PRIMERA PARTE

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Se levantó del piso con un fuerte dolor de espalda producto de lo bastante obvio había sido la forma en que se desvaneció de nuevo. Sí, se desvaneció, no podría llamarlo dormir, pues no recuerda siquiera la forma en que llegó al piso. Enfocó un poco la vista y encontró el cuerpo causante de su ahora creciente dolor de cabeza también. Al parecer el tipo no estaba solo.

- Eres un maldito idiota, volviste a darme esa mierda en la bebida. – le gritó a Oscar que se removía entre las sábanas tratando de salir de ellas sigilosamente. El muy cabrón sí había logrado llegar a una cama. Cuando se incorporó por completo se acercó a zancadas a él.

– ¿puedes callarte? – dijo señalando con sus cejas a la mujer que dormía plácidamente en el espacio a un costado de donde él descansaba. – la pasaste muy bien, no te hagas imbécil. – dijo dándole un golpe juguetón en la cabeza.

– puedes por lo menos tener la decencia de acercarme a un lugar cómodo cuando prácticamente me desmayo – soltó indignado juntando sus llaves, un bongo, algo que parecía una bolsa vacía de mota y su celular en una mochila. Vio la hora en este último: 12:47 pm. Saco de la bolsa un pequeño neceser que entre otras cosas contenía un cepillo de dientes y pasta dental. Lo tomo y se dirigió al baño empezando a cepillarse en el pasillo.

– escucha tengo que irme, voy por Jamie a la escuela. – dijo con el cepillo en la boca.

– espera, tienes que ayudarme con – señalo de nuevo a la chica.

- ¿qué acaso yo me la tiré? – escupió en la tarja y retomó la actividad.

– vamos amigo ayúdame, sabes que se ponen como locas, pero si le dices que se vayan juntos como cosa tuya. – el otro chico rodó los ojos, tenía que estarle haciendo una maldita broma.

- Oscar tengo prisa, si llego tarde otra vez por Jamie, Marion va a comerme y masticarme. – No mentía. Su hermana puede ser un grano en el culo cuando de su hijo se trata.

- vamos Joaco, ayúdame. ¿quién invitó la peda ayer? – tenía una sonrisa sardónica en la cara.

- qué carajos, yo también he invitado la peda y no te pido que me ayudes a deshacerme de los tipos con los que me enrollo. – le reclamó hastiado terminando de guardar sus cosas en la mochila.

- solo... ¿por favor sí? – le dedicó su mejor mirada, la que Joaquín pensó, seguramente les da a todas las mujeres con las que logra acostarse.

– es la última vez y deja de poner esa mierda de ansiolíticos en mi vaso. – es la tercera vez que lo hacía y aunque los viajes se sentían extremadamente bien, no le gustaba consumir mierda "prefabricada". Lo cual era irónico, pues no recordaba la última vez que no se hubiera drogado en una borrachera trivial.

Se dirigió hacia la chica y comenzó a mover su hombro bruscamente – amiga levántate – no hubo un movimiento en respuesta – vamos levántate, tengo mucha prisa quieres – dijo volteando a ver a su amigo, el cual había desaparecido, en el baño. Maldita gallina.

La chica comenzó a moverse lentamente, se talló los ojos y le dedico una mirada de desconfianza al chico que tenía en frente. Joaquín sonrió nerviosamente, después de todo, aunque habían bebido juntos en la noche, no la conocía lo suficiente para saber si estando sobria no iba a mandarlo a la mierda -con justa razón- por despertarla.

- Hola, tenemos que irnos. Oscar no está en casa y bueno, sería un poco raro si te quedas aquí sola ¿no crees? – dijo con un hilo de voz, golpeándose mentalmente por el sonido temeroso con el que había dicho la última oración.

- eh... si supongo – respondió ella con desgano buscando su ropa regada por el piso. Se arreglo un poco el cabello y tomo su bolsa. Joaquín ya la esperaba en la puerta. Suspiro de alivió cuando vio salir a la chica. Tomó su bicicleta estacionada en el jardín de la casa y empezó a caminar con ella a un lado.

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⏰ Last updated: Mar 25, 2020 ⏰

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El desorden que dejas. Emiliaco AU.Where stories live. Discover now