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trece años atrás.

— ¿qué te parece, Ggukie? dejaremos Reino Unido y volveremos con tus abuelos en Corea. ellos por fin quieren conocerte y nos dejaron vivir en su casa. —anuncié, mientras colgaba y guardaba la ropa limpia en el ropero de mi angelito.

Gguk estaba sentado sobre la cama, con la mirada fija en las vendas rodeando su antebrazo. había peleado días antes con unos chicos en la escuela, la maestra me dijo que la razón fue que JeonGguk no quería compartir el columpio. no le creí, pues mi niño era un ser de luz muy bueno, él jamás se portaría egoísta con nadie.
las heridas en su antebrazo las provocaron la caída que sufrió después de que uno de los niños lo haya empujado hacia barro y piedras, pero eso no fue todo.

JeonGgukie y yo caminábamos hacia nuestro departamento luego de que lo haya recogido del jardín y en medio de la calle nos encontramos con un compañero de trabajo mío.
hasta ahora no sé qué pasó, sólo me distraje por un momento buscando algunos papeles para Charlie en mi bolso y de repente éste gritó, cubriéndose la frente que estaba sangrando. volteé a ver a JeonGguk, el cual rápidamente se cayó al suelo lastimando de nuevo su antebrazo, causando su llanto descontrolado.

cuando llevé a Charlie y a JeonGgukie al hospital, el primero me aseguró que mi hijo le había aventado una piedra a la cabeza, y que sólo había fingido caer para que yo no me diera cuenta de su malcriadez.
tampoco le creí, Ggukie es un pequeño dulce y amable, no hace daño a las demás personas, incluso ayuda cuando puede a pesar de sus cortos cinco añitos. ayudó unas cuantas veces al fontanero del edificio, que se portaba tan cortés conmigo y que lamentablemente falleció después de que resbalara y se golpeara la cabeza contra el inodoro.

el suceso fue bastante misterioso, en realidad, y muy traumático para mi pequeño Ggukie que amablemente ofreció ser su asistente esa vez y, cuando trajo más herramientas para el trabajo del joven, encontró su cuerpo ya sin vida en el piso del baño.

por suerte, entre llamadas y videollamadas pudimos reconciliarnos con mis padres, dando oportunidad a que regresemos a mi país natal y mi JeonGgukie pueda olvidar lo que sucedió meses atrás.

— sí mami, sí quiero ir. —sonrió mostrando sus dientecitos de conejo, alzando los brazos para que lo abrace.

sonreí por la ternura y cumplí su deseo.— ow mi bebito, tan lindo, sí quieres conocer a tus abuelos. —me separé y le besé ambas mejillas, jugué con su cabellito.— tú descuida, allá estaremos mejor, conocerás a tus primos y tus tíos, comerás rica comida hecha por la abuela y jugarás mucho en el campo con los perros y los gatos de tu abuelo. —sonreí ampliamente.

Ggukie me miró con ojos opacos.— ¿conoceré a papá también?

mi sonrisa se esfumó.— ya te dije que no tienes papá, JeonGguk. —hablé cortante, besé su frente y me puse de pie para seguir con la ropa.

— ¿cómo se llama? —insistió Gguk.

empecé a planchar sus camisas, con movimientos entrecortados y la respiración agitada.— ha-hay... caballos allá también y-y... sus b-bebés son muy-

— mamá, dime su nombre. —me ordenó.

las lágrimas bajaban por mi rostro sin que me diera cuenta. mi ángel, no debes hacerme daño, tú eres tan puro.— l-los... p-ponys son muy preciosos, mi a-amor, haré que el abuelo t-te re-gale u-uno. ¿s-sí? —sonreí, pareciendo más una mueca.

— ¡mamá, su nombre! —chilló furioso.

— ¡demonios, él ya está preso, su nombre importa un carajo! —solté la plancha y ésta justo cayó en mi mano. solté un grito desgarrador y la lancé al piso.

colapsé, me arrastré por el suelo hasta que mi espalda tocó la pared y toqué suavemente la carne quemada, sangraba.

— mami, mami...

JeonGguk se acercó a mí, y yo negué frenéticamente con la cabeza, mi visión nublada por las lágrimas.— ¡n-no! ¡¿por qué me haces esto?! deja de mencionarlo, b-basta...

gemidos lastimeros y sollozos, era lo único que escuchaba. Gguk me abrazó del cuello y apegó mi cabeza a su pecho, acariciando mi cabello.— shh, mami, yo estoy contigo. yo soy lo único que te importa, ¿verdad?

seguí lamentándome, entonces sólo asentí.

— ... ¿pero por qué me haces daño? si tú eres mi angelito, si te amo tanto. —lo abracé con el brazo que no tenía lastimado y suspiré, las lágrimas dejando de caer poco a poco.— sabes que me duele, no lo menciones.

— lo siento, sólo quería saber, así tenía oportunidad de atraparlo como a las ratas. —dijo contento, rió un poco y acunó mi rostro con sus manos.— mami nunca debe llorar, a mami nunca deben hacerle cosas malas. —sentenció y besó mi nariz.

sonreí más tranquilo y regresé el beso.— te amo mucho, mi cielo.

— yo más, mamá.

︙@vh; s. -

hola¡! espero les esté gustando, gracias por leer, cuídense mucho y tomen awita.
nos leemos luego*°•.

del cielo llovía sangre, y de mis ojos, amor.Where stories live. Discover now