Capítulo 6

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Las horas pasaban con rapidez mientras la lluvia seguía cayendo sin cesar fuera de la calidez del hogar de Víctor.

-Son las seis de la tarde- me quejé revolviéndome de entre sus brazos para poder levantarme y dirigirme hacia la venta. Las gotas salpicaban y corrían con libertad por el cristal y el viento mecía con violencia los árboles que cubrían el jardín de la mansión y los arbustos que la rodeaban.

-Vamos, no te levantes- gruñó Víctor con voz pastosa y lenta contra los cojines del sofá- Hace un día perfecto para que nos abracemos durante horas- sugirió con tono meloso logrando que una gran carcajada saliera de entre mis labios a la vez que intentaba ignorar el calor que me sofocaba la cara y que seguramente había cubierto mis mejillas de un tono rojizo.

-¿Desde cuándo eres tan cursi, ricitos?- me burlé desde la ventana viendo como me guiñaba un ojo coqueto a la vez que mordía su labio inferior. Todo mi cuerpo ardió en combustión espontánea ante aquel sutil gesto, especialmente la zona baja de mi estómago. Hacía mucho tiempo que no tocaba a nadie o que alguien me tocaba a mí, y sentía unas ganas irremediables por ir y lanzarme sobre él para dejar que me comiese entera.

>>Ahora te lo digo enserio- proseguí ignorando el hilo de pensamientos por el cual mi subconsciente me quería llevar- como siga así nos vamos a inundar.- ahora fue la risa de Víctor la que cubrió toda la estancia bajo su melodioso sonido- ¡No te rías! Lo digo muy enserio, me da mucha angustia morir ahogada bajo el agua y solo tienes que mirar la cantidad de lluvia que está cayendo. Esta casa está casi a ras del suelo, no tiene ni medio metro de altura de más...- empecé a divagar mirando de nuevo el cielo grisáceo a través de los cristales salpicados de gotas de lluvia- Voy a morir joven y bella atrapada en tu casa inundada- relaté con frustración sobresaltándome al sentir como unos brazos me rodeaban por la cintura y me apretaban contra un cálido y fornido pecho. El calor que emanaba Víctor contra mi cuerpo era la mejor sensación que había sentido en toda mi vida.

Bueno, tal vez iba después de besar su esponjosa y caliente boca.

-Nunca dejaría que algo malo te pasase- aseguró con completa seguridad al mismo tiempo en que su boca se cerraba sobre mi cuello en un húmedo beso- Además, si de verdad se llegase a inundar esta planta, siempre queda la segunda y, sino, la buhardilla.

-Pero ¿esta casa en algún momento se acaba?- cuestioné con las cejas levantadas con sorpresa, girando en el abrazo que había creado con sus brazos a mi alrededor- Hay interminables pasillos, decenas de puertas y además, por si fuera poco, una buhardilla.

-Te tocó el premio gordo- se jactó Víctor antes de bajar su rostro y atrapar mis labios entre los suyos de forma profunda y juguetona.

-No te creas tanto, ricitos- le dije separando su cuerpo de mío empujándolo levemente por los hombros- Me empezaste a gustar cuando ni siquiera había visto esta pedazo de mansión. Es más, caí por ti cuando pensaba que eras un chico que seguramente vivía en un piso maloliente y compartido- me burlé viendo como sus ojos me miraban incrédulos y una pequeña sonrisa se formaba en sus labios rosas. Sus ojos brillaban con furor y me llenaban el alma con calor y tranquilidad.

-¿Acaso huelo mal?- preguntó burlón mientras yo mordía mis labios para evitar reír.

-Es algo que siempre he temido decirte, Víctor.- le seguí el juego mientras apretaba mis brazos alrededor de su cintura. Notaba como su esbelto cuerpo se amoldaba a la perfección contra el mío.

-Pues para ser tan repugnante, te gusta estar siempre bien cerca de mí- susurró sobre mi rostro logrado que yo inconscientemente cerrase mis ojos ante su embriagadora cercanía- A lo mejor debería alejarme para no acabar de matar tu sentido del olfato- ofreció. Sus brazos cayeron a mis costados y separó su cuerpo del mío unos pocos y dolorosos centímetros.

Imprecisiones.Where stories live. Discover now