𝐴 𝑢 𝑡 𝑜 𝑒 𝑠 𝑡 𝑖 𝑚 𝑎 [Willgan]

1: Murmullos

El pueblo de karmaland siempre había lucido como un sitio bastante seguro y amable, los héroes habían sido recibidos en su primer día de la mejor forma posible sin importar sus defectos, sin importar sus gustos, sin importar su apariencia, eran sus héroes al fin y al cabo, ellos serían quienes les salvarían de Araxiel
Se vieron bien recibidos y se sintieron inmediatamente como en su hogar, desde el primer instante ya tenían parcelas decididas para sus casas, dispuestos a instalarse en aquel hermoso lugar
El tiempo pasó y con ellos se formaron nuevas cosas en el pueblo, cosas como la hermandad, el lobo nocturno, la alcaldía, cada día parecía ser más interesante debido a que siempre había cosas nuevas que hacer, bromas, minas, construcciones, era un mundo de posibilidades tan enormemente asombroso

Avancemos un poco más

Luego de las elecciones y que Lolito saliera alcalde y luzu se metiese en un remordimiento con todos quienes le habían fallado, comenzó todo
La gente comenzó a venir a instalarse debido al proyecto de Lolito de ampliar más el pueblo y permitir a más gente vivir allí, el pueblo era conocido y la gente rápidamente comenzó a comprar casas para vivir allí, el problema era que si había gente que amaba a los chicos era muy obvio que algún que otro chistoso vendría solamente para ver si podía joder la vida de alguno de los héroes que no fuera de su total agrado
El problema es que; pueblo pequeño, infierno grande
Por una sola persona fue como comenzó todo ésto

Fargan se encontraba decorando un poco el bar que estaba antes de llegar a la hermandad, había estado aplazando durante el suficiente tiempo aquel trabajo y ya sentía que debería abrirlo ya que la nueva gente probablemente querría un bar y karaoke, eso probablemente pondría a los habitantes más alegres al tener una nueva instalación creada por más ni menos que el búho, eso suponía

Había estado escuchando últimamente como la gente hablaba a sus espaldas, no entendía porqué ahora todos hablaban de él o si quizás había hecho o dicho algo que hubiese molestado a la gente, pero por más que pregunto a los chicos o a algunas personas amables del pueblo éstas le decían que siempre había sido muy respetuoso con todos y que sería casi imposible que hubiese dicho algo que provocara que hablaran a sus espaldas

"Mira sus alas, es un fenómeno"

"Siempre oculta su cara, de seguro es muy feo y quizás más anormal aún"

"Que ridícula ropa, acaso no sabe cómo vestir?"

"Es un héroe totalmente innecesario"

Le dolía, realmente le dolía porque él quería hacer las cosas bien, siempre había querido contentar a la gente para poder tener amigos y no tener problemas innecesarios en el pueblo, porque ahora todo el mundo parecía odiarle? Toda la gente que en algún momento le saludaba por las calles con un ademán o un emocionado grito a la distancia
Sin darse cuenta aquel joven azabache tenía sus ojos hundidos en lágrimas, sus ojos ardían, sus labios temblaban y sentía su garganta ahogarse y enredarse con la angustia, su estómago apretaba y ya no sentía el mismo ánimo para poder decorar, sostenía entre sus manos uno de los vasos gravados que pondrían en el bar, sollozaba en silencio casi abrazando aquel objeto, cerraba sus ojos y se aferraba a la idea de que solo era gente envidiosa y que no debería preocuparse, pero día a día había dejado de perder los ánimos a levantarse de la cama, ya nada le animaba, ni poner minas, mucho menos molestar a nadie ni tampoco rebuscar cosas nuevas que craftear, se pasaba todas las noches llorando preguntándose si quizás la gente se había aburrido de él, de su forma de ser y que alfin se habían dado cuenta de sus defectos, sus ojos estaban apagados cada día y se podría notar su cansancio mental con tan solo escuchar sus supiros
Mientras lloraba en silencio agarrando aquel cristal sintió una mano en su hombro, haciéndole dar un respingo, girándose con confusión de quién era aquel que había llamado su atención, o peor aún, que le había visto llorar de aquella forma, intentando secarse sus lágrimas rápidamente para no ser visto así, aunque la otra persona ya había notado todo