Como Confesarse: Edición Para Tontos

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El de pecas se acercó al bicolor, no era usual verlo así.—¿Qué pasó al final?—Preguntó el peliverde mientras se sentaba en el asiento desocupado junto al bicolor. No habían miradas carmesí en su dirección esta vez.

—¡Salió corriendo antes de que pudiera decirle nada!—Era la primera vez que el pecoso lo escuchaba quejarse en voz alta sin ser sobre su padre.—Ni siquiera me di cuenta, así que me confesé y para cuando levante la mirada, no había nadie.—Recuperó su tono usual, dio un respiro mientras se preguntaba que debía hacer.

—Me esperaba más que te explotara la cara a que saliera corriendo.—Dijo el de ojos verdosos, no podía negar que aquello habría sido un desastre pero sonaba a algo que el rubio podría hacer.

—No se que hacer, tenemos la misma fuerza, acorralarlo terminaría en un juego de fuerzas antes que en una confesión decente.—Pensó el bicolor.

Midoriya sacó un libro y tomó prestado un lápiz de Todoroki, siguió escribiendo un título en el tope de la página.

Como Confesarse: Edición Tontos.

—Podrías haber elegido otro nombre, ¿Sabes?—Dijo el bicolor pero Izuku lo calló casi al instante, diciéndole que debían centrarse en buscar ideas.

—Podrías actuar antes de hablar, ya sabes lo que dicen, los actos demuestran más que las palabras.—Aclaró el peliverde mientras lo anotaba como número uno en la lista.

El bicolor tenía un argumento para cada idea.

Decírselo por una carta? Muy cobarde.

Decirlo en persona? Haría lo mismo que en la azotea.

Acorralarlo? Ni en sus sueños, lo golpearía antes de poder siquiera acercarse.

Tomarlo desprevenido? No le daría tiempo, el rubio tenía buenos reflejos.

—Entonces... Solo tienes una opción.—Pronunció el pecoso sonriendo, mostrande la lista increíblemente corta al bicolor, este mismo sólo suspiró.—En realidad, nunca hay muchas opciones con Bakugo.—Concluyó el heterocromático.

Esperó hasta que la campana del almuerzo sonara, por primera vez en mucho tiempo su paciencia ya no daba para más. Recorrió los pasillos siguiendo al de ojos carmesí cuando dijo que iba al baño antes de almorzar, lo vio entrar al baño y esperó unos minutos para entrar sin hacer mucho ruido.

Unos sollozos ligeros hicieron que su corazón se sintiese extremadamente pesado, intentó buscar al rubio y si no fuera porque alcanzo a ver que puerta se había cerrado cuando entró no sabría en que cubículo estaba, Bakugo tenía las piernas contra su pecho.

Todoroki puso una mano sobre la puerta con ligereza, y apoyó su cabeza.

—Eres tan obstinado, si tan sólo hubieras esperado unos segundos...—La voz de Todoroki sonaba inevitablemente quebrada, los sollozos pararon repentinamente.

—Si me hubieras esperado, sabrías que te amo.—El pecho del bicolor se revolvió al decir eso, escuchó el pestillo retirarse y la puerta abrirse, se alejó para no ser golpeado por la misma.

—Tus bromas no hacen gracia.—Gruñó el rubio, sus ojos ligeramente rojizos combinaban y hacían competencia al color de su iris, su ceño fruncido lo acompañaba inevitablemente.

El bicolor se quedó en silencio, ver el rostro del contrario hizo que el corazón se le subiera hasta la garganta, unos inusuales nervios le carcomían el estómago.

—No estoy bromeando, no se mucho de amor pero estás en mi cabeza. Nos conocimos de la manera más rara que he vivido jamás, empecé a conocerte más porque le gustabas a alguien y... Y me terminaste gustando a mí, quizás eso prueba que soy un idiota.—El bicolor se cubrió la cara, rogó que el rubio no huyera por segunda vez.—Al principio pensaba "¿Cómo te puede gustar alguien así? y a mitad de mi investigación estaba como "Ah, sí... Ahora que soy yo el idiota enamorado tiene más sentido".

Para sorpresa del bicolor, el rubio empezó a reírse fuertemente y el rostro del bicolor empezó a teñirase de un fuerte carmín y en medio de las carcajadas, besó al rubio mientras este mantenía su sonrisa, lo comprobó... Las sonrisas del rubio sabían a vainilla.

Cuando se separaron, Katsuki se quedó admirando el rostro del bicolor, quien permanecía nervioso con los ojos aún cerrados. Sus frentes chocaban y el bicolor decidió hablar.

—Sabes a vainilla, tus sonrisas en realidad sabían a maldita vainilla.—Esta vez, fue Shoto quien rompió en risas, los ojos carmesí del rubio brillaron con intesidad al verlo sonreír por tercera vez. "Su sonrisa es aún más encantadora ahora" pensó el rubio

—Vamos a la azotea, bastardo, tengo la ligera sospecha de que es un lugar mucho mejor que... Bueno, el puto baño.—El bicolor asintió, una sonrisa ligera acompañaba aún la comisura de sus labios. 

El camino hasta la azotea fue realmente silencioso pero  aún así no incómodo, sus manos se entrelazaron una vez más. Esta vez no se soltaron al llegar. 

—Si me hubieran preguntado hace unos tres meses atrás acerca de esto, habría explotado la cara de quien fuese el de tan ridícula idea.—Dijo el rubio mirando el cielo por milésima vez en el día.

—Estoy seguro de que si tu yo de hace tres meses te viera así, te explotaría la cara hasta a ti y de paso a mí.—Una vena se pronunció en la frente del rubio mientras se daba vuelta hacia el bicolor apretando los dientes.

—¡Nunca sería tan estupido cómo para explotarme la cara a mí mismo!—Gritó el rubio, su ceño no podía fruncirse más.—Es tu culpa.

—¿Mi culpa?—Preguntó el bicolor, esperando una explicación. El rubio asintió y el heterocromático pidió argumentos.

—Tengo dignidad, a diferencia de ti. No te diré.—Dijo Bakugo.

El bicolor siguió insistiendo de forma calmada, y esto ponía al rubio de los nervios. 

—Es tu jodida culpa. No puedes sonreír de esa manera.—Y no esperar que me altere, terminó el rubio en sus pensamientos. Aún sin haber terminado su frase sus mejillas estaban teñidas de un rojo. Estaba avergonzado.

Luego de unos minutos en silencio, el bicolor decidió decir algo.

—Si te hace sentir menos avergonzado, tu rostro relajado, ni siquiera con una sonrisa me alteraba de sobremanera.—Mencionó el bicolor, volvió a hablar.—Aunque con una sonrisa, bueno... Ya entiendes.—Dijo, sin ganas de terminar aquella sentencia, miraba directamente al rubio mientras decía todo aquello.

—¡No me importa! ¡No digas esas mierdas mientras me miras directamente!—Gruñó el rubio girando su rostro, ocultando su cara teñida de carmín.

El bicolor no dijo nada más, y cuando la campana sonó, se aferró aún más a la mano del rubio. En el pasillo algunas miradas los vieron, ojos abiertos de sobremanera sin creerse la imagen que apreciaban. 

La cara seria del bicolor flaqueó un momento cuando se soltaron en la puerta de su salón, el pensamiento de que no podrían haber mantenido el agarre por más tiempo lo confortó ligeramente.

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y hasta aquí llegué, es sorprendente que realmente haya terminado esto y no lo abandonase a medias xd, nos vemos pronto en alguna otra historia! <3

Lejos [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora