Capitulo. 3

1.2K 81 24
                                    

Catalina trataba de dormir pero era imposible, en su cabeza solo estaba Narnia y de como Lucy logro encontrar el ropero primero, la pelinegra ve a Lucy que se para de su cama y hace lo mismo.

—Lucy —, la llama en voz baja para no despertar a Susan, mientras que Lucy pega un pequeño brinco —, perdon Lucy, no era mi intención de asustarte ¿Vas a ir al ropero?

—Sí, estoy segura que existe Narnia. ¿Me acompañas?

—Sí, vamos Lucy.

La pequeña se coloca su bata rosa, unas botas y llevando una vela mientras que Catalina se pone una bata azul rey y también unas botas. Ambas salen de la habitación y van hacia el ropero.

Edmund sale del baño y ve a las chicas que se dirigen hacia el ropero. las sigue para hacerles una broma.

Catalina y Lucy llegaron a la habitación del ropero, ambas cerron los ojos y en sus pensamientos dijeron  "Deseó ir a Narnia y estar con el señor Tumnus." Lentamente abrieron los ojos, la azebache abre la puerta del ropero y la vela se apaga con una suave brisa proveniente de este. Se adentraron al ropero primero entro Lucy y después Catalina, cerrando la puerta detrás de ella, las pieles de los abrigos pasan por su rostro una vez más para Lucy y por primera vez para Catalina. La pequeña Pevensie cierra los ojos, hasta que deja sentir los abrigos, siente algo en su nariz, abre los ojos. en su nariz tenía un copo de nieve, el cual retira con la manga de su bata, Catalina se pone a lado de Lucy, muy impresionada estaba Davis, comenzaron con su camino hacia casa del señor Tumnus.

Nos adentramos al ropero primero Lucy y después yo, cerrando la puerta de tras de mi, las pieles de los abrigos pasan por primera vez, haciendo que cierre los ojos, hasta que dejó sentirlos y siento una brisa en mi nariz, abro los ojos y veo el paisaje nevando es igual a mi sueño ñ, me pongo a lado de Lucy estoy tan impresiona, comenzamos a nuestro camino hasta la casa del señor Tumnus.

Regresando a nuestro mundo, Edmund, entro en la habitación noto que no había nadie, se acerca lentamente al ropero.

—Lucy, Catalina ¿Dónde están? ¡BU! —Dice Edmund abriendo el ropero, pero no se escucha nada, así qué entra al ropero —, chicas...espero que no le tengan miedo a la oscuridad.

El pelinegro siguio caminando entre los abrigos hasta que piso algo, mira al piso y ve que es nieve, avanzan hasta encontrase un bosque nevado, Edmund ya había llegado a Narnia.

—¿Catalina? ¿Lucy? ¿Dónde están? Ya te creo, me equivoqué.

Empiezo a caminar hasta llegar al farol, pero no le toma demasiada importancia y siguio caminando mientras llamaba a las chicas. A lo lejos escucho unos  cascabeles, Edmund se da la vuelta y ve que se acerca un trineo tirado por renos blancos, se aparta de un salto perdiendo el equilibrio y cayendo en la nieve. El carruaje baja un ¿Enano? El cuál viene hacia la dirección de Edmund, el mencionado intenta salir corriendo pero algo se enreda en sus tobillos haciéndolo caer, nota que el enano llebando una daga muy afilada. 

—¿Qué es lo que pasa ahora? —Pregunta la voz de una mujer desde lo alto del trineo.

—¡Dígale que me suelte, no he hecho nada! —Suplica Edmund a la mujer.

—¿Cómo te atreves a dirigirte a la reina de Narnia?

—¡No sé quién es!

—Ahora no vas a olvidarla —, comenta mientras saca daga, el enano estaba dispuesto a matar a Edmund.

—¡Alto! —Ordena, la mujer.

Es una mujer rubia, alta y de piel pálida, sin duda hasta hermosa, en su cabeza lleva una extraña corona de hielo.

Las crónicas de Narnia: El león, la Bruja y el ropero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora