CAPÍTULO III

131 8 0
                                    

Los barcos griegos se abrían paso por el mar Egeo, mientras a lo lejos podíamos observar las playas de Troya frente a nosotros.

Los Mirmidones íbamos en cabeza, liderando al resto.

Mi padre y yo observábamos la situación desde la proa, cuando Eudoro se acercó a nosotros.

- Mi Señor- lo llamó, haciendo que el se girase a mirarlo - ¿No esperamos al resto?

- Nos han traído aquí para combatir, ¿no?

- Pero Agamenón...

- ¿Luchas para mí o para Agamenón? - interrumpió mi padre.

- Para tí mi Señor.

- Pues lucha para mí - murmuró- Que los siervos de Agamenón luchen para el.

Acto seguido, Eudoro se alejó a coger sus armas, al tiempo que yo observaba como Patroclo se preparaba.

- Patroclo - lo llamó mi padre, haciendo que el chico se acercase al instante- Deja la lanza.

- Voy a luchar contra los troyanos - dijo el.

- Hoy no - negó mi padre.

- Pero puedo luchar, tú has sido mi maestro.

- Eres un buen alumno, pero aún no eres un Mirmidón - murmuró, apoyando su mano sobre el hombro del chico- Mira a esos hombres - dijo haciendo que Patroclo desviase su mirada- Son los soldados más fieros de Grecia, todos han derramado sangre por mí. Te quedarás de Guardián.

- ¿Y qué hay de Atenea? - cuestionó el chico- ¿Por qué ella sí?

- Ella está más preparada que ninguno de estos hombre para ello - dijo mi padre, mirandome levemente, haciendome sonreír- Ahora, deja las armas.

- Pero...

- Patroclo - dije acercándome a él, impidiendo que mi pade nos escuchara- No podemos luchar contra los troyanos y ocuparnos de tí- susurré- Quédate de Guardián.

Él, furioso, soltó el escudo y la lanza y se alejó de nosotros a toda prisa.

- Lo entenderá - murmuré hacía mi padre, que había vuelto a clavar su mirada en la orilla de la playa troyana.

Él me miró de reojo y sonrió levemente, para después girarse a mirar a sus hombres.

- Mirmidones - los llamó, haciendo que estos dieran un paso al frente - Mis hermanos de espada... Tenéis más coraje que el ejército mejor armado - los Mirmidones dieron un golpe en el suelo con sus lanzas- Que nadie ignore lo fieros que somos, ¡Somos leones! - señaló la playa de Troya- ¿Sabéis que es lo que nos espera ahí, tras esa playa? ¡La inmortalidad! - levantó su espada, haciendo que todos estallaran en gritos - ¡Cogedla! ¡Es vuestra!

******

En cuanto el barco arribó en la playa, los hombres comenzaron a bajar de él, mientras que los soldados troyanos lanzaban sus flechas hacia nuestro barco, haciendo que varios Mirmidones cayeran a las orillas de las playas de Troya.

Desde la proa, derribé a varios soldados con mi arco, mientras que veía a mi padre abrirse paso por la arena, seguido de sus hombres.

Desde la proa, derribé a varios soldados con mi arco, mientras que veía a mi padre abrirse paso por la arena, seguido de sus hombres

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
ATENEAWhere stories live. Discover now