VI

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La primera vez de Steve cuidando a Wanda y Pietro por su cuenta, iba bien. Los gemelos usualmente eran muy tranquilos y mientras tuvieran sus mentes ocupadas, parecía que en lugar de niños, había un par de adultos miniatura en casa.

La chica que cuidaba de los pequeños Romanoff no estaba disponible ese día y Natasha tenía la cita de Peter con el Pediatra agendada esa tarde, así que pidió de favor al rubio que cuidara a sus hijos mientras atendía el compromiso.

Hacia una hora que la pelirroja había salido con el más pequeño de sus hijos, dejando a los gemelos entretenidos con sus crayones y cuadernos de dibujo, mientras Steve supervisaba desde el sofá contiguo y leía lo ultimo de las noticias alrededor del mundo en el New York Times.

—¿Como sabrá que la amas? ¿Cómo le muestras cariño?— Canturreó Wanda, mientras dibujaba— ¿Como sabrá que en verdad la amas... si la amaaas?

—¿Hey Wanda, qué haces?— Pietro preguntó a su gemela, que parecía muy enfocada en su ilustración.

—Estoy haciendo una carta de amor, para el tío Thor. Este es él y esta es mamá— Susurró Wanda orgullosa de su trabajo.

El rubio con el ceño fruncido se acercó a la pequeña castaña, para ver el dibujo de cerca; había un hombre hecho de palitos, con una mata de rayones amarillos en la cabeza y a su lado lo que parecía una mujer con un vestido triangular rosa y rayones rojos en la cabeza.

Ese asunto estaba poniéndose serio.

—¿Si Thor es un príncipe y se casa con mamá, ella sería una princesa, verdad?.

El pensamiento le revolvió el estómago. Sabía de la relación intermitente de Thor con Jane Foster, porque incluso Steve había tenido una conversación con el asgardiano en la que éste le habló sobre sus sentimientos por la astrofísica; Aún así era imposible no sentir celos ante la idea de cualquier hombre cortejando a Natasha.

—A mamá no le gusta Thor, Wanda—Intervino Pietro, que a su lado pintaba un loro en su libro para colorear.

—¡Que si!.

—¡Que no!.

—¡¿Cómo sabes?!— Gritó exasperada la niña.

—¡Porque mamá no lo ve, ni le sonríe, ni lo abraza, ni lo besa en la mejilla como a Steve!.

Wanda sin resignarse, dobló su dibujo en cuatro y lo metió al sobre de un viejo recibo telefónico.

—Pero Steve no quiere a mamá, así qué tal vez Thor también esté solito— Dijo la niña y guardó la carta en su mochila, para después salir disparada hacia su habitación.

Pietro que yacía sentado sobre la alfombra, recargó la cabeza en la mesita de centro. Tenía una mueca rara, de la cual Steve se percató.

—¿Pasa algo, Pietro?— Preguntó Steve, tomando asiento en el sofá, a un lado del Niño.

—Me gusta Thor. Es grande y divertido— Resopló— Pero me gustabas más tú... yo pensaba que tú serías un buen papá.

Steve sonrió con orgullo. Él se había encontrado pensando en lo mismo prácticamente desde que los conoció. Con el tiempo había aprendido a suprimir los deseos de tener una familia y una vida normal, pero desde que los pequeños Romanoff entraron a la ecuación, todo regresó a él con más fuerza. Aprendió a amar a esos niños tanto como a su madre y disfrutaba de los momentos que pasaban juntos, como si se tratara de su propia familia; suspiró, estaba muy lejos de eso.

Chasing Lights Where stories live. Discover now