Ú N I C O

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- ¡Así no! ¡Tienes que esforzarte más si quieres llegar a ser rey algún día!-Su padre alzó de nuevo la espada, impactandola con la propia cuando intentó defenderse.- ¡Levanta más la espada, Touya!

- ¡Eso hago, viejo decrépito!

Ante aquellas palabras su padre volvió a blandir su espada, golpeando con más fuerza contra la suya, haciendo que flaqueara por un momento y lograra cortar parte de su mejilla, sacándole un jadeo de dolor.

Apenas la sangre salió de la herida su padre, Enji Todoroki, soltó un bufido en decepción, separándose de su cuerpo para colgar la espada junto a las demás en una de las paredes de la habitación y sólo entonces Touya se dejó caer en el suelo, suspirando por el cansancio.

- Es todo por ahora, después de cenar tienes que estar aquí listo para seguir, y limpia la mierda en tu cara.

Ni siquiera le dio tiempo para responder, simplemente salió de la habitación, cerrando detrás de sí y Touya llevó sus manos hasta su rostro, cubriéndolo para calmarse por unos segundos.

Su padre era el rey. El reino Endeavor le tenía realmente aprecio al Rey Enji ya que siempre los había cuidado con todo lo que tenía, era muy entregado a su pueblo y a pesar de su cara de amargado, todos sabían que en el fondo estaba haciendo lo mejor para ellos. Nadie podía odiarlo realmente.

Solamente su familia.

Touya Todoroki sobre todo. Al ser el mayor de los cuatro hermanos se esperaban muchas cosas de él. Tenía que ser el mejor guerrero, mejor gobernante, mejor hermano, mejor hombre, tenía que ser el mejor en todo, incluso su padre le decía que debía superarle.

Su madre siempre le había mirado con una mirada de compasión, si pudiera meterse, lo haría, pero todos sabían que era mejor mantener al viejo Enji calmado para que no volviera a tener sus ataques de ira. Aquellos que habían dejado a Touya con más cicatrices de las que se podrían ocultar.

Cuando Touya bajaba al pueblo todo el mundo le decía que tenía un gran parecido con el querido rey. Aquel cabello rojo que parecía que reflejaba "el fuego de su corazón", como muchas ancianas decían, o sus ojos igual de azules que traían la misma calma de protección. Su altura, su cuerpo, todo al parecer les recordaba al viejo.

Y lo odiaba.

Se levantó entonces del suelo, tomando la espada que había dejado de lado y la limpió correctamente para colgarla donde debía. Luego, limpió el suelo, y a pesar de que sabía que alguien más iba a limpiar, era su sangre, así que el limpiarla.

Salió de la habitación, caminando por el pasillo para poder salir del castillo, dando con el amplio patio del mismo.

La vista era maravillosa, su madre más de alguna vez le había comentado que le encantaría tener más de aquella calma dentro de su habitación, Touya no quiso preguntar a qué se refería.

El pasto estaba completamente verde, rodeando el pequeño arrollo que se extendía por unos cuantos meses y no dudó en acercarse al mismo, inclinándose para poder observar su reflejo.

No solía mirarse mucho tiempo, ya que cuando lo hacía lo único que veía era el rostro de su padre, fue por eso que al notar la sangre, simplemente la limpió con el agua y se levantó.

Sacudió su pantalón para que se saliera la suciedad y con las manos en sus bolsillos siguió caminando. Se supone que debía estar cenando, pero mientras más tarde cenara más tarde tendría que volver a la práctica, algo que hacían todos los días así que llegar tarde uno no le importaba.

Mientras caminaba empezó a recordar las palabras de su padre, haciéndole enojar. Todavía no podía creer que prácticamente todo el pueblo le venerara como si fuese el mejor, todos le querían. ¿Por qué simplemente no podía ser el mismo hombre dentro y fuera de su hogar? Todo sería más fácil de esa manera.

You || DabiHawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora