22 | Mensajes anónimos.

151 26 0
                                    

Natalie

Mamá había aparecido, hace exactamente once horas. Estaba sentada en las sillas de hierro del hospital, los pasillos estaban casi vacíos, ya se había hecho de noche. Mordisqueaba mis dedos esperando a que algún doctor se dignara a salir. Habían encontrado a mamá en un lugar abandonado, no sé exactamente dónde.

La angustia de no saber dónde estaba se había ido, pero ahora había otro sentimiento que martilleaba en mi pecho, no sabía en qué estado se encontraba.

Los chicos estaban presentes, todos, e incluso Elena, vino a acompañar a sus dos hijos.

—Cariño, estará bien. —comenta la susodicha acariciando mi espalda.

La miro y elevo las comisuras de mis labios.
—Gracias por venir y dejar que los chicos me apoyaran durante toda esta odisea.

—Tranquila, sé que es pasar por todo esto. De ninguna manera me iba a oponer en que estuvieran contigo.

Ladeo la cabeza. No sé si estará bien lo que voy a decir, pero necesito soltarlo.

—A usted la secuestraron. — hablo y abre los ojos sorprendida. — Al igual que a Diana, la mamá de Denisse — hago un gesto hacia donde se encontraba ella andando su móvil. —, sé muchas cosas sobre ello, aunque no creo que lo necesario. No soy quien para meterme en esto, pero creo que los chicos deberían saberlo, es tiempo de que lo sepan por usted antes de enterarse por otra persona. En cuanto a mí, no se preocupe, no diré nada.

Suspira.
—Tienes razón, ha llegado el momento de hacerlo.

—No será justo hoy, tal vez tampoco mañana. Pero sé que será pronto.

Sonríe y luego me envuelve en un cálido abrazo.

Tenía mis codos apoyados en mis piernas y mi cabeza entre mis manos, suelto un suspiro y miro hacia el reloj que yacía en la pared: 9: 15 am. Sí, había pasado toda la noche en el hospital. La mayoría había ido a descansar, pero Jael y Aiden permanecieron aquí.

Jessica no había hablado mucho, de hecho, ignoró por completo la presencia de Elena.

—Hey. — Jael se sienta a mi lado.

Lo miro un poco avergonzada, no puedo evitar recordar cuando nos vio besándonos a su hermano y a mí.

—Gracias por estar aquí. —consigo decir.

—No es nada, somos amigos ¿No?

Sí, amigos que no saben nada del otro.

—Claro.

—¿Eso fue sarcasmo? —río.

—No, no lo fue. Sólo que, somos amigos extraños. Ya no sabemos nada del otro.

Chasquea la lengua.
—En eso concuerdo, no sabía que te gustaba mi hermano.

—Y yo no sabía que esa chica de la que hablabas tanto era Melissa. ¿Cómo te va con ella?

—Genial, sí, genial.

Me alegraba, pero muy en el fondo también me enojaba.

—Nat, mi hermano no es bueno para ti. — vuelve a hablar.

Suelto una risa.
—¿Ah sí? ¿Tú si eres bueno para mí? La persona que me hizo a un lado cuando más lo necesitaba, mi supuesto mejor amigo.

No sé de dónde salieron mis palabras, pero tenía que decirlas, y dolían, dolían muchísimo, porque eran ciertas. Él me abandonó.

—Yo de verdad lo siento tanto, sé que hice mal, pero créeme cuando te digo que él no es bueno para ti. Dios, no hace mucho terminó con Marggie.

Cicatrices | 2 | ✔Where stories live. Discover now