Carta al lector: La vida después de la muerte

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La última vez que me miré al espejo me dijo que llevaba dos años sin dormir.


Y los espejos no mienten.


Yo no podía contar contigo,

y la vida es una cuenta atrás

donde dos personas se dan la vuelta en el ultimo momento.

Una de ellas desaparece, otra se queda.

Adivina cual fuiste tú.


Ahí me escupió el espejo.

Aprendí a mirar por la ventana de mi pecho y encontré a un

chico sosteniendo las flores que crecen después de llorarlo

todo.


Entendí su mirada como quién se detiene ante la poesía,

comprendiendo que no llega para salvarte, pero concede ese

segundo exacto de luz en los ojos que nos hace reconocer la

herida para después respetarla.


Le tendí una sonrisa desde cualquier otro lado del mundo. y

aquel muchacho encontró el valor suficiente para salir de 

dentro, no le obligué a dar un paso, pero le guiñé un ojo desde

el otro lado del puente.


Me dijo su nombre y pronuncié Tristeza.

Caminaba lento como quien corre con el corazón de cemento. 

Su espalda era una enorme escarificación de adioses.

Sus ojos, alquitrán.

Solía llorar barcos.

Y en su pelo anidaban pájaros inalcanzables.


Le gustaba regresar a mi pecho por las noches para no dormir

y despertarme a sollozos de la madrugada.


Le acaricié el pelo con la esperanza de volverlo celizas.

Le leí libros, pero nunca terminaba de llorar.

Le hice un espacio abismal en la cama.

Soplé sus cumpleaños deseando abrir los ojos y no verle.

Nos besamos.

Nos corrimos.

Nos amamos.


Le enseñé a dar,e la mano para ver la cuidad.

Y no lo hicimos tan mal,

algunas mañanas incluso se atrevía a salir solo cinco minutos

cuando la ventana olía a pan recien hecho.

Siempre traía flores para sorprenderme al regreso.

Solo que la última vez pensé que no regresaría y me descubrí

echándole de menos.

Ahí lo entendí todo.

Y volví a escribir.


Este libro, 

como tantos otros, 

comienza por el final, 

en esta mi manía 

de contar historias

acabadas

que no terminan nunca.


Por su parte no temáis,

la tristeza no entiende de puertas

y poco después volvió a aparecerse en la ventana de mi pecho.


Por la tuya tampoco,

he precintado con palabras el hueco que ocupa tu recuerdo en

alguna zona posterior de mi cuerpo, allí donde el olvido no

puede tocar.

Y ellas

no

te

olvidarán.


Por la vuestra, a ver si os enteráis,

somos chicos tristes,

y los chicos tristes

somos felices así.


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⏰ Last updated: Feb 12, 2020 ⏰

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aquí dentro siempre llueve (fragmentos)Where stories live. Discover now