Primer Capítulo

221 22 2
                                    

Duele desprenderse, duele mucho, ¿no es así? Cuesta, y no es como que puedas tomar la decisión de buenas a primeras. No es como puedas abandonar la sensaciones que se apoderaron alguna vez de tu mente y corazón. No cuando la melancolía acecha una y otra vez. No cuando tienes que abandonar el lugar que te vio crecer y ser inmensamente feliz.

Tras débil y cansado, cabeceando, casi dormido, cierto muchacho de raíces brasileñas comenzaba a abrir suavemente los ojos. Los rayos del sol le empujaban suavemente. Talló con fuerza sus bonitas gemas color ámbar, esperando poder enfocarse. Y cuando consiguió aclarar la vista, lo primero que contempló fue un delicioso cielo pintado en colores escarlata.

Suspiró. Su bellísima Bahía conseguía enamorarlo cada día un poquito más.

José Carioca se levantó, decido a comenzar un nuevo día y proceder a realizar sus actividades matutinas. Y no había dado ni dos pasos fuera de la cama cuando el teléfono junto a su cama comenzó a sonar.

Soltó un gruñido, bostezó y descolgó el aparato.

- Olá?

- This is Donald Duck, do you know who is Donald Duck?

¡Demonios!, pensó mientras la adrenalina dejaba desenvolverse en su corazón. Dio un tropezón al darse la vuelta, como si le buscara en su hogar. Esbozó inmediatamente una nostálgica sonrisa. Casi podía sentir las lágrimas escurrirle. Se llevó una mano a la boca, intentando ahogar un grito.

- ¡Donal'! - chilló, hecho un manojo de nervios - Donal', ¡eres tú!

No podía creerlo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había hablado con el americano.

- Hello, you handsome man. ¡HOLA, MI PERICO! - gritó, lastimando un poco la audición del recién nombrado, aunque él ignoró el dolor, nadie podía sacarle esa bonita sonrisa. - José, no sabes el gusto que me da volver a escuchar tu voz.

Carraspeó, sabía que era él mismo quien había marcado la distancia con el rubio.

- Lo sé, lo sé... Ah, meu Deus... ¿Cómo estás, querido?

- Estoy bastante bien, amigo. Espero que tú también.

Sólo muriéndome de ganas de estar contigo otra vez, pero sí, estoy bien. Se dijo mentalmente. No quería dejar en claro que aunque disfrutaba de una abundancia fruto de su trabajo mismo, tenía aún unas piezas faltantes en su rompecabezas. Adoraba a Donald, siempre ese hombre sería su debilidad.

- No me mal intérpretes, estoy emocionado con tu llamada, pero, ¿a qué la debo?

No era necesario que lo tuviera en frente para saber que Donald había dejado de lado su entusiasmo. Lo conocía bien, y a veces sentía que había desarrollado sentidos extrasensoriales que le permitían comprender mejor a Donlad. Por ello, un breve silencio se apoderó de su conversación. Le escuchó suspirar, casi obligándose a volver a la realidad.

- No me extraña que te parezca raro el hecho de que te llame. Sabes, hasta tristeza me da. - Su risa fue desganada y hasta con pena - Pero... Me gustaría saber si un ligero reencuentro te vendría bien.

Ni siquiera tenía que preguntar. Vamos, permiso para volver a ver a su mejor amigo no habría que ser pedido. Ansiaba abrazarlo, simplemente disfrutar del azulado de su mirada, Donald era un hombre precioso.

- ¿Qué dices? Ducky, sueño con el día en que volvamos a estar juntos. Éramos inseparables, ¿qué nos pasó? - se apoyó contra la pared.

Imbécil, se llamó a sí mismo, arrepintiéndose de haber dicho eso. ¡Pues el había había sido quien puso distancia!

Detrás Del Telón - Nueva versiónWhere stories live. Discover now