Capítulo Único

4.4K 526 507
                                    

Mobei-Jun estaba de mal humor.

Shang Qinghua no fue el único en notarlo, sólo un ciego o un idiota no se daría cuenta de ello. A pesar de que el líder del Clan Mobei era conocido por todos por ser un demonio frío, tenebroso y oscuro, Shang Qinghua sabía mejor que nadie lo ocultaba en su interior, su cálida aunque tosca personalidad y un corazón de hielo con la capacidad de ser benevolente.

Sin embargo, la actitud del respetable monarca demonio estaba sobre un hilo, llegando a reaccionar ante la más mínima provocación de forma tanto seca como cruel. Algunos subordinados incluso temían mostrarse ante su persona si no era absolutamente necesario, sobretodo cuando tenían que darle alguna noticia que podría empeorar la actitud del líder y convertirse en la causa de su muerte.

A diferencia de todos, Shang Qinghua no mantuvo la distancia, consideró temerosamente la posibilidad de empeorar el enojo de Mobei Jun. También se debía a que si se alejaba con la intención de darle al rey tiempo a solas, éste tenía un efecto contraproducente. Así que por su seguridad, y la de los demás (de forma obligada por ellos quienes lloraron e imploraron que se quedara), Shang Qinghua yacía al lado de Mobei-Jun en un asiento construido específicamente para él. Tal vez para tener cerca de su vista, aunque tampoco es como si le molestara la presciencia del rey demonio, de hecho, podría encontrar un efecto relajante al estar a su lado.

Siendo honesto su relación con Mobei-Jun no era tan complicada como antes, al menos ya se había acostumbrado a los hábitos del otro como para considerarse cercanos. Parecía que la indiferencia seguía presente, como una constante. Shang Qinghua tenía sus beneficios, si se mantenía cerca estaría a salvo, después de todo podía seguir visitando la cumbre An Ding y trabajar en todo lo que pudiera desde el territorio de Mobei-Jun[1] y cuando tenía que viajar éste siempre lo acompañaba como una sombra sigilosa, casi se sentía como una presa siendo seguida por un depredador. Uno muy letal a decir verdad, así que al final, Shang Qinghua no tenía muchas opciones, pero tampoco muchas quejas, después de todo Mobei Jun era su único amigo.

Si, un amigo, ya lo había aceptado, a pesar de que había algo sobre aquello que inexplicablemente le molestaba.

Suspiró por enésima vez en el día y continuó jugando con las cáscaras vacías de las semillas intentando hacerlas entrar por un agujero en el suelo. Sabía que sería casi imposible de limpiar para los sirvientes, un pequeño castigo por usarlo como un medio para que su jefe descargara su malhumor. Ya estaba por lanzar su última semilla de melón cuando por fin se digno a iniciar alguna conversación con el pensativo Mobei-Jun, aunque el otro era de pocas palabras, esperaba lograr distraerse. Había llegado al punto de preferir tomar el riesgo de que el otro descargara su ira sobre él a sufrir lentamente en esa pesada aura.

—¿Mi rey tiene algo en mente?

La respuesta, como era de esperarse, fue el silencio, pero no uno muy largo.

—Hmn.

Bueno, eso era un comienzo. Shang Qinghua esperó en vano que el otro continuará, aún si sabía que debía seguir preguntando para obtener respuestas. Como vio que él otro no lucía tan molesto continuó interrogando:—¿Es algo sobre su clan, mi rey?

Para su sorpresa Mobei Jun negó suavemente, aunque conservó su expresión, absorto en algún tema de suma importancia, incluso hacía que Shang Qinghua se sintiera ligeramente ansioso por saber más.

—Es algo sobre el territorio, entonces—Shang Qinghua se aventuró en adivinar, esta vez se atrevió a entrar en la línea de visión del demonio, quien seguía viendo hacia ningún punto en particular.

Mobei Jun no reaccionó hasta después de unos cuantos segundos cuando concentró su gélida mirada sobre los suaves ojos de Shang Qinghua y lo escaneo de arriba abajo, antes de que su profunda mirada se suavizara, como si entendiera algo.

Un pensamiento únicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora