Prólogo.

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Aún no logro comprender muy bien qué fue lo que sucedió realmente. Mi mente es incapaz de procesar el caos y el apocalipsis por el cual el mundo está pasando ahora, es simplemente como si a Dios se le hubiera ocurrido chasquear sus dedos para decir "—primero los dinosaurios, ahora les toca a ustedes—". Siempre me despierto en las mañanas cuando los rayos del sol tocan mi cara y pienso cómo era mi vida antes de la plaga... bueno, en realidad no sé por qué pienso en la vida que llevaba, no es que fuera muy buena, pero en definitiva era mucho mejor que tener que dormir abrazando una escopeta con fuerza ya que, literalmente, de ella dependía mi vida.

Antes de la gran plaga yo llevaba una vida realmente aburrida al igual que millones de personas que éramos ignoradas por el gobierno unitario que nos regía desde hace tiempo. Y sí, digo ignorados porque la vida se nos complicaba mucho... en resumidas cuentas, la pobreza nunca se había acabado, solamente le pusieron un disfraz de unicornio. Mi vida siempre era la misma rutina, levantarme temprano, bañarme, comer y salir directo a la fábrica de sintéticos a trabajar 12 horas para luego volver a casa, comer, ver algo de tele, dormir y repetir al día siguiente, aunque ahora que lo pienso bien, me doy cuenta de que construir partes de sintéticos no era tan malo, digo, era mucho mejor que armarte de valor para volarle la tapa de los sesos a una de esas… cosas.

Es difícil conciliar el sueño, créeme. Nunca en mi vida le he tenido tanto miedo a la noche y lo digo porque esas cosas están ahí afuera, merodeando por las calles y emitiendo de sus gargantas sonidos tan aterradores que me hielan la sangre y me obligan a abrazar mi pequeña linterna con fuerza para evitar las ganas de iluminar la habitación donde me encuentro escondida con el temor a ser encontrada y convertida en una mole de carne destructora.

Desde que la plaga llegó a nosotros hace al menos 3 meses hemos tenido problemas con la electricidad, ya no hay trabajadores en las presas ni en los campos de paneles solares y cargar linternas es cada vez más difícil. Aún quedan unas cuantas granjas de energía solar a las afueras de Seattle que suministran energía a la ciudad, pero sin trabajadores que limpien los paneles los cortes son cada vez más frecuentes y prolongados. Sin electricidad en las calles ni en las casas es cada vez más difícil conservarse con vida pues el miedo a la oscuridad nos lleva a encender velas, linternas y lámparas que llaman la atención de esas cosas y librarse de ellos no es tan sencillo, al menos no lo es sin hacer mucho ruido y atraer más.

Aun no entiendo cómo inició la plaga, al principio las noticias decían que el brote llegó de Marte. En el año 2086 los humanos empezamos a terraformar el planeta rojo y se crearon colonias que hasta antes de la plaga se tenía cuenta de más de cien mil habitantes en todo el planeta. No se sabe realmente que pasó, pero cuando el caos se desató en ese lugar, la plaga se empezaba a manifestar la Tierra. Los expertos comentaban que el brote llegó por medio de uno de los viajes que regularmente se hacían entre los planetas para transporte de recursos, personas y material científico. A su llegada, el virus solo se extendió de ciudad en ciudad y al ser difícil reconocer su naturaleza al final fue imposible retenerlo.

La enfermedad en sí, tiene un método muy particular y extraño de manifestarse en las personas. Primero inicia como una especie de resfriado con malestares generales y dolores fuertes, después el infectado padece de una fiebre alta al menos 40 grados de temperatura y después fuertes convulsiones se hacen presentes, eran tan inesperadas las convulsiones que accidentes de carretera masivos ocurrían de manera frecuente, las fábricas cerraron y las calles se desolaron por miedo a ser contagiados o a morir atropellados por algún automóvil fuera de control. Pasadas unas semanas, la piel empezaba a llenarse de un sarpullidos y granos que se iban extendiendo por todo el cuerpo y se hacían más profundos a medida que la persona se rasca fuerte a razón a una intensa comezón. Una de las peores cosas de la enfermedad es ver como la piel empieza a caerse, dejando a la vista músculos y cartílagos que después se infectan y se llenan de pus y gusanos. Los que aún conservan su cordura y su vida para sentir esta tortura gritan por el intenso dolor y la desesperanza de que no existe una cura.

