o burdel, en una ocasión Ángel tuvo que quedarse con algún vecino mientras su padre no estaba en casa y ahora, tras la pérdida de su esposa, Ángel había roto récords en casa de otra persona.

Una vez finalizado el funeral y la cremación nadie quiso cuidar de Ángel, para ella el estar en su casa resultaba melancólico, y sin ningún aviso comenzaba a llorar a mitad de la noche y con la ausencia de su padre en la mayoría de ellas, solía sentir que se le rompía el corazón y se dormía con los ojos rojos e hinchados. Lo realmente malo comenzó una noche en que estaba sola, Ángel yacía llorando sobre su cama cuando se escucharon los pasos en el pasillo de su habitación, pasos pesados, arrastrados y lentos, pasos de borracho. Su padre.Ella había experimentado ese terror antes, esas ganas de salir por la ventana antes de que llegara y ese sentimiento de desesperación y rabia. Sabía lo que venía porque no era la primera vez: Su padre siempre decía que ella lo comprendía mejor que su madre, que lo hacía sentir "bien" pero a ella no le gustaba hacerlo "sentir bien" siempre sentía dolor, lloraba y a veces intentaba gritar, pero aquel hombre jamás se detenía hasta que estaba satisfecho y cuando por fin terminaba le decía que era una buena niña y que sería su secreto y ella odiaba ese secreto pero se lo tragaba en lo más profundo de su corazón, la última vez había sido un año antes, pero Ángel y su padre sabían que ya no había nadie a quien contarle y era algo que ambos entendían, y Stuart no dejaba pasar oportunidades. Esta vez Ángel trató de defenderse, pero aquel hombre robusto y con aquel aliento a azufre terminó por hacer lo que tantas noches había hecho ya, Ángel volvió a llorar esa noche solo que ahora era un llanto que le quemaba las mejillas y que albergaba toda la rabia acumulada durante tanto tiempo, esa noche volvió a pedir en silencio que todo acabara, lo pidió con tanta fuerza que la dejó sin energías y la piedad del sueño la llevó a olvidar entre sus brazos...

No estoy seguro el por qué, pero la vida siempre suele ser ajena, me refiero a que nunca parece vernos, ni sentirnos ni escucharnos, siempre parece tan aleatoria en cuanto a lo que nos da, los buenos sufren y los malos viven en abundancia, las oportunidades no llegan para cualquiera, me atrevería a decir que para nadie. Pero hay casos especiales en que algunas personas buenas son recompensadas... y alguien o algo había escuchado a Ángel.

Ángel y el reino del reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora