Capítulo 3

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Me quedé un buen rato observando su rostro. Una sensación extraña me acercaba a él, pero no podía decifrar qué era.
Apreté el sticker de mención y entré a su perfil. Me resultaba exitante que mientras más observaba, más impactante me resultaba él, Samuel De Luque.

De alguna manera quería llamar su atención, necesitaba llamar su atención; me sentía como una niña desesperada por que su crush la notara. Asi que no tuve mejor elección que likear algunas fotos de él, quizás daría sus frutos, le llegarían las notificaciones, entraría a mi perfil y me seguiría. Ualá, un plan en el que fallaba solo el 0,1% de la población. ¿Qué podría salir mal?

[...]

Me encontraba en el caffé del centro, esperando la llegada de mis amigas. Mientras tanto respondía un email que me había mandado Kérastase, dónde avisaba el envío de sus productos para que yo pudiera hacer unboxing mientras publicitaba su marca.
Unas manos tibias taparon mi visión, y sonreí al sentir ese perfume floral característico de ella

-Ya sé que eres tú, Silvia -sonreí

-Yo te dije que sabría -añadió agudamente Lana

-¿Como estás, Stef? -dijo la morocha mientras tomaban asiento

-¿Has sabido algo de ese Samuel? -Lana clavó su mirada pícara en mi, esperando con una sonrisa mi clara respuesta

-No, he tenido nervios en abrir Instagram desde que entré a su perfil -sonreí mientras tamborileaba mis dedos en la mesa, ocultando cualquier rastro de nervios

-Pásame el teléfono -dijo Silvia estirando su mano hacia mí.
No tuve otra opción que entregarselo y esperar ansiosa a ver el seguido de él.
Miré la cara de la morocha, buscando algún gesto que indicara lo bueno.

-¿Como dices que es su user? -preguntó inquisitivamente, con su ceño fruncido

-Vegetta777.

-¿Estás segura? Aqui no aparece -añadió Lana

¿¡Cómo que no aparece!?

En un movimiento brusco arrebate mi teléfono de sus manos para poder buscarlo yo misma, esperando interiormente con pequeña esperanza que aquello no sea cierto.

Luego de unos minutos de asegurarme y confirmarlo, mi celular se resbaló lentamente de mis manos, mientras que mi espalda caía en el respaldo de la silla, anonadada ante tal hecho.

Efectivamente, me había bloqueado.

ILLEGAL THINGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora