Capitulo 4

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A veces me gusta pensar en lo que pasaría si yo no existiera, aunque no lo parezca una sola existencia tiene muchas más afecciones de la que parece y si se trata de mi, suele ser muy complicado imaginar un mundo realmente funcional.

Ángel vago toda la tarde buscando algún indicio de su madre, no sabía a donde ir ni como llegar, pero cuando quiso volver a su casa la ciudad ya parecía haber cambiado y haberse sacudido sobre ella, ocasionalmente solía cubrirse el ojo bueno para tratar de encontrar algún indicio, algo que no estuviera viendo, o mejor dicho algo que pudiera ver. Cuando el sol comenzó a perderse entre los edificios se dio cuenta de algo que no había considerado...no tenía donde dormir. Pregunto en algunas tiendas cercanas antes de que las sombras se apoderaran de casi todo, con excepción de las lámparas que colgaban tenuemente en la calle, pero todas la echaban argumentando que no le darían asilo a una vagabunda, así fue como la niña terminó recargada en una esquina mirando como el sol se ocultaba en el horizonte, durante un rato se imagino saltando dentro de una casa para dormir en un lugar seguro, pero bien podría caer en algún mal lugar y en ese caso su viaje sería más corto de lo que esperaba, así que descarto esa idea. Decidió buscar un lugar en las calles, y con la suerte que suelen tener los niños encontró una pequeña callejuela donde podía echar una cabezadita sin ningún problema, como pudo acondicionó el lugar para dormir y se acostó en el suelo, un gato pardo se acostó a pocos centímetros de ella y se durmió casi al instante, Ángel estiró la mano y comenzó a acariciar al gato con la suavidad de una pluma y entonces mientras oía al gato ronronear sonrió, ya no recordaba cuándo había sonreído por última vez y sus ojos se llenaron de melancolía, y con el recuerdo de su madre cortandole el cabello se durmió hasta la mañana.

La despertó el repiqueteo de algunas botellas de cristal, un vagabundo estaba recogiendo sus cosas a unos metros de ella, cuando la miro le sonrio y siguio con lo suyo, el gato seguía ahí, ahora despierto y mirandola perezosamente. La niña siguió con su búsqueda, repitiendo la misma rutina del dia anterior, mirando, tapándose el ojo, mirando de nuevo, destapándose el ojo y seguir caminando, pero realmente parecía una mala idea que no iba dar resultados, cuando había avanzado una calles se dio cuenta que aquel gatito nocturno la seguía de cerca, casi al punto de estar encima de sus talones, Ángel se detuvo y acaricio al gato, le preguntó su nombre asumiendo que en ese mundo las mascotas podrían hablar pero el animal solo respondió con un meow.

—¿Meow? —respondió la niña mientras sonreía por su error— De acuerdo, te llamaré Meow

Ángel siguió con su camino, prestando más atención al gato que a su rutina, ese gato parecía inteligente, y ella parecía la mejor amiga de ese pequeño animal, anduvieron por algunas calles repletas de personas, otras muy vacías. Ella no había olvidado taparse el ojo pero con compañia lo hacía menos necesario, finalmente llegaron a lo que parecía la entrada a un subterráneo, algunas personas subían y bajaban apresuradamente cargando guitarras, maletas o cosas por el estilo, sin duda había actividad a esas horas, supuso que un lugar con tantas personas podría darle una pequeña guia para su búsqueda, o si no podría ser un buen lugar para llegar a... cualquier lado, tal vez el cartelon de las líneas podría darle alguna idea de adonde podía ir. Bajo los escalones dejando al gato en la parte alta de las escaleras, no supo porque pero el gato no parecía estar dispuesto a bajar, su cabeza le decía que él había maullado un "Cuidado" o más probablemente un "Espero aquí", una vez abajo miro como el tren comenzaba su lenta marcha, la única persona que no estaba en el tren iba de regreso a la superficie, dejando el lugar completamente vacío y aunque el plan A no iba a funcionar, el plan B (el cartel) seguía en marcha, para ella parecía solo un monton de lineas enrevesadas sobre el mapa de la ciudad así que solo se concentró el el nombre de las estaciones tratando de buscar algo que pudiera ayudarla pero no había nada, solo nombres que no llevaban a ningún lado, ni una sola referencia y aunque parecía obvio el resultado, de nuevo termino donde estaba, perdida antes de haberse encontrado, ni siquiera sabía que era lo que realmente estaba buscando. Se sentó en una banca y hundió su cara en las manos con las lágrimas ya quemándole los ojos... Hubiera llorado si ese ruido no hubiera llamado su atención, el cartel había desaparecido y ahora estaba sustituido por una pared rojiza y ligeramente palpitante, Ángel miró como todo a su alrededor comenzaba a transformarse en ese material rojo, rodeandola lentamente, hinchándose y babeando una sustancia viscosa que seguía transformando lo que tocaba en esa piel roja y palpitante, el banco en el que estaba parecía estar pegado a ella y Ángel sentía como lentamente la succionaba, el espacio cada vez se hacia mas pequeño, babeando cada vez más y asemejándose a la piel de una garganta impaciente por succionarla, el aire se había vuelto fétido, húmedo y caliente. Ángel se había quedado completamente pegada en su lugar, no porque no quisiera moverse, solo estaba demasiado asustada para hacerlo. Algo pesado cayó detrás de ella la tomó del hombro y un objeto rojo se clavó en la piel sobre la que estaba sentada, extrayendo un chirrido que escapó desde todas partes, el material rojo comenzó a estirarse y contraerse bruscamente, mostrando las puntas amarillas que se ocultaban dentro de la criatura, con tanta brusquedad que Ángel se perdió en su filo amenazante.

Ángel y el reino del reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora