c u a t r o

1.4K 168 76
                                    

Tardó unos cuántos segundos para responder, mientras yo llevaba mi mano libre a Kaburamaru, le acaricié suavemente.
De un momento a otro, la serpiente estaba enrollada en mi brazo.

— Bien, pero a la próxima lo pido yo, eh. — se percató un poco tarde que ya no traía a su amigo en su cuello. Miró a todos lados hasta que dio en mi brazo. — Ah... Me había asustado.

— Prometo cuidarlo con mi vida. — reí al sentirle, hasta que se posó en mi cuello.

— Bien, aunque te acabo de conocer te creo. — se alzó de hombros mientras empezábamos a caminar.

— Oe, ¿Te gusta el helado? — le pregunté mientras ne agarraba a su brazo.

— Pues sí, ¿A quién no le gustaría?

— Buena pregunta. Anda, vamos, que no quiero ser la única con helado.

— Está bien. Tú helado se ve bien.

— Verdad que sí, pero ya vamos. — le volví a sostener para ir a dicha heladería.

Escogió lo qué más le gustó. Tiene un gusto peculiar, no lo niego. Antes de que pagara le hice una pequeña broma, aunque creo que no va a caer.

— ¡Oh, mira, un elefante! — apunté hacía la otra esquina y se volteó tan rápidamente que me sorprendió. Miré el precio y saqué dinero de mi bolsillo.

Él seguía buscando con la mirada y al final soltó un suspiro molestó y se rascó la nuca.
Tomé el helado y volví al lado de él.

— Creo que mis ojos me fallaron, buh... Toma. — le entregué su dulce y solté una pequeña risita.

— ¡Yo quería pagar! — bramó comiendo.

— Ah, pues... ¡A la próxima, que gané! — le mostré mi lengua y le guiñe un ojo unos segundos.

Y ya listos, salimos de ahí  para dar vueltas por todo el centro comercial a la par que íbamos hablando cosas triviales.

— Por cierto. — se detuvo girandose hacía mi. —  ¿A dónde vamos?

— No lo sé.

— Yo te seguía a ti.

— Y yo te estaba siguiendo a ti.

Ambos llevamos nuestras palmas a nuestra frente y golpeamos estás. — Ouch. — soltamos al unisono y reímos.

— Bien, ya no importa. Que mas da.

— Ha estado divertido, gracias por el helado, por cierto.

— No hay de que, tranquilo.

— ¿Hay algo qué quieras hacer aquí?

— No, de hecho vine... Bueno, no sé a que vine. Simplemente salí de casa, y de paso me compré helado. Y ya sabes, te vi. Y aquí estamos.

— ¿Sí? — asentí mientras me separaba de él para  tirar el botesito a un basurero.

— Espero que seamos grandes amigos, lo digo en serio. Con tan poco que nos conocemos ya me caes genial. Aparte, ¡Tienes una serpiente! — dije apuntando a esta con mis dedos índices. — Eso te hace una persona súper ultra mega genial.

— Gracias por todo. Eres divertida y simpática. Hasta a Kaburamaru le caes bien.

— Me alegra muchísimo hacer nuevas amistades.

— A mi también.

— Me gusta otra cosa de ti.

— ¿Algo cómo qué? — enarcó una de sus cejas.

— Tus ojos. Son bellísimos. Me encantan, damelos.

— Sí pudiera. ¿En serio te gustan?

— Los heterocromáticos son los más lindos. Pero solo los veo en internet, nunca tuve la oportunidad de apreciar a uno de a devis.

— Bien, pues aquí me tienes, y pobre de ti que veas a otro.

— Vaya, vaya. — le codee mientras subía y bajaba mis cejas.

— Me pongo romántico, y te pones mamona.

— Uy, ya. Serás el único en mi vida. Promesa de Shiori hacía Iguro.

— Pobre de ti que la rompas, eh.

Me detuve, y me posicioné frente a el para tomar una de sus manos.

—  Igurooo~ eres único, eres genial. Y no dejes que nadie te diga lo contrario. Si estás aquí es por algo, tú existencia hace felices a muchas personas. Eres especial. En ningún lado habrá un Obanai Iguro con heterocromia que tiene de mascota una serpiente albina.

Mientras yo hablaba y sacaba todo mi yo poético y romántico el se cubrió con su ante brazo, dejándo ver solo sus ojos medio cerrados, por ende, él estaba sonriendo.

— Vaya, nos conocemos hace unas horas y ya hablas de mi cómo si nos conociéramos de toda la vida.

— Así se empieza una amistad. Y prometo no fallarte nunca.

— Te miro y me digo "esta chica no mata ni a una mosca." Y no sé, tienes un aura tan alegre y única que me hace creer en todo lo que digas.

Solté su mano de a poco sin que mi sonriss desaparezca. Le acaricié suavemente su mejilla.

— Muchas gracias por tus tan bellas palabras, en serio.

— Lo mismo digo.

❝ Imagination. ❞ ; Kimetsu No Yaiba. Where stories live. Discover now