단일 장

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YoonGi suspiraba dolorosamente por el fallecimiento de su amado esposo JiMin. Era medianoche y estaba junto a su tumba, en la hora en que el espíritu de brama en las tempestades lanza sus malditas legiones de monstruos. Se lamenta todas las noches junto a la cripta, bajo los árboles helados, reclinando la cabeza sobre la lápida de su esposo.
    YoonGi era un poderoso caballero de Daegu. Se había casado con JiMin en su juventud, cuando los dos se amaban con locura, pero la muerte se lo arrebató de los brazos, y sufría todavía a pesar de que se casó otra vez con una bella mujer llamada Suran, castaña, de ojos marrones y un tono rosado en las mejillas, que le había dado un varón y una niña y que era todo lo contrario del esposo muerto.
      YoonGi no hallaba reposo, seguía amando a JiMin y deseaba con toda su alma tenerlo junto a él.
Constantemente comparaba a su esposa viva con el muerto. Suran notaba el cambio en su esposo y se esmeraba por atenderlo; pero de nada servía, ya que la obsesión de YoonGi era tener a JiMin otra vez, y esa idea fija, constante, se había apoderado de su alma. Todas las noches visitaba la tumba de su hermoso esposo y le preguntaba con tristeza:
  -¿Dormirás eternamente?

    Ahí estaba YoonGi, acostado sobre la tumba. Era medianoche, cuando un hechicero de las montañas entró al cementerio para recoger las hierbas que sólo crecen en las tumbas y que están dotadas de un terrible poder. Se acercó a aquella en la que YoonGi lloraba y le preguntó:
  -¿Por qué, infeliz, te atormentas así? No debes lamentarte por los muertos, pues tu también morirás algún día. Al llorar por ellos no los dejas descansar.

  -El amor es la fuerza más grande que hay en el universo y yo amaba al que aquí está pudriéndose. Quisiera que la regresara conmigo. -le respondió YoonGi con pena y necedad.

  -¿Crees que va a despertar con tus lamentos? ¿No ves que perturbas su calma?

  -¡Vete, anciano, tú no conoces el amor! ¡Si yo pudiera abrir con mis manos la tierra y devolverle la vida a mi querido JiMin, lo haría a cualquier precio! -le gritó YoonGi.

  -Ignorante, no sabes lo que dices, te estremecerías de horror ante el resucitado. ¿Piensas que el tiempo no degrada los cuerpos? Tu amor se convertirá en odio.

  -Antes se caerían las estrellas del cielo. Yo reventaría mis músculos y mis huesos si él resucitara; jamás podría odiarlo.

  -Hablas con el corazón caliente y la cabeza hirviendo. No quiero desafiante a devolvértelo: pronto te darías cuenta de que no te miento. -dijo el anciano.

  -¿Resucitarlo? - Gritó YoonGi, arrojándose a los pies del mago- Si eres capaz de tal maravilla, ¡hazlo!, hazlo por éstas lágrimas, por el amor que ya casi no vive sobre la Tierra. Harías la mejor obra de bien de tu vida.

  -Calma, si decides que así sea, regresa a la medianoche; pero, te lo advierto: ¡Deja a los muertos en paz!

    YoonGi regresó a su casa, pero no pudo conciliar el sueño. Al día siguiente, justo a medianoche, esperaba al hechicero junto a la tumba.

  -¿Haz considerado lo que te dije? -Le preguntó el anciano.

  -Si, lo he pensado. Devuélveme al dueño de mi corazón, te lo suplico. Podría morir ésta noche si no cumples tu promesa.

  -Bien -Le dijo el viejo- sigue recapacitando y regresa aquí mañana a medianoche. Te daré lo que pides, sólo recuerda algo: ¡Deja a los muertos en paz!

     A la noche siguiente apareció el hechicero y dijo:

   - Espero que hayas pensado bien la situación. Regresar a un muerto a la vida no es cosa de juego. Esta será la última vez que te lo diga: ¡Deja a los muertos en paz!

"deja a los muertos en paz"Where stories live. Discover now