CAPITULO VII

104 4 0
                                    

Alba se sentaba a la mesa de su cocina, tarde el día siguiente. Se había pasado el fin de semana entero evitando el temido ensayo y ahora no tenía otra opción salvo concentrarse.

-Concéntrate,- se dijo, mirando fijamente la pantalla del ordenador. -Había hadas... y un tipo con un asno en la cabeza.- Agitó la cabeza. -Shakespeare debía haberse metido algo.- Hojeó la obra en sus manos. -Titania era guay. Quizá puedo hablar de ella. Reina de las hadas y todo. Je. Suena divertido. Reina de las hadas.- Se detuvo a considerarlo. -Necesito dejar de hablar sola.-

Llegó hasta escribir, -Titania, Reina de las hadas,- cuando el teléfono sonó, interrumpiendo su productividad.

Secretamente aliviada por la interrupción, agarró el receptor de su sitio en la pared. -Hola.-

-Hola, hermosa.-

Alba sonrió levemente. -Eh, Alex.-

-Te extrañé este fin de semana,- dijo. -¿Quieres hacer algo esta noche?-

Alba miró a su ordenador. -Desearía poder, pero tengo este ensayo que he estado retrasando dos semanas. Es para mañana.-

-Oh,- dijo él, desilusión en su tono. -¿Que tal si nos vemos después de tu clase de mañana? Podemos ir a comer algo.-

Alba tuvo en cuenta su horario del lunes. -Supongo que puedo hacerte un hueco,- contestó, sonriendo. -De todas formas quiero hablarte de algo.-

Alex hizo una pausa. -¿Sobre nosotros?-

-No, en absoluto,- contestó rápidamente. -Cosa familiar.-

-Hablando sobre eso,- empezó Alex, -hablé con tu padre antes. Cenamos en casa de tus padres el viernes.-

Alba se sintió de repente irritada. ¿Por qué siempre creían que podían planearle la vida? ¿Y qué si tenía algo importante que hacer el viernes? ¿Alguna vez se les ocurría preguntar primero? -Vale,- dijo, no deseando empezar una discusión. -Oh, eh, vendí tres obras el otro día.-

-Eso está bien, nena,- respondió Alex. -Bueno, tengo que irme. Le estoy poniendo un sistema estéreo de muerte al 'stang. Ángel va a morirse cuando lo vea.-

Alba intentó ignorar la punzada de desilusión que le recorrió. No era la primera vez que Alex desechaba sus logros. Sabía que él pensaba que la pintura era una pérdida de tiempo. -Como si mi hermano no te adorara ya lo bastante,- bromeó.

Alex se rió. -Sí, bueno... pero yo te adoro a ti.-

Alba forzó una sonrisa que no sentía. -Debiera volver a mi ensayo,- dijo, no deteniendo a preguntarse por qué, de repente, prefería escribir su ensayo a hablar con su novio. -Aunque te veré mañana.-

-Te veo entonces, nena,- repondió Alex. -Te quiero.-

-Yo también te quiero,- le contestó.

Tras colgar el teléfono, suspiró. Estaba deprimida y no estaba segura por qué. Miró la pantalla del ordenador resignadamente. Quizá debiera abandonar la facultad. No necesitaba una licenciatura en Artes Visuales para ser artista. Por la forma en que iban las cosas, de todas formas se casaría pronto con Alex y entonces no tendría que preocuparse del dinero. Iba a ser un abogado de los buenos, después de todo. Con un automóvil de los buenos. Y una vida de las buenas.

Y una abandona-estudios por esposa.

Cerró la ventana del ensayo y pulsó su conexión a Internet. Quizás su padre le había respondido. Él normalmente le hacía sentirse mejor. Con frecuencia consideraba mudarse a California. Pero no podía irse y dejar atrás a su madre y hermano. Y aMiguel. Y a Demion. Y a María. Oh, y a Alex, por supuesto.

Dos mensajes nuevos. Sonrió cuando notó que su padre había escrito. Ansiosamente, pulsó en la carta.

¿Cómo le va a mi bebé? Confío que acabases tu ensayo para ahora pero, conociéndote, será domingo noche y todavía no tendrás un tema escogido. LOL. ¿Verdad? Bueno, estoy seguro que saldrás con algo. Porque eres brillante (justo como tu padre).

El trabajo me mantiene ocupado. Acabo de regresar del sitio de construcción hace un ratito. Estamos reconstruyendo una vieja capilla. Pero no te preocupes por eso.

Te dejaré volver a tu tarea

Te quiero,

Papá

Alba sonrió sintiéndose levemente mejor. Le escribió una nota preguntándole cómo la conocía tan bien y diciéndole que tuviera cuidado en el trabajo. Entonces siguió al siguiente mensaje de su bandeja de entrada. No reconoció la dirección.

El correo se abrió en pantalla y examinó el contenido, esperando que fuera correo basura. Le sorprendió ver que no lo era. Así que lo leyó de nuevo.

-Bueno, es una primera vez,- dijo aturdida. Cualquier tristeza que hubiera sentido momentos antes fue, de repente, reemplazada por júbilo. ¡A alguien realmente le gustaba su obra! Se sentía tan feliz que deseaba levantarse de la silla y bailar por la cocina. Nunca nadie le había escrito antes. Habían comprado sus trabajos y dicho que eran preciosos, pero tomarse el tiempo para realmente escribirle. Uau.

Alba se enderezó en su silla, poniendo su pelo detrás de las orejas. Se mordió el interior del labio, mientras debatía qué responder.

Estimado N. E.,

Me complace que disfrutara mi obra. Me agrada que le hablase. ¿Puedo preguntar cuál era? Podría darle una mejor idea de lo que estaba pensando cuando la creé, si le interesa. Me temo que no tengo galería, pero gracias por preguntar. Quizá algún día, si todos mis sueños se cumplen.

Gracias por su carta. Fue una inesperada aunque bienvenida sorpresa. No sólo me permitió diez minutos extras de remoloneo, sino que también alegró un día, por otra parte, deprimente.

Atentamente,

Alba Reche

Leyó el correo un par de veces, esperando que no sonara demasiado bobo. Debatió si borrar o no el segundo párrafo. Después de mucho debatir, al final decidió dejarlo. Era la verdad, después de todo.

Correo enviado, volvió a abrir el archivo de su pseudo-ensayo. Pero ahora no podía concentrarse en Shakespeare. Estaba demasiado emocionada por el hecho de recibir su primer el correo de un fan. Se rió para sí mientras el concepto calaba. -En alguna parte ahí fuera, tengo un fan.-

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now