❲ ❥ cinco❳

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SeokJin se quitó la corbata de un tirón y cogió otra. Levantando la barbilla recién afeitada, colocó el pañuelo en la parte posterior de su cuello, colocando la tela de manera que descansara plana sobre el cuello de la camisa. Con la boca fruncida y el ceño arrugado en concentración, se miró en el espejo encima del lavabo y ordenó a sus dedos temblorosos que cooperaran.

El sol se había puesto hacía horas. Las velas en los candelabros de peltre iluminaban el dormitorio. El limpio aroma a jabón de afeitar permanecía en el aire. Y él había permanecido en esta habitación más que suficiente. Si no llegaba pronto al baile, provocaría la ira de JungKook incluso antes de que se encontrara con el hombre.

Después de un último tirón para centrar el nudo, estudió su reflejo. No era perfecto, ni se acercaba a lo que JungKook, o, mejor dicho, su ayuda de cámara, habría logrado, pero por lo menos se parecía a un nudo gordiano.

Cogió su abrigo de noche negro doblado sobre el respaldo de una silla cercana y deslizó los brazos en las mangas. Después de abotonarlo, pasó las manos por la lana, tratando de aplanar las arrugas. Debería haber mandado que lo alisaran correctamente, pero ahora no podía hacer nada.

Pasando por encima los montones de maltratado lino blanco en el suelo, se acercó a la mesa junto a la cama. Se detuvo con los dedos a un milímetro por encima de la piedra de jade.

Se había acostumbrado al pasador. Rara vez no lo llevaba encima, incluso lo guardaba en el bolsillo del chaleco siempre que dejaba sus apartamentos. No es que hubiera salido mucho en la última semana por temor a encontrarse con JungKook. Sus únicas salidas habían sido para visitar a su abuela.

Echaría de menos el alfiler, este trocito de JungKook, pero no era un ladrón. No había considerado las ramificaciones de los que hacía cuando lo había tomado del suelo del burdel, pero no podía conservar el pasador siempre. El valor que tenía para JungKook estaba por encima de lo monetario. SeokJin recordaba claramente la primera vez que había visto a JungKook llevarlo, y el orgullo en la voz del adolescente de su amigo al contarle que su abuelo había decidido dejarle el pasador de jade a él, y no su a hermano mayor.

Había otras maneras de devolvérselo a JungKook, pero enviarlo de forma anónima por correo sería actuar como un cobarde.

Y necesitaba que JungKook supiera que había sido él. Que JungKook había regalado ese lento y lánguido a SeokJin. Iba más allá de su propio deseo egoísta de estar con el hombre que amaba.

SeokJin no podía engañar a su amigo por más tiempo. Incluso si JungKook le daba la espalda y se negaba a dirigirle la palabra de nuevo, SeokJin tenía que decirle la verdad.

Bueno, en realidad no pretendía decírselo. Jin no era un cobarde, pero no podía imaginarse mirando a los magníficos ojos azul cielo de JungKook y diciéndole —Por cierto, Jeon, me jodiste la semana pasada.

Haciendo una mueca, contuvo el aliento. No, no. No podía hacerlo. Pero había otra manera de revelarse a sí mismo ante JungKook. Una manera que no requería palabras.

Su mano se cerró sobre el pasador. Un temblor sacudió su cuerpo. Su pulso latió en sus venas con una mezcla de nerviosismo que le encogía el estómago y una dulce y persistente esperanza. No tenía razones para tener esperanzas. Ninguna en absoluto. Sin embargo, no pudo reprimirla, su pobre corazón se aferró a la posibilidad, necesitándola desesperadamente.

Tal vez, sólo tal vez, ese beso había significado algo. Quizás JungKook permitiría que su amistad se convirtiera en mucho más.

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𝗮𝘁𝗮𝗱𝗼𝘀 ❥ ◜𝗄𝗈𝗈𝗄𝗃𝗂𝗇◞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora