❝Tanjiro nunca había dado su primer beso, incluso con veinte años todavía sigue siendo virgen de labios. Y es cuando Inosuke propone abrir un puesto de besos que realmente Tanjiro consigue el beso de su vida, y de la persona a quien ama en secreto.❞...
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Tanjiro abre la boca y bosteza mientras escucha a su profesor de cátedra hablar sobre la historia de la filosofía, subrayando con énfasis la diferencia entre el origen y la historia de la filosofía. Tanjiro resopla y mira fijamente la hora en su celular, que junto a sus cuadernos se ve lejano.
Inosuke le da unos suaves empujones con su hombro para detener que los suspiros se llevaran el alma de Tanjiro. Mientras que, a la derecha, Zenitsu presta suma atención a la explicación del profesor.
Tanjiro recuerda una sola cosa de todo lo que dijo el profesor y eso era un «asombro, duda, y situaciones límites». Sabe que seguramente después esas tres únicas palabras ya no estarían en su mente al salir de la clase, pero al menos habrá captado lo importante.
—Oye, deja de moverte que pareces que te pica el trasero —Zenitsu se queja en voz baja, dándole una mirada de soslayo llena de irritación.
Tanjiro se hunde en su silla con total abandono. Parece que iba a tener un ataque de aburrimiento de seguir en clases del profesor Muzan.
—Ya me quiero ir —susurra Tanjiro con los dientes apretados, sentándose al borde de la silla.
Inosuke golpea el muslo de Tanjiro con un poco de fuerza, lo que saca a Tanjiro de su extenuante momento.
—Los griegos estaban en contacto con otras personas que tenían otro tipo de creencias. Es por esto que los griegos comenzaron a dudar —resume el profesor Muzan al darle una mirada de reojo a Tanjiro. El hombre suspira largo y tendido, sentándose al borde del escritorio y cruzando sus brazos—. A ver, alumno Kamado. Dígame quién fue el primer filósofo.
Tanjiro parpadea y busca ayuda en Zenitsu, pero este solo se encoge de hombros. Tanjiro muerde su labio inferior y piensa en pedirle siquiera algo a Inosuke, pero cuando vio que el cuaderno de este está más vacío que su vida amorosa, Tanjiro termina por sacudir la cabeza.
—No tengo idea, profesor Muzan —confiesa y, cuando el profesor arquea una ceja, Tanjiro le propina una de sus sonrisas cegadoras—. ¿Lo siento?
Muzan lo mira en silencio. La clase había quedado en silencio por la espera de su repuesta. La cara de Tanjiro adopta un color carmesí debido a la vergüenza.
—Me avergüenza, Kamado —Muzan espeta al chasquear la lengua y negar con la cabeza—. Veo imposible que apruebe la materia en este cuatrimestre si sigue haciendo cosas extrañas fuera del campus. Si solo supiera más sobre filosofía que de besos tal vez sería el mejor de la clase.
Tanjiro ahoga un gemido y se encoge hasta volverse una bolita pequeña, escondiéndose en el hombro de Inosuke lleno de vergüenza.
Al menos Tanjiro a filosofía le da su tiempo, pero los besos no tienen espacio en su vida.
—¡Yo lo sé! —Inosuke alza la mano mientras le da a Tanjiro una mirada de «mira mi potencial intelectual».
—Quiero creer fielmente que usted sí lo sabe, alumno Hashibira —compadece el hombre con un resoplido.