Al principio, los casos de infectados se reportaron por todo el mundo, se decía que se puede contagiar por contacto de fluidos corporales de otras personas como la saliva, sangre, heces, orina y hasta semen. Cuando el número de infectados parecía disminuir por el aislamiento de las ciudades, estos empezaron a degradarse, dejaban de ser o parecer personas hasta convertirse en seres irracionales que mordían, golpeaban y arañaban con la intención de alimentarse y si lograbas escapar vivo seguramente ya estabas infectado.

Según las primeras investigaciones hubo dos cepas de la enfermedad, la primera se comportaba como una gripe y se transmitía por contacto con fluidos corporales y la segunda cepa fue la mutación de la enfermedad que hacía que los infectados perdieran la capacidad de razonar, se volvieran agresivos y como si de una película se tratara se comportaban como bestias. Es como si el virus se hubiera enterado que lo estábamos intentando aislar. Fue en ese momento que los que estaban enfermos comenzaron a convertirse en otras cosas y, para el virus comenzar a esparcirse, llegaron las mordidas, como si estuviera evolucionando para infectarnos a todos, como si tuviera una mente propia… Lo peor de todo esto, era que la nueva cepa era aún más agresiva. Una vez que te mordían, en menos de tres días y en medio de intensos dolores, te convertías en una de esas cosas. Fue gracias a esto que la plaga se esparció más rápido por todo el planeta y fue imposible contenerla.

Ahora hay miles de personas escondidas viviendo con miedo y esperando alguna salvación, pero a medida que los días pasan el número de infectados crece y el número de personas con vida va disminuyendo al igual que la esperanza. Lo he visto con mis propios ojos y no es agradable. Esas cosas te rodean como lobos hambrientos y luego se abalanzan sobre ti para luego hacer pedazos todo tu cuerpo. Desde la ventana de mi refugio he presenciado muchos casos, el peor de todos ellos fue ver a un hombre corriendo por la calle huyendo sin éxito de varias de esas cosas, lo atraparon y pude ver con espanto y lágrimas en mis ojos como sus extremidades eran arrancadas de su cuerpo para luego ser devoradas. Sus gritos de dolor fueron tan escalofriantes que aún los escucho en las noches entre los sonidos del viento y esas cosas... como un eco.

Por otro lado, están los sintéticos que ahora no sirven de mucho, la mayoría de ellos andan por ahí sin rumbo alguno y otros se encargan de recoger el desastre que los no-muertos dejan en las calles. Los que fueron hechos para cumplir labores de aseo aún las realizan en calles o en casas y fábricas abandonadas y los demás que pasan o se acercan a los mismos infectados, sin entender lo que pasa, preguntan —Buenos días señor, ¿necesita un médico?, Mi escaneo corporal detecta múltiples heridas que necesitan ser atendidas inmediatamente—. No sé si sea gracioso o terrible, la cuestión es que los infectados no les hacen daño, de alguna manera ya saben que no son humanos... muy rara vez se llega a ver a un infectado hambriento mordiendo a un sintético mientras éste, inmóvil, sin hacer nada, dice —Señor, los daños causados serán reportados ante las autoridades y pueden generarle problemas jurídicos por destrucción del bien ajeno—.

Estamos en el año 2200 y es curioso pensar que la última gran plaga sucedió hace ya más de un siglo y murieron millones de personas. Supongo que algún día iba a llegar una enfermedad más grave que terminaría por acabar con la humanidad. ¿De dónde pudo salir algo así?, No se sabe.

Y puede que nunca lo sepamos.

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Muchas gracias por leer el prólogo, este es el inicio de una obra que ojalá les guste :D

EL GRAN FILTROWhere stories live. Discover now