Lo que odio de ti

1K 83 108
                                    


—Cariño, ¿¡pero qué te pasó!? estás como si te hubiera arrollado un tren.— Dijo mi madre al verme esta mañana cuando, después de pasar una dolorosa noche durmiendo en el pórtico de mi casa, regresé caminando derrotado al hospital. Ahora podría pedirle dinero a mamá para por lo menos desayunar algo. Ella pasó sus manos por mi cabello, sacudiéndolo con cariño y como queriéndome reanimar. No funcionó.

—Cielo, lamento no haber llegado anoche a casa. Estaba nerviosa y preferí quedarme en caso de que Jerry necesitara algo. — 

—Eh.. si. Lo noté. —

—Lo lamento mucho corazón. ¿Dormiste bien?—

—No realmente.— Contesté con voz carrasposa. Noté como mi madre no dejaba de ver las amplias ojeras que se habían formado debajo de mis ojos enrrogecidos. Yo sólo podía imaginar lo acabado que me veía.

—Oh, mi cielo.— Respondió mi madre abrazándome. Me hizo sentir un poco reconfortado. —Debes estar muy angustiado por tu amigo. Sin duda tienes un corazón gigante.

En ese momento casi dejo escapar el clásico: "¡No es mi amigo!", pero supe controlarme a tiempo. Mi madre no necesitaba saber el verdadero motivo de mi desvelo y si en su imaginación la razón se debía al tarado de Jerry (que debo admitir, en parte así era pero no por lo que mi ingenua y dulce madre creía) entonces lo dejaría ser. Ahora lo único que en verdad quería era comer. Con urgencia. ¡Ya!

—Madre, ¿podrías darme algo de dinero para desayunar algo?—

—¿Cómo dices? Tomas! no me digas que te has saltado el desayuno.—

—Tenía... prisa por venir a ver cómo seguían las cosas.—

Mamá sonrió con dulzura y me plantó un beso en la frente.

—Mi niño vale oro.— Dijo mientras me extendía un billete. —Toma, ve y cómprate algo. Pero que no sea sólo azúcar eh?, recuerda que tienes que cuidar tu consumo de carbohidratos, y cielo, no olvides lavarte las manos.—

—Si madre.— Respondí mientras avanzaba perezosamente hacia el restaurante que estaba cruzando la calle del hospital. Mi madre aún continuaba soltando indicaciones de las cuales sólo escuché "¡Tomas! fíjate antes de cruzar la calle ¡no quiero tener a dos criaturas hospitalizadas!" y "No se te olvide decirles que eres intolerante a la lactosa!! Cieloo!" 

—¡¡Si mamá!!—Contesté, desapareciendo al fin de su vista. Amo a mi madre, pero es difícil aceptar que nunca me dejará de ver como un niño de 5 años por mucho que crezca.

---

-El jóven Jeremy ha despertado.- Dijo el especialista una vez que crucé por la puerta de vuelta a la sala.

De pronto sentí como si una enorme carga se hubiera liberado de mis hombros. Mi madre sonreía, mirando al doctor y luego a mí, después levantando la cabeza hacia el cuarto donde tenían hospitalizado a nuestro irritante inquilino.

-El paciente presenta un par de contusiones y una pierna rota. Necesitará reposar aquí otro par de días. Después de eso veremos cómo evoluciona. Lo más probable es que regrese a casa pasado mañana; claro que con un yeso y un buen número de analgésicos.

Mi madre suspiró aliviada. —Gracias al cielo.— Exclamó llevándose una mano al corazón —¿Podemos pasara verlo doctor?

-Por supuesto. Pero antes debo hablar con usted— Dijo el doctor dirigiéndose a mí. Yo parpadeé. Estaba un poco confundido pero asentí y seguí al hombre quien me encaminó a un pasillo. Mi madre nos miraba curiosa a lo lejos.

El diario de TomWo Geschichten leben. Entdecke jetzt