Epílogo- Pero nunca puede cortarse.

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El clima no era favorable aquella mañana de invierno. No podía ver con exactitud los rostros de las personas debido a el uso excesivo de bufandas y gorros. Por lo que no pudo identificar ningún rostro conocido en el tiempo que llevaba en la ciudad.

Sus pasos eran firmes y concisos. Decidido y dispuesto a afrontar lo que sea. Tanto tiempo había pasado y las cosas habían cambiado. Habían cambiado mucho, por lo que, podía suceder cualquier cosa y él se creía capaz de escuchar y comprender las diversas situaciones que su cerebro conformaba. Una más compleja que la otra.

Las nubes grisáceas obstruían el gran cielo celeste que desde que llegó no veía. Aún no podía ver brillar el cielo de la ciudad y aún no era capaz de presenciar las infinitas estrellas en el firmamento carente de luz pero adornando con un hermoso satélite natural.

Llegó el edificio al que nunca pensó que volvería. Miró a los porteros y no vió a su compañero. Tantos años pasaron que hace tiempo se había recibido. Por lo que el trabajo de portero quedó libre para nuevas personas. Dejando eso de lado entró diciéndole a los porteros que era una sorpresa. Y por más extraño que parezca,lo dejaron pasar. Quizá su aspecto los había intimidado o eran muy idiotas o tal vez,solo tal vez, comprendían la situación.

No quiso tomar el ascensor. Así que giró a su izquierda y vió las imponentes escaleras que conducían a cada uno de los pisos. Su pie derecho se apoyó sobre el primer escalón y su pie izquierdo sobre el segundo. Y así sucesivamente hasta llegar al piso al que tantas veces quiso entrar lo antes posible. Ahora no sabía que sentir. Solo iría a disculparse tal vez. Quizá a pedir disculpas y continuar con la vida a la que se había acostumbrado, quién sabe. Tantas cosas a las que se había acostumbrado. Tantas cosas que ya sabía. Pero estaba él. Indecifrable, indomable y sorprendentemente asombro. Nunca sabías que esperar de él. Era lo único a lo que nunca pudo acostumbrarse y eso, en el fondo, le agradaba.

Tocó el timbre. Nadie abrió la puerta. No,no se había confundido. Estaba seguro de eso. No iba a irse de ahí. Si no había nadie, esperaría hasta que alguien se apareciese pero, ¿Y si ya no vivían ahí? No había pensado en eso. Aún así haría lo que fuera por volver a encontrarse con él. Así sea calcinar el título médico que tanto le costó conseguir.

Pero para su suerte. Una cabellera rubia conocida se hizo presente al tocar por segunda vez el timbre. Pero estando a punto de hablar. El rubio al notar de quién se trataba frunció el ceño y lo golpeó en su rostro con todas sus fuerzas. Partiendole el labio y haciéndolo sangrar.

—¡Eres un maldito desgraciado!¡Lárgate!— le gritó sin siquiera dejarlo hablar para después volver a cerrar la puerta del departamento.

Se levantó con rapidez del suelo y golpeó la puerta con fuerza.

—¡Por favor,Sabo-ya!¡Abre!— gritó con su imponente voz pero, el rubio no le hizo caso.—¡Necesito hablar con Mugiwara-ya!

—¡Él ya no vive aquí!— confesó del otro lado de la madera. Y al notar como se quedaba callado resopló enojado. —¿Qué esperabas? ¿Qué te esperase para toda la vida?Tiene veinticinco años. Quiere ser independiente. Ahora lárgate y no regreses si no quieres un rostro nuevo, Trafalgar.

Se quedó serio mirando la puerta analizando la situación. Sabo no le diría dónde vivía Luffy. O tal vez si estaba ahí,solo que su hermano lo cubría para no tener que hablar con él. Pero lo intentaría de todos modos.

—Oe,Sabo-ya... ¿Dónde puedo encontrar a Luffy?—preguntó.

—Estás demente si crees que te lo diré.

—Por favor.— suplicó. Sorprendiendo a Sabo.

—No,ahora vete.

No molestaría más. Se fue. Bajando escalón tras escalón y sintiendo el frío colarse entre sus ropas al salir del edificio. El cielo parecía más gris y oscuro. Eso reflejaba el brillo en los ojos de Law o tal vez,no era un reflejo. Sino algo proveniente de él.

Entre Tú Y Yo [Lawlu]Onde histórias criam vida. Descubra agora