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Capítulo 20
Mi propio camino


«Tomar el mango firme, esperar a que el oponente ataque, usar su peso en tu beneficio...» Intentaba recordar todo y ponerlo en acción, pero Rayna era demasiado rápida. Mi cuchillo salió volando una vez más.

―Muerta. Otra vez ―siseó, rodando los ojos, con la punta de su cuchillo tocando mi abdomen.

Le dediqué una mirada profunda, luego me reí.

―Pero si he mejorado un montón. ―Me alejé de su arma.

Rayna resopló con fuerza, haciendo bailar dos cuchillos entre sus dedos ágiles.

―Si quieres ir capturar a Satanás, tendrás que mínimo aprender a manejar un absurdo cuchillo ―me advirtió con los dientes apretados.

―Krishna se resguarda a través de su tecnología, no creo que utilice un absurdo cuchillo para defenderse ―repliqué, tomando mi botella de agua.

Rayna volvió a gruñir, se acercó dando firmes zancadas, y me quitó el agua de un manotazo.

―¡Oye! ―protesté, viendo mi agua derramarse en el piso―. Eres la peor entrenadora que he tenido. Hidratarse es importante.

Los labios de Rayna se estiraron hasta formar una sonrisa escalofriante.

―Soy lo mejor que tienes, tu novio tiene menos paciencia ―aseguró e hizo girar sin parar los cuchillos curvos en sus dedos índices―. Vamos. Si yo soy un soldado de Krishna, y me estoy acercando a ti de esta manera... ―Se aproximó por mi costado, cortando el aire con las hojas afiladas―. ¿Qué haces? Piensa rápido antes de que te mate.

Torcí mi cuello, estiré mi mano y con el poder atraje mi cuchillo otra vez.

—Esto. ―Alcé la otra mano, y con dos movimientos de mis dedos los cuchillos de Rayna salieron volando gracias a la onda de energía que expulsé. Salté hacia ella para ponerle la hoja de mi cuchillo contra su yugular.

Rayna volvió a sonreír, esta vez con su chispa oscura y salvaje de orgullo.

—Nada mal, majestad —aceptó, pero en un pestañeo me quitó el cuchillo de la mano y lo lanzó lejos—. Pero eres una maldita distraída y confiada. ―Se rio antes de tomarme por el cuello y apretar sus dedos alrededor de mi garganta.

Intenté toser ante su asfixia. Le puse una cara de "¿en serio?".

―Defensa sin armas ―anunció encendida―. Si te apagan el poder con ese aparato de mierda que tenía el puto de Jack Harrison, y te quedas sin cuchillos ni pistolas... ―Intentaba patearla, pero me esquivaba fácil―. ¿Cómo te salvas de este ahorcamiento? ―Cerró más los dedos en mi piel―. Te he entrenado para esto.

El aire ya me estaba faltando. Intenté gritarle, pero sus dedos me inhabilitaban el habla. Era verdad, ella, Theo y Mike me habían entrenado para esto, pero su estúpido entrenamiento era muy extremo.

Inducida por la necesidad de aire, puse mis manos sobre su antebrazo para impulsarme. Me giré en mi eje vertical y atrapé su cuello con mis piernas, se lo torcí y le mordí un brazo, liberándome de su agarre. Me giré otra vez y nos lancé el suelo con violencia

Rayna cayó de espaldas, sin aire en los pulmones, y yo logré apoyar mis manos en el piso.

Silbó desde el suelo.

—Soy la mejor maldita entrenadora ―concluyó con orgullo propio.

―¡Casi me ahogas! ―le increpé, acariciándome la garganta adolorida. Hasta la rodilla me dolía por esos giros raros.

Princesa de sangreWhere stories live. Discover now