Mía

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Hinata lo miró sin comprender y Sasuke extendió las manos para apoderarse una vez más de su trasero apretándolo con un repentino deseo que estaba anhelando saciar. Con la propia fuerza de sus manos la empujó hacia su rostro para besarla una vez más.

—¿Estas cansada? —preguntó cuando se separó un poco. Ella negó levemente con la cabeza, estaba como en una ilusión. Todo seguía siendo tan surrealista para ella. Ni siquiera sabía si estaba soñando o si era real.

Sasuke por otro lado sabía que lo que su mente estaba maquinando era una locura, ella era virgen hacia apenas unos minutos, pero estaba perdiendo la cordura por poseerla de aquella forma. Deslizó su mano entre sus cuerpos y una vez más tomó su miembro ya completamente erecto, para buscar una vez más entrar en ella. Cuando encontró su entrada la tomó de las caderas y la empujó para poder penetrarla.

—¡Ah! —se quejó ella hundiendo su rostro en el pecho de él.

—Siéntate sobre mí amor—susurró el mientras sus manos se apoderaban de sus caderas ansiando empezar a embestirla.

Hinata alzó el rostro para mirarlo una vez más antes de obedecerlo. Apoyo sus pequeñas manos en el torso de el y se impulsó para sentarse. Soltó un gemido cuando al sentarse por completo lo sintió tan dentro de ella.

—Sasuke—susurró con voz suave, mientras cerraba los ojos impulsivamente. El susodicho sonrió satisfecho y empezó a moverse debajo de ella de forma lenta mientras flexionaba las piernas para para darse impulso. Miraba extasiado como sus pechos se endurecían y se movían de manera lenta. Quería desesperadamente adueñarse de ellos con las manos, con la lengua, pero no podía. Sus manos estaban ocupadas en esos momentos acariciando sus caderas. Las bajó lentamente hacia su trasero para empezar a guiarla para sus embestidas cuya velocidad aumentaba cada vez más.

Hinata tomó una bocanada de aire para controlarse. Sus manos estaban apoyadas firmemente sobre el duro abdomen de él, que se contraía y se marcaba en cuanto más se movía. De repente sintió las mejillas arder y se tapó torpemente los pechos con una mano, pues se movían demasiado a su parecer. Siempre había tenido un absurdo complejo a causa de ellos.

—¡No te tapes! —le recriminó el azabache apartándole suavemente la mano y obligándola a volver a apoyarse sobre él—Créeme que no tienes nada de que avergonzarte—aseguró como si le hubiera leído el pensamiento. Hinata se sonrojó más pero no hizo ningún otro esfuerzo por volver a taparse. Cuando sus embestidas empezaron a ser tan fuertes que prácticamente la estaba haciendo cabalgar, ella echó la cabeza hacia atrás a raíz de un fuerte espasmo de placer, mientras soltaba un gemido que al principio trató de ahogar.

Sasuke se vio obligado a detenerse por unos segundos ya que con esa acción la penetración se había vuelto más profunda. Se detenía porque aún no quería acabar, a pesar de que sabia de que ella estaba apunto de hacerlo. Pero para su sorpresa, ella empezó a moverse sobre él obligándolo a soltar un agudo gemido.

Ella tenía los ojos fuertemente cerrados, aún con la cabeza hacia atrás y la espalda arqueada... Sus caderas se movían solas, producto del placer.

Sasuke tragó saliva, porque aunque estaba disfrutando como un condenado, no resistiría mucho más con ella moviéndose así y con aquella escena tan erótica que sus ojos presenciaban. Dirigió sus manos hacia su pequeña cintura, acariciándolas hasta llegar a su objetivo...sus pechos estaban erguidos y firmes.

—Hinata—gimió haciéndola temblar.

Ella también dirigió sus manos a sus pechos, tocando las manos de él.

—No te detengas—dijo el Uchiha casi en tono de súplica y ella asintió con las mejillas ardiendo.

Ella siguió moviéndose hasta que su cuerpo se volvió a tensar—Ya no puedo más —dijo con la voz entrecortada mientras apretaba desesperada las manos de él entre las suyas.

En el Ojo del Huracán.Onde histórias criam vida. Descubra agora